«Las clases dominantes creen en la democracia cuando ganan ellas»

Historiador. Periodista. Especialista en Chile. Doctorado en Historia por la Universidad de Barcelona. Ha escrito una veintena de libros de investigación sobre Chile y España. Ha publicado entre otras, biografías de Pablo Neruda, V8ctor Jara, Augusto Pinochet y Dolores Ibárruri. Ahora, sale a los quioscos. Salvador Allende, Biografía política. Semblanza humana (Editorial Capitán Swing).

¿Cómo era el Salvador Allende que tú has percibido, ahora, cincuenta años después de golpe militar en Chile?

Salvador Allende fue una figura política singular en la historia del siglo XX. Hijo de una familia acomodada, burguesa. Su padre llegó a ser notario en Valparaíso. Su madre formaba parte de una familia aristocrática de la sociedad santiaguina.  Allende estudia en Santiago de Chile, e inicia la carrera de medicina en el año 1926. Descubre tempranamente su vocación política, porque en aquel momento había en Chile una dictadura militar, la del coronel Carlos Ibáñez del Campo. Allende participa desde la Universidad en la lucha por la democracia, y contra esa dictadura. Un primer paso, muy importante o decisivo en su biografía, es su participación en la creación del Partido Socialista de Chile, en 1933. Tiene un ascenso meteórico, en las filas del Partido Socialista: diputado en el 37, ministro en el 39, senador… Fue una personalidad singular, porque en los años 40 plantea algo, que se concreta a partir del año 52, en sus cuatro campañas presidenciales. 

Pivotando especialmente su proyecto en la búsqueda de la unidad de la izquierda…

Buscar la unidad de la izquierda chilena, en los sectores populares, en torno a un programa político, con una candidatura para las elecciones presidenciales, que eran cada seis años. Esa propuesta triunfa en los años 70 y Allende se convierte en un político emblemático en la historia del siglo XX. En la parte más humana, fue un hombre que tuvo la suerte de tener a su lado a un grupo de amigos amplio, que le acompaño durante década en su lucha política. Mantuvo también una buena relación con los dirigentes del Partido Comunista. Con su propio partido, el socialista, (muy heterogéneo, atravesado por corrientes interna, disputas ideológicas fuertes…) estuvo vinculado de modo peculiar. Pero Allende fue capaz de suscitar la unidad de comunistas y socialistas. y abrir una página en la historia del siglo XX.

¿Página, que con el nombre “vía chilena al socialismo”, en qué consistió básicamente?

Hasta entonces, cuando la izquierda revolucionaria había llegado al poder, (Rusia; China, después de la guerra civil, Cuba en el año 59…) había sido por la vía de las armas. En esos países había situaciones muy diferentes. Pero Chile demostró que, en un país con democracia representativa, donde la izquierda tenía los mismos derechos que el resto de las fuerzas políticas, y a partir de la movilización democrática, podía llegarse al Gobierno. El propio Allende expresa que su programa era una segunda vía de tránsito hacia el socialismo. El intento de desarrollar un programa económico, social, político… de profundas transformaciones que abriera paso a una sociedad socialista. En el caso de Chile, con una nueva Constitución, que sería debatida y sometida a votación. Esto despertó la atención del mundo, sobre todo de América Latina y Europa Occidental, e incluso de quienes en España luchaban contra la dictadura franquista, que lo vieron como una estación de llegada: conquistar el Gobierno en elecciones democráticas. Por eso fue tan singular la experiencia chilena y el golpe de Estado de 1973.

Resulta llamativamente paradójico que las derechas, que reprochaban a la izquierda el no aceptar la democracia parlamentaria, reaccionen tan virulentamente cuando esto ocurre…

Las clases dominantes creen en la democracia cuando ganan ellas. No aceptaron en Chile ese programa político, que había tenido la aprobación del pueblo en las urnas, con las reglas de la época. La burguesía chilena no admitió jamás la victoria de Allende, e hicieron todo lo para que se Gobierno acabara, incluso antes de empezar a gobernar, con un golpe de Estado, apoyado por los Estados Unidos. Se demostró que la lucha de clases existe. Que no es un invento de Marx y Engels. Que las clases dominantes reaccionan con todo en defensa de sus privilegios, cuando los sectores populares, la izquierda gana. Pasó en España, en el año 36, cuando no aceparon la República democrática, y pasó en Chile porque no podían reconocer que el Gobierno de Allende desarrollara su programa político. En connivencia con la potencia hegemónica del Continente, se confabularon para hacer que el programa de Allende no se cumpliera, creando las condiciones de polarización que se requerían para que un golpe de Estado triunfara y una dictadura como la de Pinochet se instalara. 

¿El movimiento contra el Gobierno de Unidad Popular fue más bien cosa de élites o contó también con la participación de sectores importantes de la sociedad chilena?

En Chile, la burguesía fue muy inteligente. Cuando estuvo Fidel Castro en Chile, en noviembre del 71, en su discurso de despedida, dijo que Chile se encontraba en una batalla por las clases medias. Pueden inclinarse del lado del Gobierno de Unidad Popular o en contra de él, planteó. Hay que reconocer que la burguesía chilena supo atraer a la defensa de sus intereses de clase a un sector importante de las capas medias ¿Hubo errores de la izquierda que lo favorecieron? Si, pero había también un tema de mentalidades. La clase media es aspiracional, quiere distinguirse de los trabajadores, en aquel mundo donde había millones de obreros industriales con el mono azul. El pequeño comerciante, el médico, el abogado… no quieren que se les equipare con ese pueblo que tenía entonces un gran protagonismo histórico. Cree, en fin, que la sociedad capitalista defiende mejor sus intereses… Con un discurso de odio, de confrontación, de que Allende llevaba Chile a una dictadura estalinista, la derecha logró esa hiper-movilización de las clases medias.

Las caceroladas…

Las “caceroladas” de las mujeres de derechas se importó de Brasil. Quienes habían derrocado a Goulart, en el año 64 en Brasil, aconsejaron a los chilenos que movilizaran a las mujeres de derechas, considerando que eran un actor social formidable. En Chile fueron muy importantes porque no solo hacían “caceroladas” sino que se dirigían a los militares, tirándole plumas en las casas de los oficiales, para llamarles gallinas porque permitían que Chile fuera hacia el despeñadero del comunismo. Una posición importante, sostenida, pagada por la CIA, muy inteligente, y que resultó imprescindible para el golpe de Estado. En los años 70, Chile era una sociedad donde convivían tres proyectos políticos. El de la derecha más oligárquica, conservadora. Con un tono autoritario en los años 70, cuando decían que la sociedad chilena estaba en crisis porque la izquierda estaba en ascenso y venían peligrar un modelo de sociedad que respondía a sus intereses. Había un partido político de centro, que gobernaba antes que Allende, muy importante, con gran influencia en el movimiento obrero organizado y los movimientos populares. Había también una izquierda heterogénea, pero organizada en partidos que se declaraban marxistas, con un proyecto de transformación social. Cuando ese proyecto gana, primero hay una reacción de desconcierto. El que la prensa internacional titule que un marxista ha ganado las elecciones, a los chilenos les deja sin habla durante 48 horas. Era una sociedad muy ideologizada, donde la política penetraba en todos los sectores sociales. También un Chile menos desigualitario, todavía con latifundios…

¿Cómo se cuelan en Chile, con su proyecto neoliberal, los Chicago boys?

Los Chicago boys fueron parte del equipo económico de la candidatura de la derecha en los 70. La que pierde con Allende. Entonces, plantean el programa liberal, a lo que responde la derecha diciendo que eso es inaplicable en democracia. Que no pueden aceptar ese programa porque van a perder. En el 72, los conspiradores de la Armada encargan a estos economistas un plan para después de la caída de Allende. El plan se no implementa de inmediato. La dictadura de Pinochet primero se organiza con un proyecto político, se crea una comisión para elaborar un nueva Constitución. Pinochet da la orden, en el año 75, año y medio después del golpe, de poner en marcha el programa neoliberal. Algo que se acomete con una ferocidad pocas veces vista. Se privatiza todo, se acaban los derechos sociales: Ese proyecto neoliberal extremo aún perdura en Chile, y resulta muy difícilmente removible. El gobierno de Gabriel Boric tiene grandes dificultades para hacer transformaciones económicas orientadas a crear un Estado de bienestar.

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