«Disponer de más opciones no equivale a más libertad»

Entrevista a Jorge Riechmann

Profesor de Ética y Filosofía Política en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en el grupo Sierras, de Ecologistas en Acción, y también en Anticapitalistas. Escribe poemas y ensayos. Entre sus últimos libros, Sin bioética. Ahora, publica Bailar encadenados (Icaria).

¿Quiénes, cómo, por qué, bailamos encadenados?

El libro se subtitula “Pequeña filosofía de la libertad”, y esta imagen de bailar encadenado puede resultar sugerente a la hora de pensar sobre la libertad, porque nos remite a las muchas determinaciones a que estamos sometidos, a los vínculos que tenemos mientras estamos y actuamos en el mundo. Las cadenas serían esas determinaciones, esos nexos, esos vínculos. Pero, al mismo tiempo, si somos capaces de bailar, pese a las cadenas, quiere decir que esas determinaciones no anulan nuestra libertad. La complican, la hacen más realista, pero no la eliminan. La imagen, como se explica al comienzo del libro, procede de Nietzsche y, más actualmente, de la cantante Concha Buika que, en una entrevista, decía que somos dependientes del aire, de la comida, de que alguien nos toque para sentirnos vivos; pero a partir de que eliges de qué quieres depender, resulta más liviano. Libertad es elegir tus cadenas. Este elegir, a pesar de todas las determinaciones y vínculos es la imagen más realista de la libertad humana.

¿Tras el océano de disquisiciones que nos hemos planteado los humanos en torno a la cuestión, que es en definitiva ser libre”

Podemos hacernos muchas ideas de la libertad. Uno de los puntos de partida, que aparecen en el libro, es que mucha gente tiene hoy esa idea, yo creo que estúpida, de la libertad neo-liberal, de poder perseguir los propios deseos sin muchas trabas. De manera casi caricaturesca, a la salida del confinamiento de la pandemia, toda esta propaganda de Isabel Díaz Ayuso de Madrid como tierra de libertad, porque podías tomarte unas cañas sin preocuparse de nada más. Esto ejemplifica una idea jibarizada, mostrenca, de la libertad. Algo que nos puede confundir, porque en cuanto lo pensamos un poco nos damos cuenta de que, como es el caso, vivimos en un mundo en el que somos interdependientes y eco-dependientes. Algo que quiere decir que casi siempre nuestras acciones van a afectar a muchas otras personas y seres vivos. De ahí, toda. esta dimensión ecológica, que no podemos obviar en la actualidad. Necesitamos una noción de libertad que dé cuenta de estas dependencias y de las responsabilidades que se derivan de ser agentes morales en este mundo complejo, que es nuestra realidad. Algo que no es el universo fantaseado de los neoliberales. 

¿En tal sentido, más que un código (a veces esclerotizado), no habría que entender y manejar la libertad más como algo vivo, como el camino de Machado, que se hace al andar?

Los seres humanos somos, de alguna manera, animales inacabados, que tienen que construirse a sí mismos colectiva y también personalmente. Ahí, la idea más interesante de libertad es la de libertad como autonomía. Un término que suele ir de la mano de otro que es la heteronomía. Decimos que somos heterónomos cuando estamos guiándonos por pautas y normas que otros fijan para nosotros. En cambio, la autonomía no va ser nunca una construcción en solitario, como individuos, sino la de levantar espacios colectivos, donde nos podamos dar a nosotros mismos, nuestras propias leyes, nuestras propias normas. Este es el sentido de autonomía.  Hay una cuestión previa, de la que se habla en toda la primera parte del libro, que hace referencia a lo que pensamos sobre la libertad, cuestión que, efectivamente, recorre toda la historia del pensamiento humano. Algo que estaba ya planteado en sociedades muy antiguas, que nos acompaña de siempre, que es la sospecha de las distintas formas de determinismo arrojan sobre la sociedad. 

¿Sospechas incluso sobre nuestra propia percepción individual de la libertad?

Esa sospecha de que, aunque yo me percibo a mí mismo como un ser libre, no pudiera ser que en realidad estuviera engañándome ¿No podría ser que todo lo que hago esté determinado por causas prefabricadas? Ha habido muchas causas de determinismo no sensibles a mi propia voluntad: biológicas, económicas… Y ahora, una que se ha desarrollado con fuerza, que es el determinismo que pueden marcar las neurociencias. Ha habido en ella avances importantes, que nos hacen preguntarnos si todo esto de la libertad no sería una especie de gran ilusión ¿No podríamos ser quizás marionetas de fuerzas que están más allá de nuestro control? Una parte de libro se dedica a esta cuestión.

¿Hablando de determinismos, el famoso laissez faire, laissez passer no es algo que se ha instituido en un dogma, incluso más allá de la economía?

Si hablamos de libertades económicas, estamos, efectivamente, en sociedades capitalistas, en las cuales se valora mucho lo que se puede pensar en cuestiones como libertad de emprendimiento, de consumo…, que tienen un cierto valor, pero mucho más limitado que lo cultura dominante nos hace pensar. Es preferible tener unas cuantas opciones de consumo. Si vamos, por ejemplo, a comprar un par de zapatos, es bueno disponer de varias opciones. Pero aparece una paradoja, que han estudiado psicólogos y economistas, en cómo, a medida que van aumentando esas opciones de consumo, llegamos rápidamente a una situación de parálisis, Quizás tiene sentido probarse veinte pares de zapatos, pero su tuviera que hacerse con 20.000 o 100,000, la vida se vería trastocada. Disponer, simplemente, de más opciones no equivale a más libertad.

En cualquier caso, seguimos encadenados a referentes, comportamientos, propios de otras tiempos y circunstancias, que han sido llamativamente superados…

Pensemos también en esta libertad para abrir un negocio, iniciar un emprendimiento. Dentro de un sistema como el que estamos, capitalista, eso choca con el hecho de que el capitalismo tiende a formar oligopolios, monopolios, que hacen que esa supuesta libertad de emprendimiento quizás sea falsa. De manera todavía más importante, lo que sucede es que estamos en economías que han desbordado los límites físicos de la Tierra. Fenómeno de fondo que nos está situando ante un verdadero abismo. Ahora, hay un riesgo cierto de que hagamos de la Tierra inhabitable para seres como nosotros, si seguimos persiguiendo eso que llamamos libertad económica ¿De qué manera responde la economía convencional a todo esto? Con la idea de interiorizar los efectos externos. Si, por ejemplo, tenemos un problema enorme, como la emisión de gases de efecto invernadero, pensamos en crear un impuesto, de manera que se puedan interiorizar los daños, Pero cuando vamos al detalle, vemos que no habría prácticamente ningún negocio que se salvaría. Cosas así nos hacen pensar que hay algo completamente equivocado en la libertad económica, tal como la entendemos. 

¿Hay algo de cierto en la opinión de que Occidente, quimérico, ha estado más motivado por las ideas de libertad, que un Oriente, pragmático, apegado a la seguridad?

El contraste interesante no es exactamente Oriente-Occidente, sino entre esa idea mostrenca de libertad, de perseguir los propios deseos, sin trabas, y la idea de liberación espiritual. Esfuerzo que incluye, entre otras cosas, cierta manera de cuestionar, centrar el ego. Cierta forma de actuar, de controlar los propios deseos. Algo propio no solo de distintas filosofías y sabidurías, en la India, China…, sino también en nuestras propias tradiciones. En general, en todas las tradiciones sapienciales, las partes que tienen que ver con lo que llamamos a veces místicas, van por ahí. Tanto en Oriente como en Occidente. De hecho, es muy interesante el diálogo que se puede dar entre esas tradiciones sapienciales de las distintas culturas. En ellas, una noción importante es la que se daría entre deseos de primero y de segundo orden, que contribuyen a modular los primeros. Con sed perentoria, un deseo natural puede conducirnos a consumir muchas horchatas. Pero si eso no se frena, puede acabar mal. 

A menudo entendemos la libertad como un absoluto, un fin en sí mismo, que como un medio ¿Puede ocurrir, en tal sentido que el propio enunciado, magnificado, nos impide hacer uso de la libertad, como es debido?

Nada tiene un carácter absoluto cuando hablamos de libertad. Podemos ir hacia adelante o hacia atrás, con más o menos grados… Si pensamos en un orden político, mucha gente se puede identificar con una idea de democracia como no dominación. Organizar nuestra convivencia de modo que no haya personas que dominen sobre otras. Si ese es el fin, los medios para lograrlo son los que llamamos libertades políticas. Habría que hablar de igualdad-libertad.

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