Izquierdas y grietas…

Uno de los sabios de izquierdas más reconocido, apreciado y coherente de la actualidad, el expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, suele decir: «Las izquierdas se dividen por ideas y las derechas se juntan por intereses». Un diagnóstico preciso del drama de las izquierdas, de allá o de aquí, o de donde sean, y de las virtudes de las derechas. La ley del sí es sí complica la supervivencia del primer gobierno de coalición en España. El goteo de rebajas de penas a condenados por delitos sexuales ha forzado al PSOE a aliarse con el PP para retocar la ley, contra el criterio de su socio, Podemos, que defiende la virtud de la ley de establecer un único delito (agresión sexual) independientemente de si medió violencia o intimidación. Cuesta entender que no hayan sido capaces de conciliar una solución que les ahorrara la humillación de los populares, aplaudiéndose.

Cansa, por repetitivo, ese enésimo sainete de la izquierda española, así como el de la más extrema. Podemos y Sumar, o Sumar y Podemos, tanto monta…, no sólo no suman, sino que parecen empeñados en restar, y espera que no acaben dividiendo. No sólo las “ideas”, que citaba a Mujica, resquebrajan las izquierdas, también los egos, y es que los egos no saben de ideología. Una guerra de egos protagonizada por dos teóricos amigos: el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, y su sucesora y ahora líder de Sumar, Yolanda Díaz; lo sabíamos del primero, que desborda una nunca disimulada superioridad intelectual, pero lo desconocíamos de la segunda, parapetada detrás de una presunta modestia.

Ya me pareció en su día un oxímoron el nombre que Díaz eligió para su proyecto de izquierdas, Sumar; pretencioso o atrevido, al menos. De hecho, todavía gatea la criatura y ya ha aprendido a restar… Pretendía Díaz con la positividad del nuevo verbo suavizar la dureza del anterior. Cuando la gallega constató que Podemos no podía asaltar el cielo -Iglesias: «El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto»-, y que debía conformarse con un rol más secundario, no por ello intrascendente, apostó por Sumar. Pero, que se desengañe a Díaz, Sumar sin Podemos es, como canta Joaquín Sabina, inútil “como un sello por triplicado”. De las palabras de Díaz en la entrevista de Jordi Évole, y de las respuestas posteriores de Iglesias, no se desprende una voluntad inequívoca de conciliación.

A Pedro Sánchez se le acaban los milagros. Quiere una extrema izquierda unida y fuerte en su justa medida, justo para sumar y retener el poder.

Mientras, Alberto Núñez Feijó ensaliva con el cuenco de palomitas en su regazo, sentado en el umbral del PP, deseoso de ver pasar el cadáver de su enemigo… Y Vox afila los colmillos, que chorrean bilis.

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