El clan Giorgadze–Mikadze se hace fuerte en el entorno de Laporta

La ex-esposa de Giorgio Mikadze, que el presidente contrató tras cumplir condena por narcotráfico, ya ha colocado a dos familiares en el círculo de poder del club

Apenas hay medios ni periodistas que reaccionen al escandaloso carrusel de amigos y familiares del presidente y de su estrambótico entorno de amiguetes, asesores y palmeros que se han colocado con un buen sueldo y mejores condiciones laborales en la nómina del club.  Personal que no ha pasado un proceso de selección y que han sido contratados con el único mérito de ser el novio, el marido, la hija o el hermano de alguien.

El denominado ‘camarote’ de Joan Laporta, paradigma del nepotismo, va creciendo y expandiéndose en distintos ramales a partir de ese núcleo duro en el que Enric Masip, Rafael Yuste, la hermana del presidente, Maite, Jordi Finestres, Mercè Garriga, el propio hermanísimo, Xavier Laporta, cada vez menos invisible y más determinante en asuntos internos del club, dominan y controlan que nadie más entre en ese círculo.  Son los mismos que jalean sus decisiones, lo envalentonan y le recomiendan esas extrañas piruetas comunicativas cuando las cosas no van del todo bien. En su condición de ‘enchufados’ saben perfectamente cuál es su papel.

También debe incluirse en ese ‘pack’ a un personaje que ha ido ganando cuota de protagonismo y de peso, el de Manana Giorgadze, cabeza visible del clan Mikadze, una pequeña red familiar con cierta autonomía y con un poder creciente.

Manana (en la foto, con Joan Laporta la noche electoral) es la jefe de gabinete de presidencia, un cargo al que ha accedido con una sorprendente historia a sus espaldas, pues primero fue Manana Mikadze, esposa de Giorgio Mikadze un antiguo narcotraficante que entró a formar parte del club en 2007 tras cumplir condena de cárcel en Catalunya por delitos relacionados con el comercio de cocaína. Joan Laporta le dio a Manana un primer trabajo como secretaria para esos asuntos más personales mientras su marido estaba en la cárcel en los últimos meses de su anterior mandato. 

Cuando Mikadze salió libre se le abrieron las puertas del club, pasando a realizar funciones de responsabilidad en materia de seguridad y en el ámbito del ‘ticketing’, muy estrechamente vinculado al entorno más personal del presidente y de esa estructura complicada del seguimiento y control de los ingresos de la explotación del estadio.

Con el paso de los meses y de los años, Mikadze fue separándose de ese vínculo azulgrana. No así su ya ex-esposa, Manana Giorgadze, que tras el divorcio siguió en nómina del despacho profesional de Joan Laporta hasta que, finalmente, con motivo del regreso a la presidencia fue de las primeras incorporaciones ordenadas por el presidente después de haber tenido un papel destacado en la campaña electoral.

Manana posee la habilidad de adaptarse al medio y a las circunstancias. No le ha sido complicado, al contrario, entrar en la rueda de un nuevo entorno azulgrana con personajes como Mercè Garriga o los nuevos amigos del presidente en diferentes materias.

La confianza de Joan Laporta en Manana es absoluta, hasta el extremo de que a las pocas semanas ya había conseguido colocar en el club a su propia hija, Paloma Mikadze, con un cargo de alta responsabilidad desde el que reporta directamente a la dirección de marca del club y al mando de algunas cuentas de twitter claves, entre ellas la de presidencia. Existen razones para no dudar de las informaciones según las cuales el currículo de Paloma Mikadze no era como para competir laboralmente por una posición como la que ha conseguido gracias a la influencia de su propia madre. Los dos años anteriores había sido la responsable de redes sociales y contenidos de la firma de moda nupcial Rosa Clará.

También ha trascendido el fichaje de Benny Megrelishvili como adjunto a la presidencia del FC Barcelona, empresario de Canadá especializado en la inversión en inmuebles. Sería extraño, en circunstancias normales, que el club requiriera para un cargo ejecutivo a un empresario supuestamente de éxito si no fuera porque Benny es compañero sentimental de una de las hijas de Manana, circunstancia que explica no sólo el fichaje sino las variadas funciones, atribuciones y margen de acción de ese hilo familiar en el que Laporta confía ciegamente. 

Se trata de una especie de blindaje que, cada vez más, aísla al presidente del resto de club de forma que al final no se sabe exactamente si el margen de autonomía de esos satélites que revolotean alrededor de la presidencia actúan por sí mismos o por orden directa de quien gobierna la planta más noble del club. Lo que sí es seguro es que todos ellos tienen licencia para meter las narices por todas partes y para reportar al presidente sobre cualquier asunto.

El circulo Giorgadze–Mikadze se ha convertido en un poder propio con tentáculos capaces de controlar tantas cosas que incluso la propia hermana del presidente, Maite, no tiene acceso a tanto nivel de información y de conocimiento. Lo que no es obstáculo para que ambos clanes se lleven bien.

A la fuerza, porque nadie sabe quién va entrar por la puerta cada día con tanto trasiego de personal sin que, como ya es un clásico, el comité de empresa del FC Barcelona se haya puesto las pilas y exigido la justificación debida a contrataciones que no responden a un criterio demasiado profesional por parte de recursos humanos y sí a una permisividad e inacción de un presidente de ese comité, como Jaume Feliu, que con Bartomeu exhibía exceso de celo en sus funciones y ahora que Joan Laporta ha vuelto, con el regreso también de Carles Cendrós al frente de RRHH, no ve inconveniente en que los amigos y conocidos del presidente tengan barra libre para hacer, como Manana Giorgadze, prácticamente lo que quieran. Sobre todo para meter en nómina a sus seres más queridos y próximos.

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