Los efectos sociosanitarios de la pandemia han puesto de relieve la necesidad de contar en las zonas urbanas y periurbanas con espacios naturales para desconectar de la rutina diaria. La covid-19 ha provocado un incremento de los problemas de estrés y de salud mental. A raíz del coronavirus, mucha gente se ha animado a acercarse al entorno verde y se ha iniciado un proceso de naturalización de las ciudades.
Las playas, los parques y los espacios fluviales configuran la infraestructura verde y azul del Área Metropolitana de Barcelona (AMB). La superficie de espacios abiertos y naturales del territorio que alcanza el AMB es del 52% del total, unos pulmones verdes que ganan cada vez más protagonismo en la metrópolis. Lo hacen desde dos vertientes principales: el social, aumentando el goce de la ciudadanía; y el medioambiental, con el objetivo de recuperar los ecosistemas y luchar contra el cambio climático.
El AMB se encarga de la planificación, el diseño, la transformación y la gestión-conservación de diferentes espacios verdes y naturales de la metrópolis de Barcelona. Las 42 playas de su competencia tienen una longitud de 30 km, y 10,5 millones de usuarios en el año. Los usos sociales de los arenales se han incrementado a raíz de la covid, y esto comporta nuevos retos en la hora de compatibilizarlos con su preservación.
Las playas del entorno metropolitano están en regresión. Desde el 2014, su área se ha reducido un 25% por la menor aportación natural de arena. Hoy en día, constan de 200 hectáreas, de las cuales 60 son zonas dunares. El AMB tiene cura de los sistemas dunares a través de soluciones basadas en la naturaleza para favorecer el desarrollo de la flora propia de los espacios dunares y luchar contra la vegetación invasora. Las especies autóctonas dan consistencia a las dunas y aumentan la resiliencia de las playas ante los temporales y de las subidas del nivel del mar. La apuesta de la AMB por la infraestructura verde se aprecia en el modelo de control de calidad que se aplica en los 52 parques de 34 municipios. Desde el 2000, el número de parques que gestiona el AMB se ha duplicado, y la superficie se ha multiplicado por 4. Se trata de grandes proveedores de servicios ecosistémicos, con alto valor social y ambiental. Por este motivo, se trabaja en una mejora continua de aspectos como la accesibilidad, la inclusividad, las equipaciones y servicios y la biodiversidad.
El AMB mantiene la estrategia de aumentar el número de parques, y por eso ha construido recientemente los Jardines de la Font del Rector, en Sant Climent de Llobregat, y ha llevado a cabo actuaciones al Parque de Torre Roja, al de Can Solei y al de Can el Arnús, en el Bosque de Can Gorgs de Barberà del Vallès y en el Parque de Torreblanca. La tercera pata de la infraestructura verde la componen los espacios fluviales, un total de 60 km de caminos con las cuencas de los ríos Llobregat y Besòs, sus rieras tributarias y las que van directamente al mar.
En colaboración con los ayuntamientos metropolitanos, el AMB ha hecho grandes esfuerzos para la recuperación socioambiental de los ríos Llobregat y Besòs.
40 MILLONES PARA MEJORAR EL PAISAJE NATURAL Y URBANO
Los programas de actuaciones de mejora del paisaje natural y urbano (PSG) cuentan en dos fases entre el 2015 y el 2023, con un presupuesto de casi 40 millones de euros.
La finalidad del PSG es que se lleven a cabo un conjunto de intervenciones para mejorar los espacios fluviales metropolitanos, recuperar zonas degradadas, integrar infraestructuras viarias, energéticas y de servicios dentro del paisaje metropolitano y mejorar la conectividad entre espacios urbanos y naturales mediante soluciones basadas en la natura en las ciudades.
