«Hay alguien que sabe si esto fue una estafa, un encargo o un montaje»

Entrevista a Mar Padilla

Periodista. Interesada por la gente, estudió antropología. Escribe en diferentes medios y participa en proyectos sociales, lo que le permite “patear la calle y hablar con las personas”. Autora de “Asalto al Banco Central” (Libros del K.O.), su primer libro.

Has escrito un libro sobre el asalto al Banco Central, 42 años después ¿Sigue siendo el asunto un misterio?

Algo sí. Hay cosas que he llegado a saber de cerca, pero el misterio no está resuelto. Se han despejado dudas, y hay muchísima más luz, después de hablar con gente que estaba metida en el meollo del asunto. No con los políticos, portavoces… He buscado a personas que estuvieron allí, físicamente, con perfiles muy diferentes, para buscar una aproximación que, de lo contrario, no es real.

¿Supervivientes, ya longevos?

Hay un poco de todo. Teresa, una de las rehenes, es una mujer de casi 80 años, pero el número uno, José Juan Martínez Gómez, el jefe del asalto, tenía entonces 25 años, y ahora tiene 67. Otros rehenes están en torno a los 70. A pesar del tiempo transcurrido, personas implicadas que aún lo pueden explicar de viva voz.

Dices que el libro, más allá de la crónica del suceso, es una reflexión sobre la naturaleza de la verdad… 

Si, empiezas, como periodista, a indagar en el hecho y, al final, te hace pensar en la verdad con mayúscula, minúscula, las verdades… Hay una cosa como muy posmoderna que dice que la verdad es de cada uno, pero hay verdades que si existen. Más allá del rollo filosófico, en el asalto al Banco Central, los rehenes, desde el primer momento se dieron cuenta que los asaltantes eran unos chorizos, y que lo que querían era el dinero. Teresa coincide en esto, pero añade que tuvo la sensación de que había alguno de extrema derecha, No es descartable, como dice el número uno, que el asunto fue un encargo para hacerse con unos papeles sobre el 23 F, que estaban depositados en el banco. Cada uno tiene su verdad, pero sí que hay cosas compartidas y reales. Y hay alguien seguro que sabe si eso fue un timo (un timo del tocomocho, al país) como dice uno de los saltantes, un encargo o un montaje. 

En cualquier caso, en esto de la verdad hay que ir con cuidado…

Si, pero no se puede reducir la verdad a que es algo relativo. Hay cosas que son de verdad y pasan de verdad. Si alguien está mal y así lo siente es que está mal. Lo de las verdades de cada uno, como un pret a porter, es engañoso. Hay que entender la verdad como una aproximación. Nos han hecho mucho daño cosas como la “verdad absoluta”. En el asalto al Banco Central hay una zona de sombra que tiene mucho que ver con el papel, o papelón del Gobierno en el momento. Algo que también hay que relativizarlo a estas alturas porque, claro, las cosas eran entonces bastante diferentes. Una de las tesis que se han manejado es que el episodio fue una especie de fraude, consecuencia de una cierta picaresca de la transición. En ella el Gobierno queda retratado de manera nada agradable. Había una psicosis golpista real. La intentona de Tejero se había producido tres meses antes y, con dos años de anterioridad, Tejero estuvo implicado en otro amago de golpe, por el que fue condenado a tres meses de cárcel. Habría muchos intentando asediar realmente la democracia, que era algo tan joven, tan ineficiente y blandita… Si alguien que intenta cargársela, y se le condena solo a tres meses, que pasan volando… En ese momento hay muchos movimientos raros: Suárez dimite, ataques terroristas de unos y otros, ETA, desorden, militares envalentonados…

Dices en tu libro que, sea como sea, lo que sí parece seguro es que el dinero fue el móvil del robo…

Esto seguro. Al asalto lo llamaron “Operación Galaxia”, que fue el nombre que se dio a la reunión de Tejero con Ricardo Sáez de Ynestrillas, en la cafetería madrileña “Galaxia”. Esta cuestión del dinero es importante porque, empezando por el número uno, en el asalto se percibe mucha luz de gas. Hay que partir del hecho de un ladrón de bancos lo primero que quiere es el dinero. Es obvio. Una de las cosas que encontré en un archivo de la Delegación del Gobierno aquí, en Barcelona, y me ayudó mucho fueron papeles en los que se daba cuenta de que la policía había encontrado dinero en el hotel de al lado del Banco Central. En su salida, los atracadores habían sacado, efectivamente, dinero. Hay un momento, cuando los geos entran en el edificio, en que un pequeño grupo consigue saltar por la azotea, al hotel de al lado. De hecho, dos asaltantes consiguen esconderse allí, con una saca de dinero. Uno de ellos logró escaparse y otro fue detenido. La segunda tesis, de la cual no tengo ninguna prueba, pero que me parece plausible, se refiere a que, en un momento tan turbio, no se podía descartar alguna conexión entre los delincuentes y policías. José Juan dice que la policía francesa le había rebajado alguna pena, a cambio de favores.

¿O sea, como confidente…?

José Juan había estado detenido en varis ocasiones. Me contó que, cuando vivía en Sant Felíu de Gixols, a finales de los 70 (con su mujer en aquel momento, y el hijo de otro, que era un policía francés) fue detenido. Todo conduce a pensar que pudo hacer de confidente para la policía, aunque él dice que no. 

¿También dice que había sido anarquista?

He hablado con personas anarquistas, muy destacadas en aquel momento, de la Barceloneta…, que Juan dice estuvo con ellas. Por ejemplo, la hija de Durruti dice que pasó por su casa. Federica Montseny, al parecer, también. En el 77, cuando la Amnistía, el hizo cosas: participó en atracos para cajas de resistencia… Juan estuvo en las filas anarquistas mucho tiempo, donde se sufría mucha represión y, seguramente, eran objeto de bastante penetración policial. Era un movimiento muy importante en aquellos años e hicieron todo lo posible por desmantelarlo. Puede que, en tal contexto, colaborara con la policía o, simplemente, abandonó el anarquismo. También pudo ser que gente de extrema derecha estuviera conectada a esto. José Juan mantiene la tesis de que le hicieron un encargo, para sacar unos papeles comprometedores en el Banco. Nadie ha encontrado esos papeles, pero no es descartable que en torno al 23 F hubiera documentos… Un colega periodista vasco me decía que su padre, estando en Madrid, en los días previos a la intentona oyó rumores sobre un golpe de Estado. Era una comidilla.

En algún momento, también se mencionó alguna conexión extranjera en el asalto al Banco ¿Algo real o simple cortina de humo, muy al uso en estos casos?

A finales de los 70, sí que hubo grupúsculos de extrema derecha que circulaban con bastante tranquilidad por Barcelona y Madrid, y tenían conexiones con grupos de aquí. Los historiadores que se han interesado por el asalto, no han visto ninguna relación, pero en su primera declaración, José Juan no habla del CESID, de Manglano…, sino que era un encargo de la extrema derecha. No parece descartable la vinculación de la extrema derecha con personas de otros países. 

¿Siguiendo con la verdad, la película “Asalto al Banco Central”, con José Sacristán, ha sido interpretada como una narración creíble de los hechos?

La película es muy curiosa, porque se hace muy poco después del asalto, algo que refleja su importancia. En aquel momento, tuvo su impacto, pero después ha pasado sin pena ni gloria. No fue como “El caso Almería” de Pilar Miró. Pero a partir de una encuesta que se hizo al poco del asalto, la lectura de la ciudanía era muy fatalista. Se interpretaba que el asalto tenía una relación directa con la extrema derecha, y mayoritariamente se opinaba que podría haber otro golpe de Estado.

¿Tuvieron algún papel relevante en el asalto, digamos, autóctonos?

De los integrantes de la banda, casi ninguno era catalán, aunque vivían aquí. José Juan vino a Barcelona a entregar algo importante a un grupo anarquista de la Barceloneta, que le pidió un vecino suyo de Almería. Luego, a los cuatro años de cumplir condena, aprovechando un permiso carcelario, se fugó. Vivió en Perpiñán, y siguió haciendo atracos.

¿Los rehenes, protagonistas de primer orden, cómo rememoran los hechos?

El libro es también un homenaje de recordatorio para las 243 personas que se en encontraban dentro del banco en el momento del asalto. Un día fueron a trabajar y se encontraron, ellos y sus familias, con que igual no salían vivos. Hace unos días, la Directora General de la Guardia Civil ha pedido perdón a las familias del caso Almería, que lo han agradecido, pero también han pedido que quieren saber que pasó realmente. Esto también ocurre con los rehenes. Entre ellos, hubo un herido, de un tiro en la rodilla, a modo de aviso de los atracadores. 

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