Eduard Romeu amenaza y humilla a la oposición escondida detrás de Llopis

A los grupos de opinión infiltrados en sus filas los ha intimidado advirtiendo que pagarán con su patrimonio personal si envían más burofaxes a la junta y, sorprendentemente, han sacado bandera blanca

Eduard Romeu

Ahora que lo han echado de las eléctricas y se ha de buscar la vida fuera del sector, Eduard Romeu pretende vivir de los réditos, imagen y prestigio de ser vicepresidente económico del Barça, un cargo al que accedió gracias al dinero de otro, el del aval aportado en su día por el multimillonario de Badalona José Elías, propietario de Audax entre otras empresas. En su desesperación por sacar el máximo provecho de este asidero, Romeu ha perdido los nervios y acaba de amenazar directamente a los socios que no se han tragado sus bulos y cuentos sobre el Espai Barça, profundamente preocupado por si, además, se atreven a impugnar el controvertido acuerdo de financiación y le desmontan el chiringuito con el que sueña perpetuarse de algún modo en la órbita azulgrana. De Romeu se sabe que tras una etapa de cierto distanciamiento con el resto de la junta, y de jugar al gato y al ratón con Joan Laporta, finalmente ha entrado en una dinámica de absoluta lealtad y alineamiento con Laporta al mismo tiempo que dedica la mayor parte de su tiempo a crear su propio lobby de prensa y a intentar distinguirse del resto de la junta como futuro aspirante a la presidencia en el formato que sea.

Por su poca relación personal anterior y por falta de galones, Laporta lo había venido utilizando durante mucho tiempo como un simple bufón para sus embustes y montajes cuantas veces le ha hecho falta, fuera para justificar cómo echar a Messi o para reficharlo, para exagerar desmedidamente la herencia o para mentir sin la menor vergüenza sobre el Espai Barça, pues Romeu no tenía otro valor añadido que el de servir a los caprichos y desmanes de la presidencia tras la eliminación del aval directivo y que el destino lo convirtiera en un extraño y solitario lobo dentro de la junta.

Sobrado de ambición y apremiado por el riesgo de quedarse en el paro, en los últimos tiempos ha aprendido a girar rápidamente en la misma dirección del viento presidencial y a falsear la realidad hasta el extremo de creérsela y de confundir esos cachetes complacientes de Laporta con el derecho y la autoridad suficientes para enseñarle los dientes a los socios que le critican o que, con argumentos palmarios, le han hecho quedar como un ignorante, un mentiroso y un embaucador sobre el Espai Barça.

«Lecciones las justas», dijo Romeu a los periodistas en clara alusión y respuesta a Jaume Llopis y al grupo de socios que han enviado a la comissió econòmica estretégica del club diferentes requerimientos y consultas sobre su papel en la validación de la financiación del Espai Barça, especialmente intentando determinar el rigor o la inexactitud de ese plan respecto del acuerdo asambleario bajo el cual ha actuado la junta directiva a la hora de cerrarla con los inversores.

«Estos burofaxes se dirigen en términos inadmisibles a la comisión económica y al Síndic del Soci, que son personas totalmente reputadas y de una moralidad intachable que se ven acosados por ciertos escritos que no tienen sentido. No puede ser. Y todo porque no tienen narices de hacerlo directamente al club. Ante cualquier repercusión que pueda tener ante terceros y que cree un perjuicio al Barça por ciertas afirmaciones en negativo, seremos implacables y tendrán que responder del daño que le provoquen al club con su patrimonio. No vale todo y las formas tampoco. Que haya grupos de opinión me parece bien, pero hay que cuidar las formas. Los responsables de la comisión económica no se merecen los términos en los que se les dirigen», ha dicho Romeu.

Por vueltas que se les den a estas afirmaciones lo que hizo Romeu, de forma inadmisible, fue amenazar a los socios discrepantes de la gestión o, lo que es aún peor, a socios que, en su legítimo derecho, han dirigido a estamentos del club preguntas o consideraciones pendientes de respuesta, precisamente por la opacidad, confusión y deliberada voluntad de faltar a la transparencia debida del propio vicepresidente económico en su presentación del acuerdo el pasado mes de abril.

La documentación posteriormente conocida con todos sus detalles sobre la financiación ha demostrado que aquella presentación fue un engaño y un montaje mediático que, sin embargo, ha reforzado el mimetismo de Romeu con respecto de Laporta a la hora de reaccionar con más determinación, agresividad, convicción y reafirmación de sus embustes ante la opinión pública barcelonista. En definitiva, la misma táctica de su presidente, imitativa de un estilo y actitud que, debe admitirse, da excelentes resultados en cuanto al control mediático y el éxito de repetir hasta la saciedad un relato que, no siendo verdad, acaba siendo asumido, interiorizado y aceptado como cierta en la opinión pública.

Finalmente, la cuestión de la amenaza enviada por Eduard Romeu al grupo de firmantes de los burofax de Jaume Llopis ha generado reacciones tan sorprendentes como significativas del grado de sometimiento y miedo al aparato laportista. Nadie de los amenazados ha salido a defender la libertad de expresión y legitimidad democrática de expresar su opinión y de plantear abiertamente sus preguntas y dudas. Al contrario, parece que los aludidos han aceptado un acercamiento y una contacto con la esperanza de suavizar la relación, como si realmente el ataque impresentable y tiránico de Romeu hubiera causado el efecto deseado de atemorizarlos.

Sospechosamente, entre las filas de Llopis se han infiltrado socios de los grupos de opinión, entre ellos varios de los que, como el colectivo Ágora Blaugrana, siguen esperando las respuestas a las 88 preguntas dirigidas a la junta sobre la licitación de las obras del estadio a favor de Limak. Ya hace meses que esperan, pese a las promesas de la propia vicepresidenta institucional, Elena Fort, de que serían atendidas. El listón de su capacidad para humillarse y ridiculizarse ante la indiferencia, la soberbia y el clasismo de la junta de Laporta no parece tocar fondo. ¿Aún no se han dado cuenta de que fueron utilizados por ese entorno laportista para erosionar y echar a Josep Maria Bartomeu, sólo para la guerra sucia, y que luego han sido pisados y maltratados sin el menor respeto? No quieren abrir los ojos ni admitir que cuando se han puesto algo molestos han sido despreciados y olvidados por personajes que, como Eduard Romeu, además los han amenazado. En otras circunstancias, si no fueran esclavos de su propio pasado como oposición, de todas las maniobras y acciones que llegaron a cometer contra Bartomeu y que Laporta conoce íntimamente, habrían exigido la única solución digna a estas amenazas: la dimisión del vicepresidente económico. En cambio, la sensación es que temen que les dé otra regañina.

(Visited 214 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario