Casado en el Orient Express

Stalin solía borrar de las fotografías (y de la vida…) aquellos que le molestaban, y si no, que se lo pregunten a Nikolai Yezhov -director de la policía secreta soviética y hombre de máxima confianza del dictador, hasta que dejó de serlo-. El PP borra estos días a Pablo Casado de su orla. Se trata de hacer desaparecer cualquier rastro de existencia. Es el nuevo Hernández Mancha -a Adolfo Suárez no llega-. España entierra muy bien, decía Rubalcaba, y no le faltaba razón; en la extremaunción, vemos aplaudir a los verdugos. Así, preparémonos a escuchar estos días retahílas de panegíricos de los propios asesinos. Se lo han sacado de encima de un plumazo, valiéndose de su impericia. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, Casado quiso sacar rédito a la pírrica victoria en Castilla y León para hacer un jaque mate a la reina Díaz Ayuso, su rival en el PP. El hombre tenía un as en la manga, el hermano de la presidenta habría obtenido comisiones por la venta de mascarillas a la Comunidad de Madrid. La información, presuntamente lograda con malas artes, en teoría debía perjudicar a Ayuso -aún puede hacerlo-, pero y de entrada ha generado un efecto bumerán digno de estudio. La argucia no solo no ha logrado el resultado esperado, sino que le ha acabado costando el cargo a Casado, ahora que, a su juicio, estaba a pocos metros de la meta. Uno a uno, como con las fichas de dominó, han ido cayendo las traiciones contra Casado, la de sus enemigos, pero también la de sus teóricos amigos. Una jugada maestra orquestada desde Sol y con la inestimable aquiescencia de los laboratorios FAES.

Lo que le ha pasado al bueno (?) de Casado recuerda a un clásico de Agatha Christie, Asesinato en Orient Express. ¿Recuerdan? Casado, en el papel del millonario Samuel Ratchett, aparece asesinado con doce apuñaladas mientras dormía en un compartimento del mítico tren. Aunque la novela es de 1932 y ha sido reiteradamente llevada al cine y al teatro, incluso tiene un videojuego, y es difícil encontrar un mortal que desconozca su desenlace, no me detendré en detalles para evitar spoilers. Sin embargo, sólo añadir que el célebre detective Hercule Poirot descubrió al asesino o asesinos entre los doce sospechosos compañeros de viaje de Ratchett, y que todos tenían algún motivo para odiar al difunto.

La errática y efímera trayectoria de Casado al timón del PP ha propiciado la tormenta perfecta. Los barones del partido, bien alineados con la prensa que dicta los discursos populares y dinosaurios inextinguibles varios, se han ido cargando de razones para apuñalar a Casado. Llama la atención, eso sí, que ahora aleguen ignorancia. Era público y notorio que Casado era y es un pez hervido político, sin consistencia, a quien el cargo y las aspiraciones le vendían unas cuantas tallas grande. Un hombre que vive o vivía atrapado en la bifurcación de la derecha menos trasnochada europea y la extrema derecha de Vox. Un hombre que, sin o con embudo de sombrero, un día creía ser Winston Churchill y al día siguiente despertaba como a Donald Trump.

Todo indica que ahora, por aclamación popular, tomará las riendas Alberto Núñez Feijóo. El gallego lleva tiempo calentando en la banda y se le presuponen las habilidades que le faltan a Casado. Sin embargo, el buen patrón nace hipotecado; no en vano, ocupará el cargo gracias a las estratagemas de Ayuso y compañía. Dos perfiles ideológicos, los de Feijóo y Ayuso, en las antípodas uno del otro. Y en el otro extremo del tablero come palomitas en pantuflas el presidente Pedro Sánchez, sin poder ni querer borrar de su rostro una mirada contenida pero complaciente, viendo pasar el cadáver de su adversario.

Volviendo al principio fotográfico, de la foto del debate de la Academia de Televisión del 2019, de los cinco ya solo quedan dos, Sánchez y Santiago Abascal, y ya fueron borrados Albert Rivera, Pablo Iglesias y ahora Casado. ¿Quién será el siguiente? Se admiten apuestas.

(Visited 54 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario