Laporta deja sola a Aitana Bonmatí en otro gesto de desprecio al fútbol femenino

El presidente tuvo miedo de parecer desleal a Rubiales y no asistió a la Gala de la UEFA, que coronó a la jugadora del Barça como la mejor de Europa, para evitar su imagen aplaudiendo su discurso contra el machismo y la discriminación

Aitana Bonmatí

Sin duda, el presidente y la plana mayor directiva y deportiva del FC Barcelona hubiera arropado a cualquier futbolista del primer equipo que hubiera sido favorito a ganar el premio al mejor del año en la Gala de la UEFA celebrada el jueves por la tarde en Mónaco. Joan Laporta, en otro gesto de desprecio y de falta de compromiso con el fútbol femenino y, lo que es peor, de respeto por sus propias futbolistas, las que han conducido al Barça Femení a conquistar su segunda Champions y a la selección española a ganar su primer Mundial, prefirió quedarse en Barcelona y dejar prácticamente sola a Aitana Bonmatí en ese momento de gloria y de reconocimiento que debió ser también de orgullo y aplauso barcelonista hacia una de sus figuras ya históricas.

Laporta la dejó sola principalmente porque sabía que Bonmatí no iba a quedarse de brazos cruzados y en silencio en este momento crítico y de máxima tensión y crisis en torno a la Federación Española de Fútbol en el que, además de la más que segura caída de Luis Rubiales, también parece que la guerra de las campeonas acabará con el seleccionador Jorge Vilda poniendo punto y final a una larguísima era de machismo, estereotipos y conductas de desigualdad y menosprecio al fútbol femenino en el seno de la Federación.

Laporta se hubiera sentido más cómodo aplaudiendo a Rubiales, sin duda el último gran representante del clásico perfil de ‘macho alfa’, en la asamblea de la Federación del viernes anterior, porque eso era lo que de verdad le pedía el cuerpo, que en la gala de la UEFA aplaudiendo la lección de entereza, personalidad y valentía de Bonmatí con un discurso fuertemente aplaudido: “Hemos sido campeonas del mundo, pero se está hablando más de otras cosas y no lo quiero dejar pasar. Me gustaría recordar lo que ha pasado. Como sociedad, no debemos permitir que haya abuso de poder en una relación laboral y faltas de respeto. Desde mi compañera Jenni, a todas las mujeres que os hacen lo mismo, estamos con vosotras», dijo junto a Erling Haaland, el ganador en la categoría masculina, otro de los fracasos de Laporta en su despilfarro de 860 millones invertidos en reforzar el equipo para conquistar la Champions.

Laporta tampoco quería que se le viera junto al goleador del último campeón de la Champions, el Manchester City, el futbolista noruego que había rechazado sin pestañear la propuesta azulgrana incluso después de hablar con Xavi por la sencilla razón de que, en ese momento, ni el presidente le hizo una oferta creíble, igual que con Messi, ni estaba de verdad interesado en ese perfil de jugador joven y extraordinariamente dotado para el gol. El presidente azulgrana ya tenía en la cabeza fichar a Lewandowski de la mano de su amigo y comisionista Pini Zahavi, otro talento indiscutible del área, aunque con 32 años y ya en el tramo final de su carrera.

Había otro motivo que alimentó la desgana presidencial para no asistir a la Gala de la UEFA además de no que querer representar un acto de indudable rechazo a la figura de Rubiales, que sigue siendo uno de sus ídolos en la intimidad, derivado de ese dominio y protagonismo internacional del fútbol azulgrana en el ámbito femenino que, se quiera o no, forma parte de la herencia recibida de la etapa de Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu, pues fue bajo su administración cuando se adoptó al medida pionera de profesionalizar la sección y estructurar el fútbol base a imagen y semejanza del modelo de la Masia. El resultado, la primera generación de oro, comparable a la de Messi, con el resultado de dos Champions y un Mundial además de dos Balón de Otro para Alexia Putellas (2021 y 2022), trono en el que puede sucederla otra crack de la cantera azulgrana como Bonmatí, que también hizo pública su reivindicación a favor de la acogida e integración de los refugiados por parte de la UE después de proclamarse campeona de Europa.

La excusa insultante y lamentable de Laporta para dejar sola y abandonada a la campeona azulgrana, además de obviar y renunciara a la oportunidad de engrandecer el prestigio y la imagen del club ante todo el fútbol europeo, fue la necesidad urgente de resolver los últimos movimientos del mercado, salidas y fichajes, complicadas básicamente porque la reventa de Barça Studios para disponer del margen salarial suficiente ha sido, por segundo año consecutivo, una farsa alimentada con los mismos trucos mediáticos de siempre.

Pero ese era un problema que la junta de Laporta conocía desde hace semanas y desde hace meses, enfrentada a la misma dificultad de siempre que, en cambio, no le impidió viajar el lunes y el martes de esta misma semana a Kirguizistán a inaugurar, sorprendentemente, una Barça Escola junto al presidente totalitario de aquel país y de la familia de su responsable de seguridad -también de la fuerte represión social y de las torturas denunciadas por Amnistía Internacional-, impulsores de la academia de fútbol azulgrana.

¿Cuáles son de verdad las prioridades de Laporta? Su agenda de esta semana habla por sí misma, no sólo de sus intereses personales, algunos oscuros y ensombrecidos, como ese impulso de regalar su presencia a las autoridades de Kirguizistán, por el dantesco recuerdo de sus negocios en Uzbekistán. También revela esa indiferencia, elevada ahora al grado de insulto al fútbol femenino y a las campeonas azulgrana por su miedo a parecer desleal a los ojos de Rubiales, y su absoluta incapacidad para gestionar los recursos del club.

Laporta se enfrenta a otro último día de mercado con los mismos deberes pendientes que hace dos veranos, sin fondos, con las mismas mentiras sobre inversores fantasmas en el negocio audiovisual y digital y su infatigable empeño en darle a ganar dinero a sus agentes de confianza, esta vez a Jorge Mendes, al que le viene bien mover a Ansu Fati para hacerle hueco a Lamine Yamal (pendiente de una renovación de oro) y a João Félix, además de poder cerrar alguna operación con João Cancelo, todos ellos jugadores a los que representa el intermediario portugués. Otro escándalo made in Laporta, agónico y seguramente cerrado con alguna ingeniería contable y financiera de la que el único perjudicado será el Barça, otra vez.

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