El auditor admite que Laporta ha tirado a la basura 800 millones en palancas

En el colmo de la insolvencia y de récord de gastos (1.125 millones), la memoria establece en 500 millones las pérdidas ordinarias, que eleva a más 1.000 millones el déficit de la gestión de Laporta en apenas tres temporadas

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta

Es indiscutible que el presidente del Barça, Joan Laporta, ahora sí, habrá batido todos los récords económicos negativos a su alcance a la vista de los nuevos detalles filtrados sobre la memoria del ejercicio 2022-2023, que han dejado alucinados incluso a los analistas más condescendientes y cautos. La cifra inicialmente anunciada de 303 millones de beneficios, atribuida precipitadamente a las súper palancas, contra un déficit estructural de unos 200 millones, ha resultado ser la consecuencia de un estropicio contable sin precedentes, por aplicar un ingreso de 200 millones decidido por la junta en base a una valoración unilateral de Barça Studios.

Tan sencillo y tan alocado, por parte de Laporta, como suponer o imaginar que como se había registrado la venta del 49% de la sociedad por 200 millones, lo que implica una valoración interna de 400 millones, los 208 millones correspondientes al 51% de la propiedad del FC Barcelona pueden sumarse a la cuenta de entradas. Conceptuar esa valoración como un ingreso, aunque sea como en este caso, sin entrada de efectivo ni tampoco como consecuencia de un contrato de venta, suena a un recurso absolutamente desesperado y quién sabe si fuera de las normas contables o del radar de un auditor que tendrá que justificar muy bien la validación de una maniobra absolutamente desconcertante.

Sobre todo porque, de acuerdo con esta mutación tan imprevista, el análisis de los resultados eleva la alarma económica del club a DEFCON 1. Los ingresos ordinarios se han quedado en 795 millones, contra unos gastos completamente disparados de 1.125 millones, lo que representa que, en realidad, las pérdidas ordinarias han ascendido a 330 millones, la segunda plusmarca personal de Laporta, que ya estableció un techo insuperable de 481 millones hace dos temporadas.

Representa, pues, en cifras redondas, que a los 600 millones de palancas registradas inicialmente se han añadido esos 208 millones, pura fantasía contable, que sólo habrán servido para mitigar pérdidas ordinarias de una dimensión catastrófica. Acumuladas, Laporta habrá firmado más de 1.000 millones de números rojos en apenas tres ejercicios, en este último compensados por la venta de activos y de patrimonio que tampoco está tan claro que vaya a cobrar del todo, circunstancia que, con el paso del tiempo, podría agravar y elevar en 120 millones más las pérdidas reales.

La divulgación de la memoria como es preceptivo antes de la asamblea ha revelado lo que técnicamente se conoce como un “párrafo de énfasis”, donde el auditor deja clara la barbarie histórica del pasado ejercicio: “Se ha de considerar -dice- que el club ha generado en este ejercicio un resultado de 303 millones de euros, los cuales incluyen beneficios de operaciones no recurrentes por importe de 800 millones de euros, aproximadamente”. La normativa contable obliga a los auditores a incluir un “párrafo de énfasis” en sus informes “cuando consideren necesario llamar la atención a los usuarios de la información sobre una cuestión que resulta fundamental para comprender los estados financieros”.

La conclusión, alarmante, es que sin los recursos extras, o sea, sin las palancas, las pérdidas ordinarias se cifran en 500 millones, una caída al pozo sin precedentes ni justificación ya que no se dan, como en 2020-2021, ni el impacto de una pandemia ni el maléfico efecto de amortizaciones anticipadas o provisiones gratuitas e innecesarias. Son los peores resultados de la historia del Barça sin que haya ninguna causa diferente de la irrefrenable voluntad de gastar y de derrochar de Laporta, resultados que trata de disimular con una reducción de la masa salarial a partir de 2023-2024, nada que no le haya obligado a hacer La Liga contra su voluntad e instinto. La memoria también abunda en la cuenta de gastos, récord mundial que asciende a 1.125 millones, con un incremento de 50 millones en «servicios exteriores» y 67 millones más de gastos de gestión, paquete en el que se han colado pagos de derechos de imagen y comisiones a los agentes de jugadores.

Nada desnuda mejor el despiadado saqueo de club por parte de Laporta como contrastar esos 800 millones de beneficio extra con el hecho de que este verano la única compra de un jugador haya sido la de Oriol Romeu al Girona por 4 millones, y que la propia junta haya tenido que avalar 18 millones de su bolsillo para inscribir al resto de jugadores que han llegado cedidos o libres, y para ampliaciones de contrato pendientes de acomodar, como las Araújo, Gavi o Balde, desde hacía un año. Laporta sólo podrá aprobar esos números que sentencian y condenan al club al fin de su modelo de propiedad histórico en una asamblea donde los socios no puedan preguntar, opinar ni votar libremente a mano alzada.

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