La cotización en el Nasdaq de Barça Media suena a otro cuento chino de Laporta

Aunque pretende capitalizar en 1.000 millones de dólares los contenidos de Barça Studios, la realidad es que cerró Barça TV por ruinosa y que tanto los compradores de hace un año como los inversores de la reventa se han volatilizado

Joan Laporta, posant la primera pedra d'una acadèmia del Barça a Bishkek

La afición barcelonista se enfrenta a otro acto de fe. Este, sin precedentes en la historia del club. El desafío es realmente algo nunca visto, según han explicado sesudos y aventajados periodistas a los que se ha instruido específicamente desde el aparato de comunicación de la junta de Joan Laporta: capitalizar por 1.000 millones de dólares en acciones una sociedad denominada Barça Media, con mayoría del club (51%), que cotizará en el Nasdaq de Nueva York.

Traducido en un final feliz, representa que el FC Barcelona obtendrá, a través de esa sociedad, un beneficio directo por esa ampliación de capital, y cabe suponer que la cotización al alza de Barça Media se traducirá en otra inyección de ingresos en un club que, cuando eso suceda, ya podría estar ganando cientos de millones de la explotación del nuevo estadio.

El modo de conseguirlo, como han retirado desde esta red del aparado mediático de Laporta, no puede ser más sencillo ni tampoco más brillante. Consiste en empaquetar los contenidos audiovisuales y documental del club -o sea, el archivo de la extinta Barça TV- y añadirles, como una guinda irresistible, los productos de la nueva era digital, tales como los Fan Tokens, la monetización del Metaverso y, por descontado, los NFT, obras de arte únicas que se subastan en un mercado exclusivo de coleccionistas avezados a la caza de piezas cuyo valor puede dispararse en cualquier momento.

Sólo es cuestión de multiplicar esta expectativa por el número de fans azulgrana en todo el mundo, estimados seriamente en unos 350 millones en función de los datos e interacciones arrojados por los distintos canales sociales del Barça en las redes sociales. Los genios del equipo de progreso y de futuro de Laporta han conjeturado que, por ejemplo, si cada uno de esos fans se gasta una media de 5 euros anuales en pertenecer a este mundo tan fascinante y futurista, la facturación podría alcanzar una cifra vertiginosa de 1.750 millones. ¿Cómo no se va a poder capitalizar Barça Media en 1.000 millones de dólares fácilmente? La previsión es que habrá literalmente bofetadas por comprar tantas acciones como sea posible antes de que se disparen y su cotización rompa todos los récords. Hasta aquí, la teoría.

Al respecto, la primera reflexión es si, pareciendo algo tan sencillo, ¿por qué todavía no se le ha ocurrido a ningún otro club del planeta y mucho menos a los que ya cotizan en la bolsa tradicional como algunos de la Premier y del calcio?

La segunda tiene que ver con el escenario más terrenal del universo azulgrana, abocado actualmente a fichar a base de trapicheos, medios traspasos, cesiones inconfesables y chanchullos con los agentes de confianza de Laporta.

Lo cierto es que, al margen de que este año el Gordo ha caído en Portugal, muy cerca de la casa de Jorge Mendes, el propio Laporta lleva más de dos años intentando colocar todos eso activos de Barça Media, la parte de Barça Studios y el fabuloso y desconocido tesoro digital, sin que por ahora nadie haya picado de verdad.

La historia dice que Laporta engañó a los socios y a LaLiga hace un año cuando, gravemente apurado por el cierre del ejercicio 2021-22, se inventó contenidos ajenos a Barça Studios, una especie de golosina virtual (Metaverso y todo lo demás), los añadió al pastel tradicional televisivo y afirmó haber vendido el 49% de la nueva sociedad por 200 millones.

Los socios se lo creyeron, lo mismo que Javier Tebas, hasta que, transcurrido un año y tras haber pactado con los dos compradores -menos ilusos de lo que parecen- Orpheus Media y Socios.com que no era necesario poner el dinero ni pronto ni en demasiada cantidad, el seguimiento del plan de tesorería negociado en su día con LaLiga por la admisión de las palancas (todas ellas) dejó al descubierto un agujero provisional de 60 millones, si se da por bueno que en el momento de formalizarla cada uno de los nuevos socios aportó, como se informó con la boca pequeña, 10 millones por cabeza.

A la hora de la frustrada renovación de sus votos barcelonistas, ambas sociedades no admitieron ninguna morosidad. Al contrario: se reafirmaron en el estricto cumplimiento, por su parte, de los plazos de pagos previstos, sin duda borrosos para la contabilidad azulgrana y el control de LaLiga, que, como ya se sabe, bloqueó todas las inscripciones de jugadores hasta nueva orden. En el reajuste debido a la entrada, al menos presunta, de nuevos inversores (un fondo alemán apoyado en una consultora neerlandesa que, a su vez, aporta dinero de una sociedad chipriota desconocida a cambio de cobrar 5 millones por acompañar al Barça en construir el cebo bursátil), los socios iniciales se han borrado prácticamente, sobre todo Orpheus Media.

Ruido y comunicados del club sobre actuaciones que ninguna ha resultado ser firme, pues Laporta ha debido estirar los recursos propios para cerrar una plantilla que ya tenía y de aportar pagarés contra un patrimonio, también ignoto, para validar las altas de Cancelo y Joao Félix.

En el camino, otro probable fondo americano se quitó de en medio, de forma que aquella venta de Barça Studios de la temporada 2021-22 sigue colgada y abierta, principalmente porque la explotación audiovisual de los contenidos no es atractiva en ninguno de los mercados conocidos, nuevo o tradicional, ni existe un verdadero interés en apostar por ese gran negocio de Barça Virtual del futuro. La experiencia de subastar NFT, uno sobre Cruyff y otro sobre Alexia Putellas, no ha reportado beneficios destacados. Se han vendido en criptomoneda, lo que impide contabilizarlas de momento, y en cuanto al primero, el de Johan, el Reino Unido le impuso al Barça una multa por ocultar la información clave y obligada sobre la volatilidad del producto. O sea, del riesgo de que hoy esas obras de artes digitales hayan perdido parte de su valor.

La conclusión es que ni la venta ni la reventa de Barça Studios han aportado ni siquiera el ingreso previsto, que su contenido se devalúa dramáticamente y que la propia desaparición de Barça TV resulta una contradicción evidente. Laporta no la habría cerrado si produjera ganancias.

Por tanto, suena a otro cuento chino esa capitalización de hasta 1.000 millones de dólares que se baraja, a menos que Laporta esté dispuesto a incluir en ese negocio derechos audiovisuales nuevos como la retransmisión de los entrenamientos en directo y hacer pagar al consumidor por la información y por los reportajes, además de poner en el mercado la posibilidad de que los jugadores publiciten marcas y promociones ajenas a la actividad del club, algo que además de pasar por la asamblea encarecería aún más cada fichaje. Ninguna de las expectativas parece real excepto la intención de registrar Barça Media en los Países Bajos, de fiscalidad y leyes mercantiles más laxas, como ya se ha confirmado. La razón es evidente: Laporta ha empezado a trocear los activos del club y no quiere que nadie, los socios mucho menos, metan las narices en sus asuntos.

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