Laporta intensifica el ‘bullying’ contra los socios del Barça que van a Montjuïc

Cabreo mayúsculo en el primer partido de Liga por el proceso de asignación de las peores localidades para los 'nuevos' abonados, más errores informáticos, opacidad, retrasos en la gestión y negligencia en la OAB

El Estadio Olímpico de Montjuïc el último Gamper

Sólo pocos medios, aquellos que conservan todavía un cierto grado de dignidad y sentido de la ética profesional, dedicaron esfuerzos informativos y redaccionales a detectar, investigar y dar detalles del atropello de la junta de Joan Laporta a los pocos socios que persisten en un subir a Montjuïc y animar al equipo, aunque sea, como el domingo pasado por la tarde, en circunstancias climáticas tan adversas. Las crónicas explican que, para empezar, los socios abonados, o propietarios de un pase de temporada como prefiere referirse la junta a esta nueva condición de seguidor fiel y testarudo pese a las trabas que les ha impuesto, una tras otra, Laporta y su obsesión por castigarlos, debieron avisar al club 72 horas antes de su intención de ir al partido para no perder el derecho de uso de una localidad que, por cierto, han pagado por adelantado.

Los responsables directivos y ejecutivos de este verdadero acto de ‘Bullying’ contra los socios más leales se negaron a informar a los medios del dato clave sobre cuántos de ellos confirmaron su intención de acudir al Estadio Olìmpic en proporción a los 16.684 que, finalmente, se decidieron por adquirir su pase de temporada. Deberían ser pocos los ausentes tratándose de barcelonistas que, por su actitud y su demostrada y firme decisión de no dejar solo al equipo en este exilio, optaron por pagar un abono tan complicado y antinatural, diez mil de ellos incluso cuando costaba el doble antes de que Laporta reconsiderar los precios y accediera a conceder una rebaja.

Aquella primera tarifa, inasumible e injusta, ya fue un serio aviso de las sombrías intenciones de Laporta de despejar la grada en beneficio de la venta de entradas más caras y rentables a turistas y visitantes.

Con motivo del primer encuentro válido para el uso del abono, la segunda incidencia diabólica la sufrieron los socios en el proceso de asignación de la localidad, que no es fija, en espacios del estadio con mala visibilidad o demasiado baja, que viene a ser lo mismo debido a que la pista de atletismo separa tanto el campo de las grada que la visión del juego resulta especialmente poco atractiva.

La prensa explica que un número indeterminado de socios, descontentos con esta dinámica y el resultado final de estar emplazados en los peores asientos, decidieron reubicarse por si cuenta en los huecos visibles de las gradas más elevadas sin que los propios empleados del club se atrevieran a discutirles o negarles el paso a la vista de su malestar y cabreo.

¿Cuántos fueron los socios incómodos o descontentos con los criterios de asignación de localidad? Se desconoce, aunque sí fue más visible y sonora la protesta de un grupo de socios a quienes no se les informó en tiempo y forma de su posición y debieron aguardar hasta tres horas en la OAB provisional a que se resolviera un fallo informático -otro más- y alguien fuera capaz de emitir tickets en condiciones. Los afectados no pudieron ocupar su asiento hasta el minuto 30 de partido gracias a otra chapuza de una departamento como el de Ticketing que acumula quejas, negligencia, errores y sospechas de que buena parte de ese descontrol aparente, principalmente con secuelas regularmente perjudiciales para los socios, ocultan favoritismos a favor de las agencias oficiales, las que son ‘amigas’ del presidente y de directivos, con pedidos y demanda de entradas en grupo y de calidad con las que se obtienen enormes beneficios en la intermediación; no a favor de la caja azulgrana. No hace falta ser un genio para intuir dónde está el verdadero negocio de este tipo de operaciones.

La otra prensa, mayoritariamente laportista, se ha referido a estos mismos hechos, gravísimos en contra del respeto y del servicio debido a los socios del FC Barcelona, como incidencias leves y anecdóticas, destacando la mejora en la asistencia al Lluís Companys que fue de 39.603 aficionados sobre un aforo total de 49.472 superando los 35.224 del Gamper contra el Tottenham.

Las cifras, se miren como se miren, siguen siendo flojas y decepcionantes si se comparan por ejemplo con la entrada del Gamper, sin abonados, del último celebrado antes de la pandemia, el 4 de agosto de 2019, con una asistencia de 98.812 espectadores. En una Barcelona masivamente invadida por los turistas como hace cuatro años el ‘pinchazo’ es espectacular e indiscutible. Lo mismo sucede con el primer partido de Liga, frente al Cádiz, todavía en plena temporada turística alta y se calcula que con un paquete de venta libre al público de 40.000 localidades.

Montjuïc sigue siendo una alternativa muy poco atractiva para cualquier tipo de aficionado y lo será cada vez más si la directiva de Laporta mantiene esta abierta y hostil actitud hacia los socios abonados que se empeñan en seguir siendo del Barça a pesar de todos los obstáculos. Finalmente, como ser veía venir, la directiva no se atrevió a recortar, como había anunciado, el aforo de la Grada d’Animació. Aún no.

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