La diputada de Cs en el Parlament y candidata de los liberales a la alcaldía de Barcelona, Anna Grau, no se ha dado por enterada de ninguno de los mensajes que las últimas elecciones municipales le han enviado a su partido. Cs en Barcelona -es decir, ella como candidata- no sólo quedó fuera del consistorio y perdió a todos los concejales que tenía; logró tan pocos votos que quedó por detrás de Vox, la CUP, Valents y sólo unos 150 votos por encima del Pacma. Pero el batacazo no solo fue en Barcelona. En Cataluña se quedó con sólo 10 concejales, y evidentemente en ningún Ayuntamiento ganaron ni tuvieron un resultado mínimamente destacado. A ninguna. Y en el conjunto del Estado español, la cosa no fue mucho mejor, y perdió a más de 2.400 concejales, se quedó fuera de la mayoría de consistorios grandes y no sacó ningún diputado a los parlamentos autonómicos que tenían elecciones.
Pero Grau, que forma parte de la dirección nacional de Cs, defendió en la reunión donde se planteaban no presentarse a las generales que la formación sí concurriera, y que lo hiciera al menos en Madrid y Barcelona. Tanto entusiasmo tenía a Grau que llegó a proponerse voluntaria para liderar la lista de Barcelona en el Congreso. Como si no viniera de sufrir una bofetada de la ciudadanía de proporciones épicas. El mensaje no le ha llegado.
