No hay flores para Irla y Tarradellas

Después de que los franquistas fusilaran a Lluís Companys, el 15 de octubre de 1940, Josep Irla pasó a ser presidente de la Generalitat en aplicación del Estatut Interior de Catalunya. En 1954, cuando tenía 80 años, dimitió por motivos de salud y fue sustituido por Josep Tarradellas en una reunión del Parlament de Catalunya celebrada en la embajada de España en México. Tarradellas fue presidente de la Generalitat hasta que Jordi Pujol asumió el cargo el 8 de mayo de 1980. Murió el 10 de junio de 1988.

Este domingo, TV3 mantuvo una ventanilla abierta durante buena parte de la mañana en la que se informaba de los políticos y dirigentes de asociaciones que llevaban flores a la tumba de Francesc Macià en Montjuïc. Macià fue presidente de la Generalitat desde el 28 de abril de 1931 hasta el 25 de diciembre de 1933, hace 89 años, cuando murió de apendicitis. Cada 15 de octubre, se hace otra ofrenda floral, en este caso en honor de Companys en el lugar donde fue fusilado, el Fossar de la Pedrera, en el castillo de Montjuïc.

Los cuatro presidentes de la Generalitat que he mencionado fueron de Esquerra Republicana. ¿Por qué este partido sólo homenajea a Macià y Companys e ignora a Irla y Tarradellas a la hora de recordar su trayectoria con un homenaje el cumpleaños de su muerte? La Fundación del partido lleva el nombre de Josep Irla. A Tarradellas, ni agua.

Rememorar el asesinato de Companys a manos del franquismo es fundamental e, incluso, quizás se le podría dar más empaque a la fecha de su fusilamiento decretando el 15 de octubre festivo en Catalunya. ¿Pero qué sentido tiene hacer ofrendas florales a un presidente que murió de apendicitis y olvidar a quienes sostuvieron la llama de la institución en los años del exilio forzado?

El paso de los años hará que haya más presidentes de la Generalitat que fallezcan. ¿Cada año se les hará una ofrenda floral o este privilegio quedará reservado para siempre para Macià y Companys?

El 11 de septiembre, mientras las ofrendas florales se hacen a Rafel Casanova, a los pies de su estatua en Barcelona, no en su tumba en Sant Boi, un grupo considerable de personas se reúne en la plaza Salvador Allende, también en Barcelona, para conmemorar la fecha de su muerte, en 1973, a raíz del golpe de Estado dado por los militares de César Augusto Pinochet.

Llevar flores a las tumbas o lugares donde se recuerda a personas queridas es un acto humano y emotivo.

Alguien debe explicarme, sin embargo, porque hay presidentes de la Generalitat que tienen derecho a este homenaje y seguimiento televisivo y otros, no.

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