Quejas por el estado indigno del acceso al Instituto-escuela Antoni Ubach, en Terrassa

Las obras que se están haciendo en el centro durarán meses y obligan a los alumnos a entrar por una puerta provisional situada junto a unos contenedores de basura

Accés provisional a l'Institut-escola Antoni Ubach, a Terrassa, a tocar de contenidors d'escombraries

El Instituto-escuela Antoni Ubach, en pleno barrio de Ca n’Anglada, está en obras. Esto es una buena noticia. Lo que ya no es tan bueno es que las obras se ejecuten durante el curso escolar, con maquinaria y movimiento de tierras, mientras el alumnado está en clase.

Las obras han requerido anular el acceso habitual del alumnado y se ha abierto uno de provisional. Una provisionalidad que puede durar meses. La nueva puerta se sitúa a escasos tres metros de los contenedores de basura, unos contenedores sucios que desprenden los olores previsibles cuando el calor todavía aprieta. A la hora de la salida, madres y padres se aglomeran en el breve espacio que han creado los bolardos de hormigón pintados de amarillo, entre la circulación de vehículos y los contenedores. Una estampa lamentable que pensaríamos que sólo se da en países muy pobres, donde la educación pública no tiene valor alguno.

La escena cotidiana ocurre en Cataluña, el país en el que se supone que la inversión en educación es muy alta y quiere garantizar la igualdad de oportunidades, que pretende compensar las desigualdades sociales. Pero el tratamiento que se da a las familias de los barrios más humildes es sencillamente indigno y vergonzoso y parece que quiera mostrar estas desigualdades con mayor intensidad.

El comentario más frecuente entre los docentes es: “esto no lo harían en una escuela concertada, o en una escuela del centro”.

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