Paris Match 1961: algunas noticias e imágenes

Estas primeras semanas del invierno, removiendo papeles, dibujos y revistas antiguas (una afición como otra cualquiera, a menudo más interesante que unos viajes sin pies ni cabeza), he encontrado una colección de números de Paris Match datados en el invierno de 1961.

La revista Paris Match fue, durante los años 60 del pasado siglo, una de las revistas francesas más divulgadas entre las clases medias del sur de Europa. Llegó a tener una difusión de más de 1.800.000 ejemplares, aunque actualmente esta cifra se ha reducido considerablemente. El gran peso que tenían sus reportajes fotográficos, en un momento en que la televisión aún no era la gran hermana de los hogares, unido a la búsqueda del lado humano de las noticias, propició su éxito.

A veces ha sido equiparada a la prensa del corazón, pero la calidad de sus reportajes y, sobre todo, de sus colaboradores, entre los que destacaba Raymond Cartier, la separaba claramente de las revistas rosas francesas. Paris Match no era el Hola francés. Durante aquel invierno de 1961, Cartier, uno de los periodistas mejor documentados en la Francia del siglo XX, publicó en Paris Match algún artículo que, pese al tiempo transcurrido, conserva bastante actualidad. 1961 fue el año del asesinato político de Lumumba en el Congo belga (hoy República de Zaire) y uno de los últimos años de Adenauer como canciller de la República Federal de Alemania.

A propósito de un tratado comercial firmado, a finales de diciembre de 1960, entre Bonn y Moscú, Cartier se preguntaba si Alemania podría llegar a traicionar a Occidente; más que el tratado firmado, que esencialmente no cambiaba nada, preocupaba un cambio de actitud de la URSS hacia Alemania, «el acercamiento, o quizás la alianza, entre Rusia y Alemania». Se hacía eco de algunas voces oficiales que decían que lo que la nación rusa podía ofrecer a Alemania era más de lo que podía ofrecerle Europa. El artículo acababa recogiendo unas declaraciones tranquilizadoras de Adenauer: “Nosotros proseguiremos con una política de firmeza, en cooperación muy estrecha con nuestros aliados, para convencer a la URSS de que no podrá cumplir los objetivos que persigue. Importa, sobre todo, que no se haga ninguna ilusión sobre la posibilidad de desunir al mundo libre y, en particular, de separar a la República Federal de Occidente”.

En cuanto a la muerte de Patrice Lumumba, primer presidente del Congo independiente, hoy parece contrastado que, después de que la ONU se negara a darle protección, fue torturado y ejecutado, el 17 de enero de 1961, en la provincia de Katanga, que se había declarado independiente del Congo. La ejecución tuvo lugar en presencia de agentes belgas y estadounidenses; algunas fuentes hablan también de que se encontraba presente el presidente Tshombe.

En un telegrama del 26 de agosto de 1960, Allen Dules, director de la CIA, había avisado a sus agentes de que eliminar a Lumumba era un objetivo prioritario. “El Congo está lleno de sangre –escribió Cartier–, el asunto congoleño se está convirtiendo en una de esas guerras de liberación nacional que Jruschov acaba de declarar justas, necesarias y compatibles con la coexistencia pacífica. La coincidencia de esta declaración y el empeoramiento de la situación en Congo no puede ser obra del azar”. El lector dirá si estas noticias tienen o no un reflejo en las que publican hoy los periódicos. Junto a noticias que tienen muy escaso recorrido (la muerte en un accidente, por ejemplo, o un triunfo deportivo), hay otras (la problemática construcción europea, la eliminación de los disidentes políticos, por ejemplo) que parecen perseguir, golpear e interpelar a sucesivas generaciones de lectores, sin que éstos puedan hacer otra cosa que intentar convivir con ellos.

Suerte tenemos que revistas como Paris Match acompañaban estas dramáticas noticias de 1961 con imágenes captadas ese mismo invierno que nos alegraban la vista: así, pudieron disfrutar de muy bonitas instantáneas de las artistas Geraldine Chaplin (16 años), Brigitte Bardot (26 años) y Romy Schneider (22 años), entre otros, y también de la bellísima Farah Diva (22 años). También había cumplido 22 años en enero de 1961 un posible sucesor de Franco, el infante Juan Carlos, que aparece en una fotografía a dos páginas besando la mano de madame Franco. La foto iba acompañada de este titular: «¿Sucesión en España?» Pero ésta fue otra historia que no alegra demasiado la vista.

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