Frustración en la redacción de TV3 por la transmisión técnicamente lamentable del acto del aniversario del referéndum del 1-O

La señal televisiva la sirvieron los organizadores y los profesionales de la emisora pública reclaman que no se vuelva a repetir una emisión que les desprestigia

Joel Joan i Carme Sansa van ser els conductors de l'acte 'Defensem l'1 d'octubre' transmès per TV3 però realitzat pels organitzadors

TV3 quedó como una televisión de segunda el pasado domingo 1 de octubre, a raíz de la transmisión del acto organizado por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural, la Associació de Municipis per la Independència (AMI), la Intersindical-CSC y el Consell de la República Catalana en memoria del sexto aniversario de la celebración del referéndum por la independencia de Catalunya convocado por el Govern de la Generalitat. Fue un despropósito de transmisión desde el punto de vista de calidad técnica que cayó muy mal en la redacción de informativos de TV3.

Que la forma en que se estaba emitiendo el acto no gustaba a los responsables de los servicios informativos de TV3 quedó patente con su decisión de mantener más de una hora en pantalla un letrero donde se especificaba que la señal del acto lo suministraban las entidades organizadoras. Pasó de todo. Cambios de luz repentinos, planos sin lógica profesional, superposición de imágenes que hacía que los espectadores no supieran muy bien que estaban viendo. La guinda la puso la conexión final con el presidente del Consell de la República Catalana, Carles Puigdemont, que, por una mala conexión con los realizadores televisivos del acto, empezó su intervención, se detuvo, hizo una mueca de incomprensión de lo que tenía que hacer y volvió a empezar. Cuando terminó, se mantuvo mucho rato su imagen en pantalla y se percibió claramente su incomodidad. Una incomodidad que también se apreció en la locutora que acompañaba la transmisión desde el plató de TV3.

Además, como la plaza de Catalunya no se llenó, los realizadores no quisieron emitir ninguna imagen cenital que permitiera hacerse una idea de cuánta gente asistía al acto. Por otra parte, TV3 tuvo que pasar un vídeo que se incluyó en el acto a pantalla entera. Este desaguisado, claro, los espectadores lo imputaban a los periodistas y profesionales de la televisión pública, pese al rótulo que insistía en que el responsable del despropósito era la empresa que estaba efectuando la realización televisiva.

Los periodistas de los servicios informativos de TV3, así como los de otras televisiones, se han quejado a menudo de los actos políticos en los que las imágenes las suministran los partidos que los organizan. El Parlamento de Cataluña o el Congreso de los Diputados también ofrecen sonido e imágenes en las radios y televisiones. Pero ceder la señal de un acto público celebrado en un espacio público abierto como la plaza de Catalunya a unas entidades privadas y pasar por la vergüenza de tan desafortunada realización ha dejado en mal lugar la credibilidad de TV3 y de sus trabajadores.

Si las presiones de los comités que representan a los trabajadores de TV3 fructifican, el del pasado 1 de octubre será el último acto en el que la televisión pública de la Generalitat ceda la realización a sus organizadores y renuncie a realizar una transmisión propia, aparte de los cuatro comentarios que haga el periodista que se ha trasladado, una vez terminado.

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