Laporta se avanza a culpar a Messi por si no consigue financiación

Perversamente, ha obligado a Xavi y a Jordi Cruyff a afirmar que "ahora todo depende de Leo" cuando en realidad es él quien no convence a LaLiga ni puede asegurar que lo podrá inscribir

Joan Laporta y Leo Messi

El modus operandi de la gestión de Joan Laporta y de su entorno, por más circunstancias y escenarios que se produzcan, siempre responde a un mismo patrón: buscar la victoria y el control mediático, aunque sea a base de propaganda embustera, tendenciosa y manipulada. El caso de Messi, que ha entrado en la recta final y definitiva de esa presunta operación regreso, lo refleja con meridiana claridad, más que nunca marcado por ese salvaje instinto de supervivencia que le lleva a actuar sin importar a quien se pueda llevar por delante.

Ahora, como el plan de viabilidad no asegura su inscripción, ni tampoco la de ningún otro futbolista -ni siquiera la de Gavi, si no se hacen los deberes-, Laporta no ha tenido otra ocurrencia que echarle a Messi la culpa de todo, ordenando a al entrenador, Xavi, al secretario técnico, Jordi Cruyff, y su núcleo duro, que habla a diario con la prensa, propagar algo tan perverso y malintencionado como que «la pelota está en el tejado de Leo» o «ahora todo depende de Messi».

Con razón, el delantero argentino y su padre están que se suben por las paredes, alterados y cabreados porque Laporta está a punto de volverlo a hacer. Es decir, de dejarlo tirados en el final del camino y además, como puede ocurrir en la actual situación, que la opinión pública acabe convencida de que si al final no vuelve al Camp Nou, habrá sido exclusivamente por culpa del jugador.

El discurso de Laporta, tan gráficamente expresado por Xavi Hernández y Jordi Cruyff, se reduce a un planteamiento cínico y retorcido, pues después de haberle pedido a Leo que no aceptase ofertas millonarias de otros clubs y de haberle transmitido el deseo de que vuelva a Barcelona, el futbolista se limitó a responder con el máximo interés en aceptar unas condiciones económicas realmente excepcionales (cobraría un euro más que Lewandowski contra los 600 millones que le ofrecen en Arabia Saudí) y el deseo de disponer de la oferta a partir de que su equipo, el PSG, resolviese la temporada ganando el título de liga. Así lo justificó, con absoluta normalidad y sensatez, para poder planificar el traslado de toda su familia y el periodo de vacaciones ajustados a la fecha del inicio de la pretemporada con el Barça. Sólo eso y un pequeño detalle añadido, tener la certeza de su inscripción como jugador del FC Barcelona en Laliga para no encontrarse, como hace dos años, con que a última hora Laporta prefirió no renovarlo por cuestiones económicas.

Laporta se lo prometió verbalmente. El padre de Messi le pidió, como desea Messi, una garantía indiscutible que el Barça no le puede ofrecer porque en el fondo el fichaje de Messi es el cuento de la lechera, una maniobra cien por cien mediática y de marketing que sólo tiene relación con el grave efecto en las finanzas que supuso para el Barça la torpe e inoportuna decisión de echarlo el día 5 de agosto de 2021. A consecuencia de esa patada, el Barça ha sido el único de los grandes de Europa que no ha recuperado el ratio de ingresos previos a la pandemia, con un diferencial estimado en más de 200 millones por temporada, casi cuatro veces más de lo que costaba la ficha que pedía por seguir vistiendo de azulgrana.

Laporta, como es su especialidad, se ha metido en otro lío difícil, por no decir imposible, de solucionar, que requiere rebajar 200 millones de masa salarial, compensar la mengua de ingresos con una minoración sustancial de los gastos generales y recuperar el 1:1 de margen para poder destinar los beneficios de traspasos a fichar a Messi y a otros tres cracks para hacer competitivo de verdad al equipo de Xavi en Europa.

El reclamo de toda esta operación es Messi, al que ahora se le manda otro mensaje ambiguo, pues si quiere de verdad venir al Camp Nou ha de realizar un acto de fe consistente en suponer que, al final de un largo, cálido y atropellado verano, el presidente podrá hacer un hueco para inscribirlo como jugador del FC Barcelona.

A la inversa, si el más que cabal y justificado deseo de Leo de empezar la casa por los cimientos y firmar hoy mismo un contrato sin el riesgo de verse en la calle otra vez, también por culpa de la negligencia y la improvisación de Laporta, no se cumple, la alternativa de Leo es la de elegir otro camino sin incertidumbres ni sorpresas.

Como lo dibujan ahora desde el Camp Nou, afirmando embusteramente que «todo depende de Messi», cualquier paso de Leo en otra dirección alejada de Barcelona será interpretada por socios y aficionados como un despecho o un renuncio a volver.

Un desenlace que podría convertirse en el colmo de la hipocresía con origen y final en la desastrosa gestión de Joan Laporta, que primero ganó las elecciones asegurando que sólo él lo podía renovar, que luego lo echó del club sin contemplaciones y que dos años después le ofrece volver por un camino de arenas movedizas, repleto de trampas, inestable y confuso bajo esa maledicente y malévola amenaza de culparle sólo a él si ahora se echa atrás. Si después de todo esto Leo aún quiere venir, será un milagro.

(Visited 266 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario