Pere Aragonès se ha atrevido con Soteras, pero no con Laporta en la crisis Rubiales

Aunque Laporta ha mantenido una actitud igual de cobarde y vergonzosa, el presidente de la Generalitat sólo ha presionado al de la Federación Catalana

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, i el president del Barça, Joan Laporta

Foto: @perearagones

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha pretendido aprovechar la crisis Rubiales para mover sus propios intereses contra el presidente de la Federación Catalana de Fútbol (FCF), Joan Soteras, al que desde el propio Govern se ha instado a dimitir, no sólo de su cargo en la ejecutiva de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) sino como primer representante del fútbol catalán.

Pere Aragonès reaccionó con una especial beligerancia el pasado viernes, coincidiendo con la celebración en Madrid de una asamblea de urgencia de la RFEF, ante la que consideraba una tibia respuesta al tsunami social, pero sobre todo del colectivo del fútbol femenino por los hechos especialmente graves de la final del Mundial. “Esperamos una posición mucho más contundente de los representantes del fútbol catalán. Los valores deportivos deben defenderse en el campo, en las gradas y en las asambleas federativas. Así, no”, proclamaba un tuit del propio presidente Aragonès, cuestionando directamente que Joan Soteras no hubiera dimitido de la junta de Luis Rubiales, que hubiera aplaudido partes de su discurso y que, en sus primeras declaraciones, justificara esa postura sobre la base de que Rubiales había dado sus explicaciones y se había disculpado con argumentos “creíbles”, según dijo Soteras.

Para entonces, el RCD Espanyol se había posicionado inequívocamente exigiendo la dimisión de Luis Rubiales, como el Girona, mientras que el FC Barcelona quedó igual de retratado que Joan Soteras con un comunicado en el que, de forma pusilánime, no iba más allá de censurar los gestos del presidente de la Federación, dando también por buenas sus explicaciones y su continuidad si así lo decidía la asamblea. El Barça fue el último de los clubs catalanes en decidirse por adoptar una postura, que resultó blandengue e inaceptable viniendo de un club que presume no solo de sus valores, sino también de ser un referente social y mundial a la hora de mostrar una conducta ejemplar, como lo profesan sus estatutos, sobre la defensa de la igualdad de género y en la lucha por la erradicación de las actitudes machistas en el deporte.

Peor aún, el Barça salió al paso de la tormenta, tarde y mal, en dirección opuesta a la de sus jugadoras internacionales y campeonas del mundo que acababan de firmar un acto de lucha y de rebelión sin precedentes, negándose a seguir jugando para la selección si continuaban en sus puestos Luis Rubiales y el seleccionador Jorge Vilda. Sin embargo, Pere Aragonès no se atrevió con el Barça y mucho menos con Joan Laporta, un poder fáctico en la nómina soberanista de Carles Puigdemont, que removió cielo y tierra desde Waterloo para que el actual presidente azulgrana resultara ganador de las últimas elecciones.

El resto del independentismo, con Pere Aragonès a la cabeza, también cerró filas en su día arropándolo en un cargo desde donde, a la hora de la verdad, Laporta ha defendido mucho más los intereses del Real Madrid, apoyando la Superliga y formando un frente común contra Javier Tebas de la mano de Florentino Pérez, y en defensa del “pequeño imperio” de Luis Rubiales, al que ha intentado proteger más allá de los límites, de los estatutos del Barça, de la voluntad expresada por sus futbolistas del Barça Femení y de miles de socios que no alcanzan a comprender esa lealtad ciega a favor de un presidente como Rubiales.

Como siempre que la política protagoniza un caso de injerencia en el deporte, las consecuencias tienden a ser contrarias a las deseadas. Pere Aragonès, en su intento de complacer a un sector del independentismo que dio su total apoyo a Juanjo Isern, ex-cargo de la Generalitat, en las agitadas elecciones a la presidencia de la Federación Catalana, fue más allá de sus atribuciones y forzó que un miembro de su Govern, la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, convocara a Joan Soteras para una reunión que debía ser, en principio, discreta y a favor de que el fútbol catalán mostrara una línea de actuación coherente y enérgica contra Luis Rubiales y lo que representa.

Joan Soteras interpretó a su modo las consignas de Palau. Dimitió de su cargo en la Federación Española y en la siguiente convocatoria, respondiendo a la llamada del nuevo presidente interino, Pedro Rocha, firmó a favor de la dimisión de Rubiales y de la destitución del seleccionador Jorge Vilda, de acuerdo a una estrategia que, en principio, responde a la voluntad de realizar una ‘higiene’ interna por parte de la propia estructura federativa.

A estas horas, y pese a que Joan Laporta tuvo que endurecer el discurso azulgrana antes del partido de Villarreal, aunque en ningún caso pedir la dimisión de Rubiales, Pere Aragonès ha obviado el triste y patético papel del presidente azulgrana, mientras que ha recrudecido su hostilidad contra Joan Soteras. El pasado martes, por boca de la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, se instó a Joan Soteras a dimitir de la Federación Catalana de Futbol por el caso Rubiales: “No es la persona adecuada para continuar en el cargo” , afirmó, tras no ser suficientemente “contundente” en su postura. Plaja ha insinuado que en la reunión con Vilagrà, Soteras fue reprendido y corregido por adoptar otro tipo de actuaciones.

Por su parte, Soteras ha sido tajante: “No me iré”, y ha expresado su malestar por el tratamiento de esa reunión: “Si era privada, como nos plantearon, debía mantenerse así. Desde luego -ha añadido-, a mí no me llama nadie al orden ni desde la política me tienen que decir lo que debo hacer”.

(Visited 73 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario