Sabía que estaba en paliativos del hospital de santPau. Dudé mucho en sí visitarle o no. Al final, me decidí. El sábado, a primera hora de la mañana, entré en su habitación. Estaba solo, respiraba de forma relajada, parecía dormir plácidamente. No me atreví a despertarlo. Al cabo de un rato me fui. Por la tarde, me llamó Carles Jiménez Villarejo. Me dijo que ya no respiraba.
Conocía a Pere Rios y él me conocía a mí, aunque no coincidimos demasiado en los destinos a lo largo de nuestra carrera profesional. Estuvo mucho tiempo dedicado a la sección de Tribunales, ámbito que yo he tocado poco. Lo entrevisté en 2015 cuando publicó el libro “Banca Catalana, caso abierto”. El subtítulo era de aquellos que no gustan al mundo pujolista: «Aquello que nunca se explicó del escándalo que enriqueció a Jordi Pujol». Era un libro que aportaba datos precisos que no supimos encontrar a los autores de “Banca Catalana, más que un banco, más que una crisis”, escrito treinta años antes.
Hacía unos meses que nos habíamos encontramos en una comida con compañeros federalistas. Hasta entonces no le había asociado con las entidades y personas que promueven el federalismo como mejor solución para el encaje de comunidades y países. Al leer obituarios suyos he descubierto que fue de los primeros en dar la cara públicamente por esa causa. En aquella comida nos explicó como luchaba contra el cáncer que le afectaba desde hacía tiempo.
Pocas horas después de la llamada de Jiménez Villarejo asistí a la representación de la obra “La abdicación” en el teatro La Gleva. Es un monólogo escrito por Albert de la Torre e interpretado por Xavier Ruano, con la dirección de Ramon Simó, donde un rey expone las razones de su abdicación. Dice que, en realidad, él es republicano y está convencido de que los valores que deberían mover al mundo son la libertad, la igualdad y la fraternidad. Son los ideales que movían a Pere Ríos. Tenía 60 años. Seis menos que yo.
Le enviaba por whatsapp mis artículos. Éste no se lo enviaré pero lo compartiré con los que le apreciábamos y lo echaremos en falta.
