Y también dos huevos duros…

Como aquel viejo chiste de Eugenio que dice: “-Me gusta jugar al póquer y perder. – ¿Y ganar? – ¡Ostras, ganar debe ser la hostia!”. Pues eso, parafraseándolo, a los catalanes nos gusta perder, y ganar debe ser la hostia. Lo cierto es que siempre hemos tenido cierta fascinación por la derrota. El 11 de septiembre, en el que celebramos la capitulación de Barcelona ante las tropas borbónicas de 1714, es la fiesta nacional de Cataluña; podía haber sido el 23 de abril (Sant Jordi), fiesta del libro y la rosa, pero no, mejor el 11.

Hoy celebramos el 1 de octubre -si no todos, la mitad. ¿Se trata de una victoria o de una derrota? En principio el vaso independentista puede verse medio lleno. El gobierno central de Mariano Rajoy prometió que de ninguna de las maneras Catalunya celebraría un referéndum unilateral de autodeterminación y, pese a la represión policial, éste se hizo, y las urnas aparecieron como por arte de hechizo, y el sí se impuso a la búlgara. Victoria, pues. Pero después, como cuando en fútbol ganas en casa 4-1 y en Roma te eliminan 3-0, o ante el Liverpool, que primero ganas 3-0 y después pierdes 4-0, la victoria se deshace como un azucarillo en el café. La vuelta del 1-O fue el 27-O, cuando el entonces presidente Carles Puigdemont declaraba la independencia y unos segundos después la suspendía. ¿Remontada?

Y de ese polvo vienen estos lodos. El Parlament de Catalunya volvió a vivir el pasado martes una de esas sesiones que recuerdan la escena de la cabina de los hermanos Marx. Un galimatías donde el presidente Pere Aragonès se sacó del sombrero de copas la vía canadiense del acuerdo de claridad y sus socios de Junts, enfadados porque no cumple el pacto de legislatura, le amenazaron con una moción de confianza, y, como decían los Marx, también dos huevos duros. La amenaza la lanzó Albert Batet, portavoz de Junts en el Parlament, pero se ve el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, lo sabía, y Aragonès le ha cesado por desleal. Y también dos huevos duros.

Total, que ese bonito cuento del 1-O, que hoy celebramos, ha cambiado mucho, y que ese anhelo independentista que les unió ayer, hoy el poder les separa. En el momento de escribir estas líneas el Govern todavía existe, cogido con pinzas, pero existe. Junts deshoja la margarita sobre si se queda o sale del Govern y, en caso salir, si certifica una enésima derrota. Fuera hace frío, me juego un guisante que se queda. Y también dos huevos duros.

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