Anticorrupción se apodera del caso Negreira y empeora el horizonte azulgrana

La Fiscalía especializada habla de "delitos relacionados con la corrupción de especial trascendencia" mientras nuevas pruebas refuerzan que Laporta pudo haber defendido al club hace meses

El fiscal general de l'Estat, Álvaro García, en un acte de la Fiscalia Anticorrupció

Algunos socios del Barça, al menos una minoría de los que empiezan a salir del shock electoral que dejó el club en manos de Joan Laporta por segunda vez, empiezan a abrir los ojos y a preguntarse si hay algo que funcione con eficiencia en el club desde que tomó posesión hace casi dos años.

Incluso la reanimación del primer equipo, basada en buena parte en la herencia recibida -Ter Stegen, Balde, Araujo, Pedri, Gavi, Busquets, Frenkie de Jong o Dembélé- y el acierto de un par o tres de fichajes trascendentes, ese liderato que hoy mantiene ese estadio de euforia sobre el que Laporta se ha aislado de la fuerte tormenta exterior, está amenazada por esta denunciable indolencia y cobardía de un presidente que no sabe por dónde salir del laberinto actual.

Como así ha sido hasta ahora, un rasgo constante desde su irrupción en el entorno como capitán del Elefant Blau a finales de los 90, Laporta domina el arte de la agitación y de la oposición, que es su verdadera especialidad, mientras que denota una incapacidad natural, insuperable y acusada a la hora de gestionar, no sólo el Barça, que ya dejó arruinado en 2010, también en su tutela y directa participación en el Reus y, ahora, en su terrorífico y esperpéntico segundo mandato que ya ha puesto al Barça al pie de los caballos de la justicia.

No hace ni un día que, después de las especulaciones sobre si la Fiscalía entraba o no a fondo en la materia, el fiscal general del Estado, Álvaro García, ha acordado que la Fiscalía Anticorrupción asuma definitivamente la investigación en el caso Negreira. Aunque la Fiscalía de Barcelona judicializó el viernes pasado sus diligencias previas acusando al Barça (expresidentes, exejecutivos y al propio excolegiado) de haber destinado más de 7 millones entre 2001 y 2018 en busca de favores arbitrales, García emitió ayer martes por la tarde un decreto en el que establece que la competencia para conocer los hechos que constituyen objeto de las Diligencias Previas 348/23 del Juzgado de Instrucción n.º 1 de Barcelona pase a la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada, al tratarse de «delitos relacionados con la corrupción de especial trascendencia», un área especializada dirigida por el fiscal Alejandro Luzón.

La primera consecuencia directa, según los especialistas, es que la probable lentitud procesal del jugado de Barcelona se reduzca al mismo tiempo que se añade una cierta ferocidad y velocidad a la causa que debería aumentar la preocupación barcelonista, sobre todo después de que también el Consejo Superior de Deportes anunciara por medio de un comunicado su personación en la querella.

Entretanto, a estas alturas del caso Negreira, Laporta se limita a clamar que tiene ganas de enfrentarse «a todos los sinvergüenzas que están manchando el escudo del Barça», mientras empiezan a desbordar las pruebas cada vez más contundentes de que la directiva del Barça, consciente y continuadamente, destinaba los fondos reservados a José María Enríquez Negreira, según ha reiterado el exárbitro por diferentes vías, con el propósito de equilibrar los arbitrajes que mayoritariamente beneficiaban al Real Madrid.

Los exdirectivos que primero lo fueron con Laporta y luego con Rosell han desmentido rotundamente las revelaciones de El Mundo sobre que «Pagamos en defensa propia. Si queremos que nos sigan respetando, tenemos que seguir pagando», que se les ha atribuido en los primeros meses de la presidencia en 2003.

Por otro lado, también cobra fuerza que el club habría sido víctima probable de una maniobra, un chantaje o una estafa que, también parece demostrarse, fue urdida por Enríquez Negreira con la complicidad a distancia del presidente de la Real Federación Española de Fútbol de la época, Ángel Maria Villar, y, más directamente, por el entonces directivo de la Federación Catalana, Josep Contreras, que, con el tiempo, acabaría siendo miembro de la comisión deportiva del Barça Atlètic e irregular receptor de facturas infladas para quedarse con al menos la mitad del dinero destinado al hijo de Negreira, Javier Enríquez. Esta circunstancia se habría producido una vez que el clan familiar se habría roto y cada cual empezó a actuar y cobrar por su cuenta.

Las mismas fuentes, citando directivos que tuvieron conocimiento de los hechos, han admitido que si no se decidieron a cortar antes esa oscura relación con un miembro del Comité Técnico de Árbitros fue por las amenazas recibidas por parte de Negreira, dispuesto a irse de la lengua y explicar, al menos desde su punto de vista, ese tejemaneje entre el Barça y él para controlar los arbitrajes. Cuando finalmente Josep Maria Bartomeu asumió la decisión de cortar el suministro, a Enríquez Negreira no se le ocurrió otra brillante idea que enviar un burofax dejando por escrito cómo funcionaba ese negocio.

Football Leaks, por su parte, ya había detallado en un amplio informe el volumen y las fechas del affaire, además de explicar que el propio Òscar Grau, CEO de Bartomeu, fue quien solicitó la realización de un excel a su administración con el detalle completo de los pagos a Negreira que, según Hacienda, no se limitaron a las sociedades conocidas hasta ahora, Dasnil y Tresep, sino que el club azulgrana, según ha informado El Confidencial, usó hasta siete sociedades para pagar a Negreira y a su hijo.

En cuanto al conocimiento y responsabilidad del resto de los directivos, más allá de la directa participación y responsabilidad de los cuatro presidentes, la posibilidad de que amplios sectores de las sucesivas juntas conocieran los hechos también se amplía, pues en tiempos de la Comisión Gestora, Carles Tusquets y algunos miembros de esa cúpula decidieron no responder al primer requerimiento enviado por la Fiscalía en busca de información al amparo de una curiosa y sorprendente reflexión de uno de ellos: «Vamos a hacernos el loco».

Otras informaciones más recientes han confirmado que, tras la llegada de Laporta, varios directivos supieron y conocieron que el tratamiento fiscal de las facturas a Negreira habían sido objeto de un acta de disconformidad por parte de Hacienda, aceptadas finalmente por la administración del club y luego recurridas ante el Tribunal Económico Administrativo Central.

Por tanto, miembros de la junta de Laporta y el propio Laporta, al igual que la Comisión Gestora de Tusquets, pudieron la oportunidad de activarse y actuar de forma preventiva para evitar el escándalo de hoy. No lo hicieron, no se prepararon ante una dinámica procesal que se veía venir, convencidos como sigue la junta de que el asunto no tiene recorrido ni llegará muy lejos. Ni siquiera la pretendida astucia de mover una querella particular como la de colegiado catalán Xavier Estrada, sólo contra Negreira, ha surtido el menor efecto, pues no ha llegado a ser analizada y contemplada por un defecto de forma.

Es verdad que, por si quedaba alguna duda, el Barça de Laporta carece del mínimo peso, influencia o siquiera una relación estable con los estamentos de los poderes y organismos que gobiernan el fútbol. A Laporta sólo le queda el escudo del primer equipo como único y último refugio de cara a los suyos mientras se ha cobrado un nuevo y poderoso enemigo como es la Fiscalía Anticorrupción. Con tanto ruido provocado en el ámbito internacional parece complicado que la UEFA siga sorda e inánime por mucho más tiempo contra un club como el Barça que le ha desafiado como sublíder de la Superliga descaradamente.

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