Laporta se queda sin el regalo de Goldman Sachs esta Navidad

El acuerdo de financiación de 900 millones sigue lejos de estar cerrado pese a las promesas del presidente, que además debe cancelar el primer préstamo del Espai Barça de 180 millones a finales de febrero

Imagen de cómo sería el Espacio Barça por la noche
Imagen de cómo sería el Espacio Barça por la noche

Ya está confirmado que tampoco esta Navidad regalarán al Barça un plan efectivo, viable, riguroso y serio que permita asegurar el inicio y la continuidad del Espai Barça por la sencilla razón de que Goldman Sachs aún está lejos, por ahora, de conseguir una financiación que encaje con los delirios arquitectónicos y constructivos de Joan Laporta.

Siguiendo una cronología sin sentido ni pies ni cabeza, la directiva estudia ahora las licitaciones de obra cerradas el pasado 22 de noviembre y presentadas por empresas de calado como Ferrovial y Acciona entre otras propuestas. Sobre la mesa, sin embargo, esas constructoras y otras UTE solo han podido presentar presupuestos bajo un criterio de especulación y de cálculo aproximado, porque no existe tampoco un proyecto de construcción definido ni una licencia municipal que pueda guiar los plazos y las condiciones de esas grandes obras previstas sobre el papel para cuando acabe la Liga.

Así, resulta complicado evaluar la fiabilidad y el rigor de estas empresas constructoras a las que muy probablemente les tocará finalmente realizar esos proyectos de obra y asumir después su dirección. Aunque desde la junta van dando largas y afirmando que hay margen suficiente para cumplir el calendario anunciado, fuentes del propio club no niegan que los avances prosiguen sobre un terreno de arenas movedizas y sin un guión definido.

Lo único cierto es que Goldman Sachs ya ha descartado unir el presunto préstamo de 900 millones destinados a la remodelación del nuevo estadio a otro crédito que sirva para derrocar el actual Palau Blaugrana y construirlo donde estuvo el Miniestadi hasta su demolición, adelantada precisamente para apresurar la construcción del nuevo Palau, ya que mientras permanezca en pie no será posible realizar la obra frontal de ampliación de la Tribuna Principal.

En las últimas horas, han circulado informaciones relativas al nuevo enfoque de la junta sobre buscar un patrocinador, socio o entidad financiera que pueda asumir el coste del Palau del futuro. De no ser así, o las obras del Espai Barça no podrán iniciarse o bien, como es más probable, cada una de las secciones deberán trasladarse a otros pabellones de alquiler y buscarse la vida como sea lejos de su territorio natural. El plan de que las secciones como balonmano, hockey patines y fútbol sala acaben emigrando y con el tiempo desapareciendo no le disgusta en absoluto a un presidente como Joan Laporta, que ya ha sido silbado esta temporada en el Palau, tras aprobar una reducción importante de varios millones de la partida del presupuesto destinada a mantenerlas competitivas pese a su deficitaria estructura.

La presión de Javier Tebas y de La Liga sobre el control financiero y económico le ha servido para justificar una rebaja que supone el principio del fin de las casi todas las secciones a falta de saber si la apuesta por el baloncesto se va a mantener en el formato actual con un coste muy por encima de las posibilidades reales de la sección y del club. Probablemente, si esta temporada no cae la Euroliga, serà la última disputada con una plantilla como la actual, integrada por primeras figuras del baloncesto europeo.

Igualmente, la de baloncesto es una sección que deberá buscarse pronto un sitio donde jugar a partir de la próxima temporada, sin fecha de regreso ni con su continuidad asegurada, en el supuesto de comenzar las obras del Camp Nou al principio de este verano y con la previsión de terminarlas en otoño de 2024.

De todas las incertidumbres que rodean el Espai Barça en este momento, la seguridad de que el Palau y las secciones están condenadas al destierro y quién sabe si a su desaparición o a un cambio integral del modelo de dependencia es la que cobra una mayor carta de naturaleza en cualquiera de los horizontes abiertos.

El peor de todos esos escenarios pasa por el riesgo de que Laporta, en su compulsión por calendarizar en corto las obras del Espai Barça, acabe por dejarlo todo a medias si consigue que el Ayuntamiento de Barcelona, a falta de licencia para el nuevo diseño, le permita seguir demoliendo la tercera graderia -como pretende- arreglando con las constructoras un acuerdo provisional para empezar con los derrumbes y acabar de afinar esas licitaciones cuando llegue el momento.

O sea, una forma de aparentar ilusoriamente que todo marcha, como está haciendo ahora, cuando la verdad es que no está solucionada ni mucho menos la financiación del nuevo Camp Nou y la de todo su entorno. No existe, definitivamente, ningún plan ni un final feliz para el Palau y para las secciones, más allá de una progresiva degradación de sus presupuestos y de la expectativa de quedarse sin casa, también en un plazo de tiempo relativamente corto.

Laporta cuenta con que Goldman Sachs ya ha avanzado 180 millones del Espai Barça y que no ha mostrado -por ahora- el menor interés en abandonar el proyecto. Otra cosa, sin embargo, es que el plazo para devolver la última ampliación de ese crédito, de 90 millones, cerrada el 28 de enero de 2022, esté previsto para el próximo 15 de febrero de 2023. Quedan apenas dos meses para este cumplimiento financiero que, con toda probabilidad y a la vista de los estados financieros cada vez más comprometidos por la gestión de Joan Laporta, tendrá que ser revisado y sujeto a otra renovación asociada a nuevos tipos de interés y a quién sabe qué condiciones.

La posibilidad de cancelar este préstamo suena a otro cuento de esos que el auditor se acaba creyendo, como cuando suscribe que la junta directiva “ha empezado a aplicar su plan de reducción de la masa salarial del primer equipo de fútbol, consiguiendo una importante rebaja respecto a los compromisos previamente adquiridos”. Lo cierto, sin embargo, es que la masa salarial se ha elevado a 656 millones de euros, un techo del todo inasumible pero real, motivo por el cual La Liga le ha recordado que debe rebajarse, de verdad, en 200 millones a fecha 1 de julio de 2023. Mensajes y cifras que a Laporta le entran por un oído y le salen por el otro, pues no deja de pensar en fichar a más jugadores en el próximo mercado de invierno.

Al menos eso es lo que le susurra a la prensa para mantener vivo este espíritu optimista y mágico de esta Navidad sin el regalo clave de Goldman Sachs, ese crédito de 900 millones con el que Laporta sueña y sobre el que se sostiene la fantasía del Espai Barça por mucho que parezca que las obras siguen adelante.

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