«El frikismo se contagia en una atmósfera fabricada justo por eso»

Entrevista a Joan Ferran

Estudió Historia y Filosofía. Trabajo en la Enseñanza y en la Administración Pública. Fue diputado del PSC en el Parlamento de Cataluña y considera que su forma de intervenir en la vida social, en la política, es escribir. Firma artículos en diferentes medios y ha editado más de una decena de libros. Entre ellos, ”Flores de Arcén”, “Bajo el murmullo de los alisios” y el ·”Complot de los desnortados”.  Ahora publica “El brazo friki del Procés”

¿Interpretas lo friki según la RAE (raro, excéntrico, extravagante, persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición…) o, incluso, va más allá?

Friki es la absorción del término inglés, pero según el uso que se hace de él cambia su sentido. Ahora friki ya no es solo lo que se entendía en su forma originaria (personas con alguna tara), o el coleccionista monomaníaco. Tiene una connotación algo negativa, despectiva. Un friki en política no es un aficionado a la política, sino alguien que dice sandeces, astracanadas, barbaridades o que actúa de manera esperpéntica. O sea, que es capaz de hacer tonterías que una persona normal no haría. 

¿El frikismo tiende a podría llegar, digamos, a transgredir la ley, o solo es cosa de formas, más o menos provocadoras?

La exageración de una frikada puede llegar a herir a personas, y convertirse ya no es una grosería o salida de tono sino, realmente, en una falta de respeto, difamación… Puede entrar en el terreno del delito. Hay comentarios que pueden ser perfectamente catalogados como delitos de odio. La frontera entre lo esperpéntico y lo agresivo desde el punto de vista friki es fácil de cruzar.

¿El brazo friki del “Procés”, o el “Procés” friki de cuerpo entero?

La idea del “brazo friki” procede de “Torrente, el brazo tonto de la ley”; la película de Santiago Segura. En este caso, el brazo friki es el sector que está alrededor de planeta independentista. En el libro no hay ninguna mención a Artur Mas, Junqueras…, por lo que ellas piensan o dicen. El libro pone de relieve lo que algunos de sus correligionarios acólitos, sean del nivel que sean, son capaces de manifestar de forma poco conveniente. No se critica pues, la esencia del pensamiento independentista, aunque está implícita por el contexto en que se produce, sino de la estridencia. Algo que, hablando de psicología de masas, tiene lugar sobre todo cuando hay un clima que permite que de él surjan desvergonzados que no tienen ningún apuro en hacer frikadas. Una manifestación, inicialmente pacífica, se va calentando y acaba en disturbios, en los que puede acabar involucrándose cualquiera, arrastrado por la masa. Una dinámica de tensión emocional puede tener consecuencias imprevisibles. Entre ellas, dar tienda suelta al frikismo. Ahora, la cosa se ha enfriado, pero en cualquier momento podríamos volver a las andadas. 

¿Hablando de emociones compartidas, algo de lo que tan bien habló Canetti, también existe, digamos, frikismo de masas?

El frikismo se contagia en una atmósfera fabricada a tal efecto. Los dirigentes se encargan de ello y es muy difícil, como es el caso del “Procés”, que se arrepientan y pidan perdón, aunque íntimamente lleguen a reconocer sus prácticas de engatusamiento. En una riada como la del “Procés” nada tiene de extraño que hubiera gente dispuesta a hacer cosas como plantar cruces en las playas, subir a Montserrat con una jaula pintada de amarillo al cuello, disfrazarse de plátano… Algo que se traslada a muchos ámbitos, como el del merchandising

¿En TV3, el “humor”, entendido como tú lo planteas, no ha recorrido, transversalmente, muchos y variados contenidos de TV3 y Catalunya Radio, hasta impregnar, caracterizar el medio, como una especie de chascarrillo faltón?

Una de las cosas que comento en el primer capítulo del libro es el contraste entre los primeros años de la democracia, cuando el humor hablaba de todo sin ser considerado políticamente incorrecto. Luego, todo esto fue cambiando, hasta el punto de que ahora hay humoristas que tienen problemas para hacer un humor inteligente. Con el salto cualitativo de las tecnologías, el mundo de los bufones se dispersa muchísimo. Siguen ejerciendo como publicistas satélites, que ríen las gracias del poder, y viven de ello. Así, desde los medios de comunicación públicos, financiados por todos, se han fabricado personajes como Toni Albá, que puede ser un buen actor o no, pero que ha incrementado su popularidad haciendo un tratamiento muy grotesco de la figura de Juan Carlos. Lo mismo, los de “Zona franca”, e incluso en “Polonia”. La sociedad ha cambiado, pero el poder tiene sus peones que le hacen su discurso ideológico de bajo tono. Actúan, de manera habitual, ceando estereotipos sobre adversarios políticos hasta marcarlos, como has sido el caso de Iceta, sobre el que han hecho un retrato de frivolidad. A Sánchez Camacho, del PP, la destrozaron. Y así mucha gente. Imagínate que algún programa de TVE española, iniciara la emisión diciendo “Puta Cataluña”, como ha sido el caso de TV3 con “Puta España”. 

¿Participan el “Proces” y Carles Puigdemont  en la procesión del frikismo internacional, con Berlusconi, Trump, Boris Johnson, Beppe Grillo… a la cabeza?

Evidente. Esto es así e introduce una forma de hacer política en la antítesis del debate, los pactos…, que constituyen su razón de ser. Se hace caricatura de la política. Con pronunciamientos, actitudes y hechos aparentemente inocuos se vehiculizan mensajes con una carga emocional muy grande, orientados a deslegitimar el poder y el juego democrático. Al final, los ciudadanos acaban percibiendo que todo es una mentira, un cambalache… Lo más grave es cuando todo esto se introduce en el proceso mental, haciendo ver que el que está gobernando no lo hace legítimamente. Con ello estás justificando el salto al Capitolio. Este nuevo fascismo no tiene nada que ver con las marchas triunfales de “camisas negras”, sino con la negación cotidiana de la vida democrática. Parte importante de esta deriva es el frikismo que, en el fondo, está transmitiendo la perversidad absoluta de los planteamientos que, de forma jocosa, están difundiendo. En el fondo, un friki, con una sonrisa, está clavando una puñalada a la democracia.

¿Cuáles son las características más llamativas, digamos, de la fauna friki «procesista»?

Son muchos y muy variados. Desde, por ejemplo, Joan Canadell, que aparece como un empresario que quiere ganar unas elecciones corporativas, da a entender que detrás del atentado de Las Ramblas estaban aparatos del Estado. También popularizo lo de llevar en los coches la careta de Puigdemont. Otra friki espectacular (aparte de sor Lucía Caram, que dice que está enamorada de Artur Mas) es María Lapiedra ,que fundó el Partido del Deseo, que en el primer punto de su programa reivindicaba un polvo al mes para los jóvenes de Les Borges Blanques. Aspiraba a ser el busto de la república catalana. Hay también frikis como Sandro Rey, de pelo grasiento, que puso fecha a la independencia. Hay frikis más cultos, pero no exentos de interés personal, como Pilar Rahola, que siempre ha denostado todo lo que oliera a izquierdas. Está Cotarelo, descalificador. Santiago Espot, que fue quien montó la pitada, en la final de una copa de aquéllas. Hay pequeños frikis, como Jaume Sobrequés, ex-director del Museo de Historia de Cataluña que, en su época, cocinó un periquito (haciendo alusión al Español), en un programa de televisión que se llamaba La Barbería.  También cito a Albert Donaire, que cuelga en la Red unos videos realmente brutales. Hay anécdotas frikis memorables, como la de Albert Pujol, que dijo que se le perseguía un señor con patinete. Algunos de estos, como Joan Porras, que iba todas las noches a la cárcel; el que fue a pie a Waterloo…, se han ido metiendo de una u otra forma como candidatos en las listas. Hay un capítulo que recoge las barbaridades que dice el Instituto Nueva Historia. Estos, con sus fricadas históricas documentadas absurdamente y rechazadas por los propios nacionalistas serios, contribuyen a es te caldo de cultivo esperpéntico. 

En tu libro, citas con nombres y apellidos a frikis del “Procés” ¿Podrías ser objeto por ello de represalias o algo así?

Aún no se ha presentado el libro, pero tengo que decir que yo no me invento nada. De hecho, cuando dije aquello de que había que arrancar la costra nacionalista de TV3, en 2007, me quisieron romper la cara. Luego, por el Eixample, me llamaron escoria y cosas así.

Los pelos de Trump, Boris Johnson (con peluquero estilista especialmente dedicado), Carles Puigdemont, Berlusconi, adicto al microinjerto…, constituyen verdaderas auténticas señas de identidad ¿Empieza o termina el frikismo por los pelos…?

No había caído en esto, pero si que tiene que haber algo. Quizás como atributo de eterna juventud… 

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