Laporta lleva a un límite peligroso su credibilidad tras la última asamblea

Tras afirmar él mismo que ya no mira por el retrovisor, la prensa le advierte de que ya ha agotado las excusas. Los análisis de la crisis siguen siendo equivocados: el drama no son los gastos, sino la caída de ingresos

Joan Laporta
Joan Laporta

Poco a poco, la gestión de Joan Laporta empieza a aparecer caricaturizada en una prensa que no ha abandonado todavía ese servilismo salvaje con el que lo condujo a la presidencia; la misma prensa que le ha venido acompañando, protegiéndole mediante la negación y la sistemática ocultación de los muchos errores, embustes y manipulaciones de su eficiente aparato de control de la comunicación.

De todas las promesas electorales no se ha consumado absolutamente ninguna, excepto el implacable cumplimiento de su máxima: “Lo volveremos a hacer”, por lo que se refiere a exponer al Barça a la más crítica situación económica de su historia en un tiempo récord, de poco más de tres meses, provocando unos fondos propios negativos de 450 millones prácticamente imposibles de revertir sin dañar a corto, medio y largo plazo el modelo social del club.

Sin remedio, hoy se ve obligado a vender activos de enorme valor, los últimos, bajo la falsa afirmación de recuperar el músculo financiero para fichar, sobre todo a Lewandowski, un compromiso personal del presidente con su amigo agente, comisionista y ex-socio Pini Zahavi.

La asamblea del jueves escondió, sin embargo, el verdadero drama al que se enfrenta una junta descapitalizada deportivamente desde que echó a Messi, desnudándose ante el mundo por su falta de personalidad, recursos y valentía, que ha sido incapaz de cubrir el presupuesto de su primera temporada autónoma y con manos libres.

Más que un problema objetivo de costes y masa salarial, que el propio Laporta no quiso afrontar hasta que le ha visto las orejas al lobo, la necesidad de alienar activos de tipo empresarial ha encendido las alarmas a un mes de cerrar el ejercicio con más de 100 millones (se habla de hasta 150 millones) por debajo de las expectativas. Cuesta encontrar un precedente de mayor incapacidad y torpeza directiva y ejecutiva.

Las cuentas del ejercicio próximo, 2022-23, pintan igual o peor, motivo por el cual se ha abierto la puerta a cualquier venta que deje beneficio -más derechos de TV, BLM, Barça Studios, Frenkie de Jong y, si fuera posible, hasta de Gavi, Nico y alguno más-, cualquier cosa con tal de poder cerrar le llegada del delantero polaco, única prioridad de Laporta en este momento.

Por tanto, la urgencia se reducía a ahora a aprobar la venta del 10% de los derechos de TV de LaLiga a 25 años por 200 millones para cuadrar las cuentas y aparecer aún más debilitado y con más urgencias en un mundo lleno de ‘buitres’ que van  a querer aprovecharse del Barça.

La lectura de la valoración mediática de la asamblea, aunque no refleja exactamente al cruda realidad, aún voluntariamente invisible para la mayoría, sí que encierra las primeras dudas, alguna crítica y la sensación de que, para algunos periodistas con el prestigio ciertamente magullado por su rol de guardaespaldas, el margen de esa confianza incondicional ha llegado hasta cubrir este último acto de fe, el enésimo del laportismo en ese abuso permanente de la autoridad que le ha sido concedida y de la mucha que él mismo se arroga.

En la banda extrema del laportismo sigue instalado Lluís Mascaró (Sport). “Las famosas ‘palancas’ ya pueden activarse con el objetivo de conseguir unos ingresos extraordinarios de 800 millones de euros (contando también la venta del 49,9 por ciento de Barça Studios). Un dinero que debe servir para acabar con el colapso en el que se encuentra el club. La hoja de ruta a partir de ahora está muy clara: ir cerrando los diferentes acuerdos sin prisas (hay que buscar la mejor oferta) pero sin pausas (hay un plazo máximo de dos meses y medio). Los primeros ingresos irán destinados a cerrar el ejercicio 2021-22 sin déficit. En estos momentos hay una previsión de 150 millones de euros negativos”.

Es decir, que se muestra incluso más optimista que el propio Laporta, yendo siempre un paso, eso sí equivocado, por delante.

En Mundo Deportivo, Santi Nolla, le envía una especie de desafío aprovechando el relato del propio presidente. “El club espera ingresar unos 800 millones de euros con las palancas y conformar un equipo competitivo. No es el único club que ha buscado dinero en Europa. El Atlético amplió su capital. El City pidió un préstamo de 650 millones y se encuentra con una masa salarial del 88 por ciento de los ingresos ya que gasta en nóminas unos 553 millones. El PSG captó 171 millones de Qatar. El propietario de los Boston Red Sox y del Liverpool ha ampliado capital en 629 millones. La Juventus lanzó también una ampliación de 400 millones para paliar las pérdidas del Covid, como el dueño del Inter, que debió prestar dinero al club. Así, a partir de ahora se abre una nueva etapa (…) El presidente Laporta dijo que no le gustaba referirse a la herencia. Es bueno empezar a actuar sin retrovisor”. O sea que, a partir de ahora, ya no vale escudarse en el pasado para no cumplir con las expectativas.

Santi Giménez (As), un ‘palmero’ ilustre, aunque simpáticamente critico cuando quiere, vino a decirle, también, que ahora debe demostrar su vale o no vale. “Laporta ya tiene manos libres para iniciar su era. Joan Laporta ya tiene las herramientas necesarias para iniciar a partir de ahora su mandato, quince meses después de iniciar su mandato”.

Para El Periódico, que titula ‘Los socios dan otro talón a Laporta’, la opinión de Albert Guasch empieza por una afirmación inquietante: “Salvados del apocalipsis” y una reflexión interesante: “A su alrededor hay una industria mediática y una ensalada social de ambiciones e intereses que exigen el máximo en todo momento. Es lo que hay, y a la impaciencia ha contribuido el mismo Joan Laporta desde el minuto 1. No hay temporadas de transición, dijo en sus inicios. Aun así, da la sensación de que la institución arrastra con Laporta 15 meses de transición, avanzando muy lentamente y sin excesivo ruido de oposición, a pesar de la naturaleza caníbal del club. Muchas asambleas convocadas, cinco ya, muchas declaraciones de intenciones ante los socios, pero poca sustancia (…) Se empezaba en la ciudad a hablar de la gestión presidencial con un tono de decepción y esperanzas fallidas. La amenaza del apocalipsis se tendría que diluir una vez autorizadas las palancas económicas. Ahora le toca a Laporta y su núcleo duro apresurarse como el coche de F-1 que dijo que será el club para firmar alguna de las negociaciones avanzadas. El 30 de junio se aproxima con la amenaza de unas pérdidas que la entidad no se puede permitir. Pero este es un presidente acostumbrado a resolver agravios al límite. La noche de los avales viene enseguida a la memoria”.

La Vanguardia se muestra, dentro de la condescendencia general y consolidada desde el triunfo electoral de Laporta, crítico sobre todo con la forma. “Sí, pero no” titula Joan Josep Pallàs. “La aprobación por parte de los socios de la venta de activos planteada por la directiva de Joan Laporta demuestra una vez más que el relato de la amenaza de ruina del club ha vencido sobre otras consideraciones, en especial esas que se proclaman con gesto solemne cuando eres oposición y ninguneas cuando ya estás dentro. Léase transparencia y sentido democrático (…) El acto se hizo en día laborable y telemáticamente cuando ya no hace falta por prescripción médica, unas condiciones que no promueven precisamente la máxima participación sino una innovadora clandestinidad institucional que pretende consolidarse (…) La visión es superficial, la desinformación se impone. Acto de fe, decimos. Y la asamblea lo fue, porque la exposición de argumentos de algunos directivos flaqueó de manera alarmante y las metáforas pretendidamente didácticas cayeron en un infantilismo que daba la impresión de devaluar la consideración que se tiene de la capacidad del socio de asimilar información. Un servidor sospecha que el resultado de la votación habría sido el mismo sin tanta (y tan insoportablemente larga) escenificación”.

El sumiso y dependiente Frederic Porta se refería a esa forma surrealista de gobernar: “Ahora todo es una cuestión de fe. Otra vez, y van unas cuantas, situación planteada en términos de darle la confianza a Laporta, un presidente que, dice, se niega a mirar atrás y continúa asustado con la nefasta herencia recibida. Estamos igual que de costumbre, a pesar de que el futuro del Barça no se pueda limitar a una cuestión de fe planteada en la línea inamovible de los últimos quince meses. Cuesta ver claro el objetivo final de la plena recuperación porque nadie sabe qué nos espera pasado mañana y en qué términos de debilidad se ingresarán los millones necesarios para tapar agujeros, cuánto acabará costando la urgencia para volver a poner en marcha la maquinaria”.

En El País, Ramon Besa, lo resumió así: “El aval es Laporta. La asamblea de socios aprueba la arriesgada e histórica propuesta del presidente de vender activos para intentar reflotar económicamente al Barcelona”. Poco convencimiento cuanto menos.  “Laporta actuó con tal convicción que los compromisarios no preguntaron por sus alianzas ni tampoco por los acreedores: no se sabe con qué inversores negociarán los activos ni por cuántos años, hasta un máximo de 25. El presidente obtuvo un cheque en blanco en una asamblea tan histórica por lo que estaba en juego como poco participativa —los convocados eran 4.478 y votaron menos de 700—.Hay una pérdida de interés creciente en el barcelonismo si se tiene en cuenta también que hasta 26.238 abonados se acogieron a una temporada de excedencia y 35.000 alemanes ocuparon el Camp Nou ante el Eintracht”.

Consultor de cabecera económico, rendido al laportismo. Marc Ciria dibujaba un nuevo horizonte: “Estamos mejor que ayer, pero se ha jugado un match-ball. Si volvemos a desviarnos, ya no hay activos para vender. No hay margen de error”.

En medio de ese festival de visiones que pretendían ser diferentes, Toni Freixa, siempre didáctico, actuó en su cuenta de twitter: “Se debe reconocer que la performance de hoy ha sido excelsa. Nos acaban de anunciar que en una temporada hemos pasado de 450 millones de fondos propios negativos a 600. No está mal”.

La siempre indocumentada Marta Ramon, como hubo de reprimir su decepción porque ya sabe ahora que Laporta es mucho peor que Bartomeu, le echó las culpas a Víctor Font. “En el Barça no hay debate. Todo nos remite al pasado -escribió en el Ara-, al solar que dejaron, que es tan profundo y devastador que se convierte en el escudo protector de todo el relato que se ha construido a posteriori. En definitiva, tener una actitud crítica –indispensable para ejercer el oficio de periodista– es molesto y objeto constante de dardos. Es curioso que algunos que echaron de menos más fiscalización durante el gobierno anterior, ahora querrían que no tuviera de ningún tipo. En medio de este escenario, las famosas palancas ya tienen el anhelado semáforo verde con una participación bajísima de los compromisarios (…) El hecho de que menos de 700 socios decidieran sobre uno de los temas más trascendentes de la historia de la entidad dice muy poco a favor de la masa social azulgrana. Pero bien, tampoco es que lo hicieran con conocimiento de causa: continúan sin saber exactamente cómo, ni con quién, se producirán las operaciones de BLM y los derechos televisivos (…)  Mientras tanto, continuaremos asistiendo a la confianza ciega que los feligreses le dedican al presidente ejecutivo Laporta, porque aquí nadie dice esta boca es mía. Ni siquiera el segundo candidato más votado en las elecciones, Víctor Font, contribuye al debate que necesitaría una institución como el Barça. ¿Dónde se ha metido? ¿De qué tiene miedo? Durante la campaña presumía de tener un plan milimétrico para sacar al club del pozo, pero ahora ha desaparecido. Debe parecerle todo bien”.

De los otros opinadores de Sport, no vale la pena ni reproducir lo que escribe el cortesano y adulador profesional Joan Vehils. En todo caso rescatar el pequeño guerrillero que aún lleva dentro Toni Frieros: “Y ahí tenemos que hacernos preguntas. ¿Por qué esta junta, sin las palancas, hubiera cerrado el curso económico 2021-22 con 161 millones de pérdidas? ¿Cómo es posible que haya ocurrido eso en un año sin covid? ¿Por qué el área comercial ha acabado por debajo de su presupuesto en más de 40 millones de euros? ¿Por qué ha crecido tanto la masa salarial no deportiva? Es palmario que a quienes han controlado el presupuesto 2021-22 algo se les ha escapado de las manos. Ahora tienen en esas mismas manos el destino inmediato del FC Barcelona”.

No ha cambiado el viento. Solo pasa que empieza a descubrirse que ha dejado de soplar hace tiempo.

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