La Comisión Europea ha querido mantenerse neutra ante el desacuerdo de los ejecutivos español y francés en lo que se refiere al proyecto de gasoducto Midcat y no se pronunciará al respecto hasta que los países afectados lleguen a un acuerdo. Tampoco ha aclarado si, en caso de salir adelante, la Comisión participará en su financiación tal y como planteó durante agosto.
«No podemos dar una posición específica en este momento, es necesario que los Estados miembros y los promotores avancen en el análisis sobre las posibilidades de viabilidad del proyecto», ha expresado el portavoz de Energía de la Comisión Europea, Tim McPhie, quien ha añadido: «Cualquier proyecto transfronterizo adicional de infraestructuras que unan la península Ibérica con el resto de la Unión Europea necesita más evaluaciones de los países implicados y de los promotores del proyecto».
Por otra parte, McPhie ha señalado que el Midcat no forma parte de la lista de Proyectos de Interés Común (PIC) porque España y Francia lo dejaron «en pausa», y ha recordado que la legislación europea no permite financiar con recursos comunitarios los proyectos que se basen en combustibles fósiles como el gas. «Lo que potencialmente podría financiarse son proyectos de infraestructuras de hidrógeno», ha explicado el portavoz de la Comisión.
El Gobierno español se niega a cerrar el debate
Pese a la frialdad de Bruselas y el rotundo rechazo del presidente francés, Emmanuel Macron, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha insistido en que el debate sobre el Midcat todavía «está abierto» y ha recordado que el proyecto podría tener cabida dentro del plan REPowerEU.
«Creo que es importante entender qué ha dicho la Comisión y qué no ha dicho», ha señalado Ribera, quien ha explicado que el gasoducto no está en la lista de proyectos de interés comunitario porque esta «es previa al debate que se ha suscitado en este momento del contexto europeo», pero que «sí está en el anexo de infraestructuras importantes» del plan REPowerEU, una estrategia europea para responder a la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania.
