«El cambio climático no se está abordando de forma drástica»

Entrevista a Miguel Pajares

Doctor en Antropología Social y licenciado en Ciencias Biológicas, forma parte de dos grupos de investigación en la Universidad de Barcelona. Es presidente de honor de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado. Miembro de Ecologistas en Acción, es autor de novelas y ensayos. Sus tres últimos títulos tienen que ver con el cambio climático: Refugiados climáticos, El legado y ahora Bla, bla, bla. El mito del capitalismo ecológico (Editorial Rayo Verde).

¿El capitalismo climático, al que te refieres en tu libro, es más bien la cruda realidad dominante, más allá del bla, bla, bla?

La tesis central del libro es que no se está haciendo lo que hay que hacer para combatir el cambio climático. Cosa que ocurre porque tenemos un sistema capitalista, basado en el crecimiento económico, que no permite que se hagan las transformaciones que se tienen que hacer. En el libro se avanza paso a paso sobre los hechos, lo que está haciéndose, sus resultados…, para demostrar que no estamos avanzando en la dirección correcta. Aunque el título alude al bla,bla,bla (que es lo que dijo Greta Thunberg  a los gobiernos en la cumbre de Glasgow), para mí es la conclusión final. Creo que hay cosas que se hacen en la buena dirección, lo que ocurre es que son tan insuficientes que no corrigen la trayectoria actual, de crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero y, en consecuencia, del aumento del calentamiento global. Algo que no tiende a cortarse de forma drástica, que es como tendría que hacerse, según los científicos. 

¿El entramado de promesas, aparentes medidas, marketing verde, bla, bla, bla, constituye en sí mismo la ideología dominante? ¿Surgen alternativas a tal deriva?

En este momento circula toda una corriente en el plano económico y social que está planteando el decrecimiento y el post-capitalismo, como alternativa. En el plano teórico, esta defensa del decrecimiento es lo que nos permite situarnos en una alternativa al actual sistema, que permitiera afrontar la emergencia climática. En el libro dedico bastante espacio a mostrar que el sistema capitalista actual, basado en la necesidad permanente de crecer, se come todas las mejores que se puedan hacer en energías renovables. Plantea un constante incremento del gasto energético, pese a que hay teóricos que dicen que la eficiencia energética puede seguir mejorando hasta que llegue un momento en que podamos seguir creciendo sin gastar más energía. Los datos muestran que el crecimiento del gasto energético ha sido constante, y que ha ido parejo al crecimiento económico. No hay desacoplamiento. Si necesitamos más energía para seguir manteniendo el crecimiento económico, no podemos prescindir de los combustibles fósiles. Lo que nos dan las energías renovables simplemente se añade a lo que dan los combustibles fósiles. Es verdad que las energías renovables están creciendo mucho, pero también sigue creciendo el consumo de combustibles sólidos. Este es el drama. De ahí el bla, bla, bla.

En cualquier caso, el decrecimiento es cuestionado radicalmente no solo por gobierno y corporaciones, sino incluso desde sectores de la propia izquierda…

El debate está sobre la mesa, y es verdad que hay gente de izquierdas que, con buena voluntad, dicen que podemos crecer, pero de otra manera. Con más energías renovables, apostando por soluciones tecnológicas, como la captura del carbono, etc. Por eso, en el libro digo que todas estas soluciones que pretenden ser las que nos salven del incremento de las emisiones, las analizo una a una y con bastante detalle. Por ejemplo, a la captura de carbono de la atmósfera le dedico varias páginas y pongo sobre papel todos los estudios que se están haciendo, incluido los de las agencias públicas, el gobierno de los EE.UU., Naciones Unidas…, que creo demuestran con mucha claridad que la captura de carbono desde la atmósfera no es ninguna solución a nada. Lo máximo que podríamos llegar a capturar en esta década es el 1 % de lo que emitimos. A lo cual no creo que lleguemos porque ahora estamos en el 0,1%. Occidente está poniendo mucho dinero para esto, que se lo están llevando las petroleras…, las empresas que disponen de recursos para poner en marcha este tipo de tecnologías. Desde alguna instancia de la propia administración norteamericana le han pedido a Biden que deje de aportar recursos a esto porque es tirar el dinero.

¿Aunque digamos demonizado, el petróleo sigue siendo el rey en la producción de energía?

Al petróleo, el gas y el carbón, les dedico otro capítulo. El petróleo está en relativo retroceso. Lo que ahora está pasando es que se encuentra menos petróleo del que se gasta, aunque se sigue hallando. Siguen aumentando las reservas, pero a ritmo menor que hace unas décadas. Esta es una tendencia inexorable. Si seguimos así, habrá un momento en que se acabará el petróleo. Yo discrepo con quienes dicen que nos tenemos que preparar para el final del petróleo, y que tenemos que buscar alternativas. Hay quienes defienden el decrecimiento, precisamente porque se acaba el petróleo. No es ese, creo, el argumento más válido. No podemos esperar a agotar el petróleo, porque si lo hacemos nos vamos a cuatro grados de calentamiento global. Algo que está más que analizado. Incluso las Agencia Internacional de la Energía, dependiente de la OCDE y, en consecuencia, nada sospechosa de izquierdismo, hace ya una década dijo que para atajar el calentamiento global había que dejar dos terceras partes de las reservas de petróleo y más aún del carbón, en el subsuelo. Luego, según datos de las Naciones Unidas, se demuestra que no son dos terceras partes sino cuatro quintas. No debe preocuparnos el agotamiento del petróleo, porque lo que hay que hacer es dejar de seguir gastándolo. Hay que dejar ya de buscar combustibles fósiles, como se está haciendo en el Mar del Norte, el Golfo de México, toda la costa africana, en América Latina…

Circula en el debate medioambiental la idea de que todo esto del ecologismo es cosa de las clases medias acomodadas de Occidente, de los intelectuales…, al margen y en contra de los intereses de los trabajadores y los pobres del mundo…

Sí, está instalado en el debate, y es cierto que para el trabajador que tiene un conjunto de problemas muy acuciantes hablarle de cambiar su modo de vida y su forma de consumo resulta un poco estúpido. El 10% de la población más rica del mundo está emitiendo, con su consumo, el 50% de las emisiones. Por lo tanto, quienes tienen que reducir el consumo son los ricos. La alternativa no es que todo el mundo reduzca por igual. En el libro cito un estudio de la ONU que dice que las poblaciones africanas y de otras partes de lo que llamamos Tercer Mundo podrían multiplicar por tres su consumo sin dañar los objetivos climáticos. Es el consumo de los países del norte y en particular de sus clases altas lo que está provocando el grueso de las emisiones. El reproche de que la lucha contra el cambio climático es elitista podría haber tenido algún sentido respecto al antiguo movimiento ecologista: los plásticos, el agua de los ríos… Antes de que el cambio climático se pusiera en primer lugar de la lucha ecológica.  Ahora es cosa de todos y es entre todos que tenemos que hacer frente al sistema.

¿Cómo hacer frente a cuestiones como la producción y el consumo de carne, las emisiones de los barcos y los aviones, los coches…, tan relevantes en la generación de emisiones?

La agricultura y ganadería industrial, industrias extractivas… que conllevan lo que las Naciones Unidas denomina cambio de usos del suelo, generan el 23% de las emisiones. Son muy importantes. Cada árbol que cortamos supone acabar con un almacén de carbono. La alternativa a esto es la agricultura regenerativa, que se está desarrollando en muchos sitios y está demostrando que puede alimentar a las poblaciones locales sin el uso de pesticidas, ni fertilizantes sintéticos; que no necesita tanta agua… Hay que enfrentarse, claro, a las grandes empresas de la agricultura industrial, que tienen un poder casi tan grande como las petroleras.

El negacionismo del cambio climático, como lo del primo de Rajoy, está aparentemente fuera de foco, pero rascando no es difícil seguir encontrando una correosa resistencia a las evidencias ¿Algo propio de las derechas o más bien transversal?

Hay que partir del hecho de que las grandes corporaciones no quieren ni hablar del tema, porque sus intereses están reñidos con la lucha contra el cambio climático. Esto es así. Las grandes corporaciones son los grandes contaminantes y quieren manteniendo su negocio. Ahora, hacen loque denominamos greenwashing. Dicen que lo han entendido y que están haciendo cosas, pero siguen emitiendo. Y la derecha siempre ha sido la que mejor ha representan los intereses de las grandes corporaciones. También parte de la izquierda se deja llevar por esta percepción, pero es fundamentalmente la derecha la que compra toda esta filosofía corporativa dominante.

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