Laporta quiere exigir a 20.000 socios que liberen sus abonos

Les pide la cesión gratis para el Barça-Eintracht, con peligro de venta masiva a aficionados alemanes, y no descarta el Seient Lliure inverso: que los socios deban reservar anticipadamente su asiento

Una vez más, la directiva de Joan Laporta ha dado escasas muestras de su verdadera vocación y sensibilidad social enviando una carta a los socios abonados para que, con la máxima urgencia, liberen los aproximadamente 20.000 asientos que siguen sin ocuparse los días de partido por la sencilla razón de que sus titulares prefieren quedarse en casa.

A esos 20.000 socios hay que añadir otros 25.000 que esta temporada, como la anterior, han aprovechado la excedencia promovida desde la junta con motivo de la pandemia, que consiste en la cesión voluntaria y gratuita del abono a favor del propio club para su explotación a lo largo de la temporada. El periodo de vigencia de esta medida es por una temporada, a partir de la cual el socio puede recuperarlo al precio habitual.

Una parte de esas localidades libres se ha aprovechado para la venta abierta y para engordar el negocio de reventa on-line y física en los alrededores del Camp Nou, que de nuevo se ha vuelto masiva, oscura y tan sospechosa como lo fue en su día en el anterior mandato de Joan Laporta. 

Todas las medidas y vigilancia desplegadas a lo largo de los últimos años, incluidas redadas a la caza de los propios socios revendiendo sus abonos a mafias y grupos delictivos, se han eliminado, permitiendo que agencias teóricamente oficiales con el sello del FC Barcelona dispongan de miles de entradas cuya liquidación resulta más que sospechosa.

Es un negocio que, como ha despertado el turismo, funciona debido sobre todo a la tolerancia y dejadez voluntaria de la directiva a la hora de controlarlo. Aunque un agente debe seguir vendiendo la entrada al precio facial que figura en el ticket, más un recargo muy limitado, estos operadores deben obligatoriamente comercializarla dentro de un pack con las diferentes opciones de viaje, transporte, comida, cena, tentempié, el tour del Camp Nou, una bufanda, servicios o regalos que, a la hora de la verdad, se convierten en unos beneficios exagerados, pues suelen ofrecerse en malas condiciones o son de muy baja calidad en relación con el precio. 

En la mayoría de los packs ofrecidos a los turistas figura el regalo de la visita al Museu que además cierra los días de partido por razones logísticas. Finalmente hay agencias que, directamente, venden las entradas sin más a un precio desorbitado.

El uso y abuso de estas prácticas, unidas a la opacidad y el amiguismo que envuelven las asignaciones a los agentes de venta autorizados por el club -agencias que en bastantes ocasiones sólo se corresponden con un domicilio particular- han arrastrado a la junta a considerar muy seriamente la posibilidad de expropiar las localidades de esos 20.000 socios que sólo aprovechan su abono para el Barça-Madrid y otros partidos top, sea porque quieren aprovecharlo o porque la revenden. Con el beneficio del Clásico y otros cuatro o cinco más obtienen una renta interesante, además de recuperar el precio del abono con el Seient Lliure.

Ahí radica en este momento la dificultad y los problemas de gestión, pues la directiva consideró que esta temporada no era necesario ponerlo en marcha ni facilitarle al socio esa posibilidad. Por evitar costes, no se previó la circunstancia de una recuperación de la actividad en torno al fútbol, tampoco que las autoridades sanitarias permitieran el 100% de los aforos y parece que muchos menos que el equipo pudiera despertar el interés que se ha ganado en estos momentos.

Por ahora, desde la junta se ha enviado a los socios un ruego que pronto podría convertirse en ultimátum para que, con vistas al partido de vuelta de los cuartos de final frente al Eintracht Frankfurt, aquellos socios que no prevén asistir liberen su abono a favor del club gratuitamente. En el llamamiento a los socios se argumenta la medida: “En unos momentos en los que el equipo de fútbol necesita el máximo apoyo del público y el Club optimiza todos sus recursos para obtener nuevos ingresos, el FC Barcelona llama a los abonados que no puedan venir al Camp Nou en algún partido de este tramo final de temporada, para que cedan su asiento en beneficio del Club, renunciando a una contraprestación económica. Con el objetivo de maximizar el apoyo al equipo y generar nuevos ingresos en el Club, imprescindibles en la situación actual, los abonados sólo deben comunicar la cesión de su localidad rellenando un formulario”.

Para tratar de convencerlos se toma como referencia el último partido de Liga frente al Sevilla en el Camp Nou disputado el domingo: “No quedó ni una entrada por vender. El ‘sold out’ se logró el día antes del partido, cuando el Club agotó todas las localidades disponibles para los socios y socias que no son abonados en el Estadio y para el público en general. Sin embargo, la asistencia fue de 76.112 espectadores, lo que significa que más de 22.000 asientos quedaron vacíos”.

La misma situación se ha producido previamente al partido de vuelta de la Europa League que, sobre todo, ha generado una gran expectación entre los aficionados del equipo alemán dispuestos a todo con tal de conseguir una entrada para el partido del próximo jueves. Una tentación a la que se ha rendido la junta, pues una vez puestas en circulación las entradas que se puedan liberar resultará relativamente fácil el acceso y la compra a cualquier seguidor. 

Como ya ocurría en la Champions en tiempos de Laporta la grada se llenaba de seguidores rivales a los que está terminantemente prohibido vender entradas fuera del cupo obligado por la UEFA para el rival (5% del aforo) que sólo puede repartir el propio Eintracht Frankfurt a través de sus canales y bajo su control y plena responsabilidad.

Esta situación ilumina, por un lado, el peligro de que efectivamente las entradas que los socios puedan liberar acaben en manos de los aficionados alemanes, situación extremadamente peligrosa según la normativa de la UEFA si las consiguen seguidores radicales y en cualquier caso sancionable. Por otro, que desde el departamento de ticketing, si no se produce una cesión de las entradas suficiente, se cometa la frivolidad de poner en circulación entradas de zona para evitar que un socio pueda encontrar su butaca ocupada por un aficionado, alemán o no.

Lo más probable es que esta primera medida evolucione de modo que los socios abonados deban comunicar al club con un límite de anticipación su deseo de ir al partido, de modo que superada una fecha sea el área de tricketing la que pueda comercializarla en la forma oportuna.

Existe el precedente, completamente ajeno y aislado a esta dinámica, aplicado al Partit Solidari promovido por la anterior junta de Rosell y de Bartomeu en la primera eliminatoria de Copa, en la que obligadamente el Barça ha de enfrentarse a un rival de Segunda B o de Tercera División. En ese partido, inicialmente se pidió al socio que liberase su asiento para poder invitar a aficionados que nunca habían tenido la oportunidad de ver un partido en el Camp Nou. 

La asistencia venía regulada por un convenio de la Fundació Barça con las entidades del Tercer Sector y Servicios Sociales de los Ayuntamientos de toda Catalunya. Siendo un partido de muy bajo interés y de localidades muy baratas tampoco funcionaba el Seient Lliure y los socios, aunque mayoritariamente no usaban su abono ese día, no liberaban expresamente por pereza y desinterés. Fue por ese motivo que, para este único partido en concreto, se aplicaba el Seient Lliure inverso, es decir las localidades estaban liberadas a menos que el socio comunicara al club su voluntad de asistir.

Fue precisamente ante uno de estos partidos tan especiales que Elena Fort, hoy vicepresidenta de Laporta, se mostró crítica en su cuenta de twitter: “La App del Seient Lliure no permite liberar el partido del miércoles. ¿La solidaridad es forzosa? ¿Y si alguien no quiere regalar el abono?”. Era noviembre del 2015, tras haber perdido las elecciones frente a Josep Maria Bartomeu. La ínclita Elena Fort tiene, en efecto, un sentido egoísta, grotesco y patético de la solidaridad. 

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