Creu de Sant Jordi para todos

El otorgamiento a manos llenas de Creus de Sant Jordi, una tanda por año, hace pensar en el café para todos de la Transición, expresión acuñada por el ministro de la época, Manuel Clavero, que viene a ofrecer el mismo trato a todas las partes involucradas en un asunto, en ese caso la España autonómica, para contentar, o descontentar, a todos por igual.

La Creu, que no el café, es uno de los máximos reconocimientos que otorga la Generalitat, se creó en 1981 con el fin, según reza su argumentario, de distinguir a las personas naturales o jurídicas que, por sus méritos, hayan prestado servicios destacados en Cataluña en la defensa de la identidad o en el plano cívico y cultural. En este marco caben todo tipo de pinturas. Así, a pesar de las excepciones que suelen confirmar las reglas o sirven de coartada para hacer y deshacer, cuando mandan los unos, las creus premian los afines de los unos y cuando mandan los otros, las creus condecoran los afines de los otros, y así quien más o quien menos del star system tiene su medallita.

La tienen personajes tan variopintos como Lluís Llach -de la primera hornada- o Estopa -de la penúltima-, y en medio, Leo Messi, La Trinca o Montserrat Caballé. Se da con tanta alegría que, con el paso del tiempo, algunos de los galardonados, como Fèlix Millet, Enric Marco o Núria de Gispert, por distintas razones, han tenido que devolverlas. Rosa Maria Sardà lo hizo para protestar.

Puestos, ya tardamos en condecorar a Bruce Springsteen con la Creu de Sant Jordi. Ama a Catalunya (?) y llena estadios con sus conciertos; incluso se atreve a articular breves saludos en la lengua de Mercè Rodoreda, algo que no han hecho algunos de los otros galardonados con la distinción. Y digo Springsteen y no Woody Allen, por ejemplo, por el bombardeo de estos días por tierra, mar y aire. Y, pese a la ironía, lo digo desde el respeto a quien considero un gran artista.

Volviendo al café, conozco a una camarera que siempre sirve el café con una sonrisa y unas palabras amables, que está pendiente de si el cliente necesita nada más, que encuentra la medida justa de relación, agradable pero no excesiva, y el café que sirve está buenísimo, y hecho con cariño. Para mí, merece la Creu de Sant Jordi que otorga el Govern de mi país.

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