¿Qué no acreditan las dos ‘bombas informativas’ sobre el Barça?

Josep Maria Bartomeu

Foto: ACN, Jordi Torras

Por culpa de la compulsión, la militancia y los fanatismos de la mayoría de quienes integran o participan en el entorno del Barça y en su universo mediático, las polémicas y las tormentas adquieren una perspectiva surrealista y desenfrenada. Eso es lo que ha sucedido esta semana con el estallido de dos bombas informativas.

Una es el informe de los Mossos d’Esquadra sobre que Josep Maria Bartomeu pagaba a periodistas para defender su imagen y buena gestión, y la otra, la noticia de la investigación de la Fiscalía de Barcelona sobre una presunta trama de corrupción entre particulares por los pagos desde el club a un miembro del Comité Técnico de Árbitros. En ambos casos, el ruido excesivo y el humo tan espeso que provocan no dejan contemplar con la correcta perspectiva la dimensión ni el núcleo de los hechos.

En el caso del informe de los Mossos sobre la financiación de periodistas, ciertamente, la amplitud del análisis contrasta con la verdadera precisión de los hechos que susurra, pues realmente cuesta encontrar, más allá de conversaciones aisladas, las evidencias de la presunta acusación por pagar a informadores con la finalidad de que, en sus medios y tertulias, defendieran a Bartomeu. La verdad es que ha sido imposible de acreditar, ni rebuscando en los archivos, las intervenciones de estos periodistas hablando o escribiendo a favor del expresidente. En cambio, las redes se han llenado rápidamente de material opuesto, tuits, monólogos y escritos críticos con su gestión.

Es más, sería tan difícil como encontrar una aguja en un pajar hallar recortes de prensa o registros audiovisuales aduladores, de reconocimiento o aplauso a Bartomeu por parte de la prensa. La pregunta es, más allá de esa habilidad de los Mossos para retrasar el verdadero informe sobre el Barçagate, en el que llevan dos años trabajando sin esforzarse demasiado, cuál es entonces la naturaleza del escándalo. Si en todo caso se llegara a demostrar que hubo pagos, pues el informe de los Mossos no lo hace, lo complicado sería determinar que produjeron el efecto que sospecha la investigación.

No hace falta, por otro lado, entrar en muchos más detalles sobre el otro tema, el arbitral, al que desde Madrid se le ha dado un vuelo de escándalo mundial sin precedentes. Una inspección fiscal ha revelado pagos del Barça a un miembro del Comité de Árbitros, José María Enríquez Negreira, que, según el club, debieron hacerse efectivos a cambio de informes técnicos a su hijo, Javier Enríquez, como se venía haciendo desde 2001 a través de una empresa especializada.

La conclusión es más o menos la misma. Hubo facturas reconocidamente pagadas a la empresa de ambos, padre e hijo, por un valor de 1,4 millones en tres temporadas -las que no han prescrito- y parece que desde principios de este siglo, lo que lleva también a preguntarse si alguien cree de verdad que en todo este tiempo, sobre todo que se lo pregunten a los barcelonistas, los árbitros han pitado a favor del Barça.

Por tanto, una cosa son las chapuzas y las decisiones que se toman en el seno de diferentes áreas del club sobre las relaciones con la prensa o con los árbitros, que deben analizarse y juzgarse, si corresponde, sobre si son o no indiciarias de delito, y otra muy distinta es creerse los titulares y la manipulación mediática, interesada y perversa, que se hace de estos hechos. Ni se han comprado periodistas ni los árbitros pitan a favor del Barça.

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