Lluís Carrasco lleva al extremo su fanatismo laportista atacando a Koeman

El publicista asignado al aparato mediático del presidente acusa al exentrenador de haberle costado "decenas de millones al Barça", con un discurso marcado por la intolerancia y sobre todo ignorante

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco se ha convertido, por méritos propios, en una de las voces del entorno laportista más ignorante, impresentable y manipuladora. Es la consecuencia directa de representar ese papel de guardaespaldas mediático del presidente Joan Laporta que le toca hacer, como a otros del mismo estatus, exhibiendo una lealtad ciega y combativa del proyecto a cambio de asegurarse un protagonismo en la prensa y en el palco absolutamente claves para sus intereses profesionales y su ambición personal, ilimitada. Carrasco sirve al aparato laportista y a la causa siendo un instrumento repetitivo -y aburrido-, impuesto por Laporta en determinados medios y tertulias estratégicas, y, como los bomberos, obligado a apagar los incendios que surjan en cualquier momento y a la hora que sea, también con la esperanza de entrar en algunos viajes con el equipo y de ciertos privilegios para él o para sus amigos o círculo profesional.

Según algunas fuentes próximas a la candidatura de Laporta de 2021, la fórmula para pagar los servicios prestados a algunos proveedores pasaba por prometerles entrar en ese circo mediático que para el sostén social de la directiva se vuelve cada vez más necesario.

A Lluís Carrasco, publicista, se le da bastante bien fantasear continuamente con la realidad del club e inventarse un relato en el que las dotes y el ingenio de su presidente Laporta resultan infalibles, coherentes y quirúrgicamente precisos para la resurrección de un club que, él más que nadie, considera que heredó en las peores condiciones posibles exclusivamente por culpa de la junta anterior.

Ciertamente, es un soldado eficaz y vehemente ante los micrófonos, por suerte para él apareciendo en programas y espacios donde nadie le pueda replicar ni en opiniones ni con datos que, inequívocamente, destrozarían su reputación y credibilidad, suponiendo que se la haya ganado más allá de haber sido designado e impuesto en las tertulias y entrevistas barcelonistas por un orden superior a él, al que le debe sumisión, obediencia y un montón de favores.

Su colección de tuits y declaraciones, compendio de la propaganda laportista más totalitarista, intolerante y antisocial, no soporta, con la perspectiva del tiempo, el menor análisis de contenido ni de certidumbre ni de pronósticos. Por poner un ejemplo, se pasó semanas celebrando el regreso de Messi esta temporada, dando por hecho y defendiendo el fichaje porque en el inframundo de su relación Laporta se lo había afirmado y él, claro, se lo había creído.

Hace apenas unos días, al saber que los abonados del Barça sólo habían adquirido 16.864 localidades, afirmo que «si Montjuic no arranca será culpa de los socios, somos los que tenemos que realizar este esfuerzo, pues estamos en un momento en que hace falta complicidad y solidaridad con el club. Hay que ir a Montjuic».

No parece muy inteligente ni educado acusar a los socios a los que han echado de su estadio, pues se votó en su día una reforma posible y en el mismo periodo de tiempo sin traslado a Montjuic, de falta de barcelonismo y de responsabilidad, sobre todo cuando, además, hace dos meses Laporta intentó darles un sablazo con una subida de precios perversa y traicionera que, por cierto, no ha acabado colando.

Otro insulto por su parte a la inteligencia de los socios lo vertió en una entrevista en el entorno de TV3, la televisión de Laporta, a donde acudió expresamente para insultar y atacar, mintiendo, por supuesto, a Ronald Koeman, por unas declaraciones sobre los fichajes de la era Laporta: «No se puede discutir a Gündogan o Lewandowski, -dijo-, pero no puedes fichar cada temporada a dos o tres jugadores de estas edades. Un fichaje de un jugador de 22 años es mejor que uno de 32 o 33, pensando en el futuro».

Desproporcionada, la réplica de Carrasco, sin duda por encargo, contuvo afirmaciones singulares, además de duras: «Koeman es parte del problema. Fue un error que al Barça le costó decenas de millones. Laporta le dio la oportunidad de seguir seguramente porque no tenía dinero para pagarle la indemnización y que saliera. Siguió y fue una temporada desastrosa. Salía de los entrenamientos a la carrera para mejorar ese swing que veo que no ha mejorado demasiado… no pasaba demasiadas horas en la Ciutat Esportiva. Me molesta este resentimiento, el revanchismo y el sarcasmo».

Cuando menos es discutible, por no decir que malicioso y perverso de verdad, imputarle al club un perjuicio de «decenas de millones», teniendo en cuenta, por un lado, que fichó en tiempos de pandemia, con una ficha reconocidamente baja y que difirió su cobro cuantas veces se lo pidió el club, siendo el primero en el vestuario en aceptar las rebajas unilaterales impuestas por Josep Maria Bartomeu. Por otro lado, a Koeman se le debe atribuir el mérito de atreverse a defender su banquillo con jugadores como Pedri, Gavi, Araujo, Abde, Balde, Nico, Ilaix Moriba y algunos más que se han consolidado en el primer equipo (Pedri y Gavi han sido Balón de Oro en su categoría) o han rentabilizado extraordinariamente sus traspasos y cesiones. En todo caso, fruto de esa filosofía, el equipo inició una necesaria regeneración, además de asumir como un hombre de club, sin rechistar ni quejarse, las sucesivas bajas de Luis Suárez, Messi y Griezmann.

A diferencia de Xavi, que ha llorado desde el primer día por todo, pero sobre todo por falta de refuerzos de nivel, Koeman encajó las decisiones de la institución en cada momento. Lluís Carrasco olvida que en la primera temporada ganó una Copa del Rey y que solo circunstancias internas muy extrañas le impidieron ponerse líder a poco del final de la Liga. Tampoco analiza debidamente que la segunda temporada, «desastrosa» según su opinión, Xavi no la mejoró -al contrario-, eliminado de todas las competiciones pese a los cuatro refuerzos del mercado de invierno.

Tampoco sería como para aplaudir a Laporta, siendo él su primer fan, el reconocimiento de que después de años de oposición a Bartomeu, de largos meses de campaña y de asumir la presidencia el 17 de marzo de 2021, el recién elegido presidente, además de echar a Messi en lugar de renovarlo, no supiera a quién poner de entrenador en julio de ese mismo año después de pasarse el verano echándose unas buenas siestas, circunstancia que le llevó a mantener en el banquillo a Koeman finalmente. Si fue un gran error, como asegura Lluís Carrasco el oportunista, Laporta fue siendo el único responsable de su continuidad, sin duda para aprovecharse del talante de Koeman a la hora de no provocar un incendio al quedarse de golpe sin Messi a pocos días de empezar la Liga y luego a Griezmann. El técnico holandés se conformó con el refuerzo de Luuk De Jong como recambio goleador.

Nada que ver con los recurrentes y más que mediáticos lamentos de Xavi, al que Laporta ya le ha fichado 14 jugadores de primer nivel en un año y medio, y sigue quejoso porque le falta el sustituto de Busquets y un lateral derecho.

«Es un fracaso que no haya un mediocentro de la cantera para sustituir a Busquets», ha rematado Carrasco con su última verborrea sobre la actualidad. Ignora, claro está, que el Barça ha vendido futbolistas de la casa de ese mismo estilo, uno detrás de otro, a lo largo de los 15 años que Busquets ha sido el mediocentro titular indiscutible, entre ellos Oriol Romeu. El desconocimiento, la ignorancia y la estulticia rivalizan en Carrasco a la hora del análisis futbolístico, otro terreno en el que ciertamente descarrila por culpa de su fanatismo, pues esa calificación de fracaso sería extensible a no haber formado uno o varios Messi, otro Xavi, otro Iniesta u otro Piqué. No entiende, por tan lego en la materia, que los jugadores irrepetibles como la generación de oro de la Masia son eso mismo: irrepetibles.

Otra cosa es que, como hizo Guardiola cuando apostó por Busquets -al que nadie conocía ni había sido internacional juvenil antes de ser titular-, o también Koeman jugándose el banquillo con los jóvenes, Xavi sea tan valiente como ellos y se arriesgue a mirar en la cantera.

En cambio, personajes como Carrasco, intolerantes, pusilánimes y palmeros que hablan demasiado de lo que no saben y que además pontifican, hay tantos que hasta sobran en el entorno azulgrana.

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