Laporta envía definitivamente el Espai Barça a un callejón sin salida

El cambio en la dirección de obra implica retrasos y complicaciones que aseguran un aumento de los costes inasumible para la junta y apunta a otro colapso económico y del modelo de propiedad

Joan Laporta, presentant Héctor Bellerín

La entrada en escena de Torrella Ingeniería en el universo Espai Barça ha provocado un terremoto que, como no podía ser de otro modo, la mayoría de la prensa ha preferido orillar lo antes posible y desatender la sorprendente indignación mostrada por el propio Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña. Un toque de atención inusual que debería alertar sobre la gravedad de una decisión que definitivamente acarreará consecuencias, ninguna positiva según los expertos.

En el horizonte, éste súbito cambio de rumbo supone, en primer lugar, que el proyecto definitivo, con la reforma estructural exigida por la nueva junta directiva de Joan Laporta, está aún pendiente de elaboración y, por tanto, de su tramitación ante la oficina técnica del Ajuntament de Barcelona como paso previo a la luz verde a la definitiva licencia, sin la cual no es posible avanzar en ninguna dirección constructiva. Por tanto, se añade un nuevo y considerable retraso.

La firma japonesa Nikken Sikkei, ganadora del concurso de arquitectura en 2016 con un reconocido prestigio y trayectoria internacional, realizó el primer proyecto conceptual y el diseño que atrajo la atención del jurado con una notable y superior seducción respecto del resto de los proyectos presentados.

A partir de ese momento, en coordinación y armonía con catalanes Joan Pascual y Ramon Ausió Arquitectes, que fueron sustituidos posteriormente por el estudio B720 Fermín Vázquez Arquitectos, habían desarrollado lo que sería el proyecto ejecutivo, consistente en el traslado a planos, por centenares, de la obra con todos los detalles y requisitos, desde las necesidades de ingeniería, la cata previa del hormigón, la elección de los materiales, los infinitos cálculos técnicos y una extensa labor de años de trabajo hasta estar en condiciones de optar a la licencia y ofrecerla a la licitación a los diferentes grupos de constructoras interesadas en adjudicarse la fase final.

El diseño original desarrollado contemplaba la remodelación íntegra de la primera grada, con la desaparición de las localidades de sótano y el cierre del oval de la tercera grada, ganando un anillo de zonas VIP. Nada que ver con el encargo de la nueva junta de Joan Laporta, que apuesta por no tocar la primera grada y por el derribo de la tercera Graderia para levantarla de nuevo sobre una circunvalación de dos pisos de zonas VIP.

Los expertos lo consideran una chapuza que acabará costando más dinero con el fatal resultado de añadir a la escasa visibilidad e incomodidad de la primera grada la definitiva conversión de la nueva tercera grada en un gallinero desde donde será prácticamente imposible disfrutar del espectáculo por la lejanía de las gradas.

Nikken Sekkei planteó la necesidad de rehacer parcialmente el proyecto ejecutivo, pues sólo servía una parte técnica, a cambio de unas nuevas condiciones económicas. Las que había firmado incluían también la dirección de obra, como es lo habitual y lo lógico.

Esa brecha la aprovechó Laporta para abrir un concurso, al que también se presentó el despacho aliado japonés-catalán, que se ha acabado llevando Torrella sin oposición, según confirman fuentes del club que, desde marzo de 2021, han asistido a un relevo del ciento por ciento de los proveedores, también en el Espai Barça, incluido el ejecutivo responsable del área patrimonial, nuevo desde hace dos meses. En el Espai Barça, quien manda no es otro que Joan Sentelles, responsable de contratación y persona de confianza de Laporta en los negocios con Uzbekistán durante el anterior mandato, luego como liquidador en el Reus -fue una pìeza clave-, y ahora recuperado para un tinglado como el Espai Barça que le viene absolutamente grande.

La posibilidad de tramitar una licencia a tiempo de iniciar las obras de verdad al final de esta temporada, coincidiendo con el traslado del equipo a Montjuïc, suena a fantasía si el plan es mantener el mismo nivel de rigor y de profesionalidad aplicados hasta este momento.

Otra cosa es, como por desgracia se prevé, que Laporta pida preventivamente a la concesión de la licencia definitiva -que tardará por lo menos un año- del permiso de demolición de la tercera grada de forma que, por lo menos, esa fase se pueda ir iniciando. Complicado para el Ayuntamieto de la ciudad y el propio Barça, pues cualquier alteración o complicación supondría jugar un mínimo de dos años en Montjuïc, con un destacable bajón de los ingresos por taquillaje, además de sólo poder ofrecer una versión reducida del Museu y de la Megastore.

Una tercera vía, que también está sobre la mesa obligada por las prisas y por la necesidad de compensar el retraso añadido a causa del desmantelamiento caprichoso e irreflexivo del proyecto, pasa por rediseñar, licenciar y licitar las obras en diferentes bloques independientes para ganar algo de tiempo. La parcelación, también en opinión de los especialistas, garantiza y asegura la multiplicación de los costes finales, al menos sobre un tercio de las previsiones.

La incapacidad e improvisación acreditada por la actual junta directiva de Joan Laporta, que ha puesto el Espai Barça bajo la dirección y la responsabilidad de ejecutivos mediocres y sin la formación ni experiencia adecuadas, avala la catástrofe que se avecina y un final inevitable marcado, imaginando que finalmente sean capaces de sacarlo adelante, por retrasos, despilfarros y un desequilibrio presupuestario inasumible.

El peligro de que finalmente Goldman Sahcs o cualquier otro inversor deba asumir en un momento dado el control absoluto del Espai Barça, incluidas su construcción, comercialización y explotación, ya planea asediando la independencia de la junta y de un modelo de propiedad que, de facto, ya no es posible ejercer en la dictadura laportista. Todo eso suponiendo que Goldman Sachs acepte financiar un proyecto bajo el gobierno de un presidente cegado por su propio ego y poder, que ya dejado seco y sin recursos al club para seguir funcionando a partir del 1 de julio de 2023.

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