Bochorno

En 1723 las cuatro estaciones estaban mejor definidas que ahora -ahora, se empequeñecen los inviernos, se agigantan los veranos y se diluyen las primaveras y los otoños-; el calentamiento del planeta, ya se sabe. No sé si el desaguisado hubiera lesionado la música de Vivaldi. Bienvenidos al Dragon Khan climático. Suben y bajan y vuelven a subir las temperaturas y, como decía la semana pasada la exvicepresidenta del gobierno español, Carmen Calvo, «gran bochorno en Sanxenxo». El bochorno es ese aire caliente insoportable. También es una “ansiedad o sofocación producida por algo que ofende, molesta o avergüenza». La incómoda visita del rey pródigo –Juan Carlos I-, ofende, molesta y avergüenza. Celebro y comparto la elegante y afilada acotación de la socialista. Pero, cuando de verdad toca investigar a la monarquía, los socialistas suelen mirar hacia otro lado…

El emérito hizo coincidir su regreso a España, dos años después de su salida por la puerta falsa, con la campaña de la renta; viniendo de un defraudador confeso, un detalle. Limpio de mácula (?), del jueves al lunes pasado, el exrey galleó por tierras gallegas y madrileñas. Incluso se permitió algún baño de multitudes, con vivas, incluidos. Y lo que no hemos visto… Si Berlanga o Valle-Inclán levantaran la cabeza… Gracias a la inviolabilidad real o a los recovecos judiciales, el emérito eludía hace poco cualquier responsabilidad. Ha puesto el contador a cero, y ya puede volver a empezar.

A pesar de hacerse los suecos, en esta colada, el hijo de Juan Carlos y rey de España, Felipe VI, y también el gobierno de Pedro Sánchez, han perdido algunas sábanas. La respuesta del emérito, casi en tiempo de descuento, a la pregunta periodística sobre si aprovecharía la visita para dar explicaciones, lo dice todo: “¿Explicaciones de qué?”, y se ríe. Queda claro que quien fue rey se siente todavía inviolable. De hecho, probablemente no le falte razón, a ojos de la justicia no ha dejado de serlo nunca. ¿De qué debe dar explicaciones el emérito? Deplorable igualmente el vasallaje y el totum revolutum de Alberto Núñez Feijóo, que lamenta que se cuestione al emérito afirmando: “Después de 40 años ya está bien de cuestionar la Constitución”. Para evitar que se ponga en cuestión la monarquía, hace siete años que el CIS la excluyó de las encuestas. Salvo los aplaudidores de Sanxenxo y de un pedazo de derecha, la gente empieza a estar harta de la monarquía española. A falta de encuestas públicas, las privadas así lo indican.

Tras abrazar al hijo, el emérito se retiró a su particular y lujosa Santa Elena, no sin antes amenazar de volver; se ve que a mediados de junio hay otra regata en Sanxenxo… Volverá y no volverá a dar explicaciones. “¿De qué?” …

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