Extraños en una cama

No hay certeza sobre quien acuñó la frase «la política hace extraños compañeros de cama». Hay quien le atribuye a Winston Churchill, otros a Manuel Fraga, que lo usaba de forma habitual; seguramente que el gallego la importó después de su etapa como embajador en Londres. Sea como sea, la frase hizo fortuna, y hasta hoy. La fragmentación del voto ha obligado en los últimos años a encamamientos más o menos extraños y/o deseables, y al paso que vamos, nada hace pensar que no persista. Los políticos, los partidos, los ciudadanos habrán, tendremos que acostumbrarnos.

El gobierno catalán está más habituado, el español apenas se estrenó en la legislatura que dentro de unos nueve meses cerrará. Sean extraños o corrientes, la convivencia en el lecho de la política nunca ha sido fácil. Lo constatan, por ejemplo, las relaciones del tripartito de izquierdas o del bipartito independentista.

No me parece muy rara la pareja que forman PSOE y Podemos, izquierda y extrema izquierda. Sin embargo, visto el sainete de los últimos días, con lamentable guinda en vísperas del 8-M, queda claro que el encamamiento no acaba de funcionar. Vale, nadie dijo que fuera fácil, pero el último espectáculo raya el esperpento.

Es del todo comprensible que dos partidos tengan diferencias en un tema tan delicado como el de la ley del ‘sólo sí es sí’, lo que no lo es tanto, o nada, es que, una vez aireadas las diferencias, no sean capaces de ponerse de acuerdo. Quedó claro que la ley tenía rendijas que permitían, por la interpretación de los jueces o por lo que sea, que violadores vieran reducidas sus condenas, y urgía arreglarlo. También está claro que una de las virtudes de la nueva ley, que debía preservarse, es la del consentimiento. ¿De verdad que no había forma de conciliar ambas posturas?

Dicen, eso sí, que la coalición no se romperá, aunque no se hayan puesto de acuerdo en una de las leyes en las que más necesidad de acuerdo había, que convivirán otros nueve meses en la misma cama, pese a los ronquidos de unos y los pies fríos de otros. No piensan que, en el mejor de los casos, los resultados electorales los obligue de nuevo a volver a aliarse.

La nueva ley del ‘sólo sí es sí’ era muy necesaria. Las correcciones en las rendijas también, preservar la esencia del consentimiento, no menos. Las heridas que ha causado todo ello no cicatrizarán fácilmente y la necesidad de pactos persistirá. Me juego un guisante a que todavía no se ha escrito la última línea de esta ley. Hay una frase del cortesano y escritor español, secretario de Felipe II, Antonio Pérez, que dice: «En el bien común, los más enemigos se conciertan». Pues eso.

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