El fútbol catalán no quiere cambios ni salir de esa espiral en la que lleva metido desde hace años, dominado por la larga sombra de Andreu Subies, el ex-presidente que aspiraba a seguir reinando desde la oscuridad a través del candidato Alex Talavera, que finalmente quedó en segunda posición después de un recuento de votos que ofreció, aunque de forma ajustada, una nueva victoria de Joan Soteras, presidente desde 2018.
El cargo se lo disputaban tres familias de la misma genealogía y ADN, puesto que tanto Alex Talavera como Juanjo Isern, ambos ex-directivos de la Federació Catalana (FCF) y de la Federación Española (RFEF), provenían de esta época dorada de Andreu Subies, incluido el propio Joan Soteras, al que señaló como su delfín y continuista hace cuatro años, cuando dio el salto a Madrid para tomar posesión de la vicepresidencia primera de la RFEF.
Andreu Subies fue el primero en caer por un escándalo de corrupción en la propia FCF que a punto estuvo de arrastrar a Joan Soteras y dejar tocado a su ‘jefe’ Luis Rubiales, quien hoy también está en el centro del huracán por promover y tolerar comisiones que apestan a favor de Kosmos (Gerard Pîqué) por la organización y disputa de la Supercopa en Arabia Saudí.
La continuidad de ese modelo de permanente sospecha de descomposición del mundo del fútbol federativo estaba garantizado con la participación de Soteras, Talavera e Isern en unas elecciones en las que el único candidato independiente y sin recursos, Pep Palacios, no tenía nada que hacer contra el doble aparato federativo que desde hace años controla las entrañas de una administración donde no hay juego limpio ni transparencia y demasiado dinero fácil a mano de los muchos ‘lobos’ hambrientos que merodean por la Federació Catalana y su entorno.
La depredación ha llegado al extremo que, cuando Alex Talavera y Juanjo Isern planean conjuntamente el asalto al poder para echar a Joan Soteras, lo hacen con la perspectiva de acabar siendo una única candidatura cuyos hilos se han ido moviendo desde esa recámara en la que está metido Andreu Subies y sus hombres de confianza. El problema es que, a la hora de unir filas para presentar un frente común, ambos creyeron que eran capaces de ganar por su cuenta.
Les pudo su ego pero sobre todo su ambición, su narcisismo y la necesidad de poder recuperar el enorme gasto de unas elecciones que, aunque no se hayan vuelto demasiado mediáticas, han resultado terriblemente caras de sostener.
¿Quién estaba dispuesto a invertir y arriesgar tanto dinero? Únicamente aquellos que, por experiencia, conocen la mejor forma de compensar esa inversión. Joan Soteras, por su parte, ha podido jugar desde el poder infinidad de cartas ganadoras, pues la dinámica electoral resulta relativamente fácil de controlar.
Imaginar que votaron 1.041 clubs de los 1.200 electores ya supone, en sí mismo, un dato revelador de las componendas habidas, teniendo en cuenta que no llegaban ni muchos a menos a 700 los clubs dados de alta y con la documentación al día en el registro de entidades deportivas de la Generalitat de Catalunya.
Hubo denuncias por situaciones rocambolescas en mesas donde representantes de algunos clubs se toparon con que sus votos ya se habían contabilizado anteriormente. Los candidatos llegaron a poner minibuses al servicio de votantes y toda la documentación notarial necesaria.
Aun así, la sangre no llegará al rio porque quien más quien menos había hecho lo mismo para arañar votos. Al final, Joan Soteras ganó con 396 votos; Alex Talavera obtuvo 370; Juanjo Isern, 230 y Pep Palacios, 23 para que todo siga igual o peor para esos clubs que mañana volverán a seguir quejándose de las mismas calamidades, falta de servicio y de atención y de los costes superlativos de estructura de la FCF para seguir manteniendo vivos esa mayoría de clubs modestos.
