28-M: Una oportunidad (de oro) perdida

Bien, ya han pasado las elecciones municipales, donde el hecho de que no hayamos podido ni digerir el alto nivel de abstención, que ha quedado tapado por la convocatoria sorpresa de elecciones generales anticipadas, quizás confirma la gravedad del momento político y social. Que la “derrota” a nivel de Estado del PSOE, en manos del PP, sumando locales y autonómicas, no nos haga distraer ni esconder la derrota que significa para la calidad democrática en Cataluña el índice de abstención, que en algunas localidades ha rayado el 60% y en algunos barrios y colegios electorales, el 70%. Que mientras esto ha pasado los tres partidos “grandes” de Catalunya se proclamen ganadores (unos en votos, otros en localidades y otros en concejales), perdonadme, pero es no entender qué está pasando en la puerta de casa. Al parecer no abundan analistas, ni asesores, ni spin doctors.

Si a los porcentajes de abstención le sumamos la penetración y la consolidación del PP y Vox en Catalunya (por más que desaparezca Ciudadanos), deberían estar encendiéndose las alarmas en las casas acomodadas del catalanismo popular (si es que este concepto puede ilustrar el hecho diferencial catalán, que con los resultados que hemos tenido, parece que queramos homologarnos a la piel de toro…). Pero, «esto es lo que hay».

Por otra parte, durante unas semanas nos hemos divertido y distraído mucho con la campaña electoral, mientras la crisis climática se acentúa… Cada vez, últimamente, que hay cumbres de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, es frecuente afirmar que ha sido una oportunidad perdida y según quien, además, cuestiona los objetivos de estas reuniones internacionales. Pues bien, ahora hemos tenido, en estas últimas elecciones municipales, mucho más que una oportunidad, una oportunidad de oro, para hacer los deberes que tenemos pendientes como sociedad, y los poderes públicos, en tanto que mascarón de proa, por poner al día en materia de emergencia climática, como gran reto en sus dos vertientes, la de mitigación y la de la adaptación al cambio climático.

Fijémonos como en estos días, donde todo movimiento va encaminado a pactos y más pactos, y en las semanas anteriores, con todo el ruido de la campaña electoral, donde se habló de todo y más, se han lanzado acusaciones, se ha hecho demagogia a espuertas, se ha prometido “el oro y el moro” y, en paralelo, se ha mimado y enjabonado al ciudadano con buenas palabras, guiños emocionales, etc., no ha salido esta patata caliente que podría poner en riesgo una plácida legislatura en los próximos cuatro años. Pero no lo será. Una vez pasado el 28-M, con las próximas generales y las europeas del próximo año, saltará por los aires la dura realidad: habrá que correr mucho con las renovables, empezará a ser un delito la no implementación de planes de emergencia climática y ya tendremos el Niño.

Es sabido, pero no suficientemente divulgado, que es en las ciudades mucho más que en las regiones y estados, y más aún que en los organismos europeos, o internacionales, donde más puede hacerse por la emergencia climática. No sólo por la proximidad sino porque es donde se decide realmente si estamos comprometidos a nivel local a hacer cosas concretas o preferimos seguir haciendo crítica global sobre lo mal que están las cosas.

Es en las ciudades donde se consumen el 75% de recursos naturales, lo que incluye localidades grandes y pequeñas (obviamente, cuanto mayores, mayor consumo), que generan entre el 70% y el 80% de las emisiones de gases efecto invernadero. Por tanto, se sabe (ya hace años, no ahora) dónde deberíamos estar combatiendo el problema. En todas y cada una de las 947 localidades de Cataluña, con ayudas, programas, planes de actuación del Estado, la Generalitat y las diputaciones (que tienen más recursos de los que pensamos). Hace más de 20 años se creó la Alianza de Gobiernos Locales para la Sostenibilidad (ICLEI), una red global que agrupa a 2.500 gobiernos locales y regionales de 125 países. Entre ellos se encuentran Cataluña y no pocos ayuntamientos catalanes. ¿Dónde estaban el 28-M estos gobiernos locales para la sostenibilidad? ¿Distraídos con las cacas de perro, la limpieza, los drones para la delincuencia y el top manta, que es la agenda de la extrema derecha, en lugar de realizar los planes de emergencia que tienen pendientes un 50% de los ayuntamientos, que en el Maresme llegan al 75%?

Nos la pegaremos.

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