La verdad absoluta no existe

Si la verdad absoluta existiera, si fuera así y creemos que la tenemos nosotros, nacería el dogmatismo, la intolerancia, incluso la violencia para implantarla (de ahí nacen las grandes corrientes religiosas dogmáticas, económicas, sociales y políticas).

La verdad absoluta en un momento histórico no existe porque la realidad y su conocimiento tampoco es nunca absoluto (total). Incluso el conocimiento científico puede ser refutado por nuevas teorías o aportaciones a este conocimiento (Karl Popper)

Así es como surgen las ideologías dogmáticas, los intereses particulares (o de clase) y los sentimientos (importantes en este tema de los «relatos») para implantar «su» verdad (la post verdad), los «relatos» interesantes (disfrazados) para sus intereses particulares.

Un buen ejemplo lo podemos encontrar en las propuestas sobre el aeropuerto del Prat de Barcelona.

Para unos la «realidad», su verdad, su «relato» (su ideología) es que se tiene que aprovechar una propuesta de inversión de 1.700 millones de dinero (mayoritariamente público), porque creará muchos puestos de trabajo. Que aumentarán, en millones, los viajeros y turistas en Barcelona. Que no podemos desaprovechar el momento para «crecer» en esta capacidad aumentada de pista de aterrizaje y apuesta de futuro.

Pero otros, opositores al proyecto, dicen: este no es el modelo de desarrollo que queremos, porque afecta a la calidad de vida y a la salud de los habitantes de las ciudades de los alrededores (varios millones de habitantes), aumento grande de contaminación del medio, aumento de la emergencia climática, no está de acuerdo con los planes para reducción de este problema, reducción y afectación importante del medio natural protegido (La Ricarda) y los terrenos agrícolas del delta. Dicen que lo que hay es otro modelo de desarrollo de Cataluña: menos transporte aéreo y de cruceros, alternativa de transporte en tren y sostenibles. Puestos de trabajo de calidad en la nueva economía: energías alternativas, transporte público, alimentación sostenible, no modelo de monocultivo de crecimiento en turismo y sus consecuencias, etc.

Además estos últimos opositores se enteran, al final, de que hay una carta escondida: resulta que el negocio de los primeros, los impulsores del proyecto, los intereses reales, consisten en un pelotazo con dinero público, en el proyecto lo de menos es la ampliación de 500 metros de longitud de una pista: está la propuesta de un complejo de hoteles y centro de negocios en estos terrenos.

Un buen ejemplo, los diferentes «relatos» son fruto de las ideologías, los valores, los deseos, los intereses diferentes. La realidad (y la verdad) no es objetiva. Unos son reflejo de los intereses de los que han mandado siempre, el poder del dinero; otros, de los intereses de la salud, la vida y la sostenibilidad.

Debemos tenerlo claro: la verdad, la realidad y los valores (e intereses y sentimientos) no es nunca absoluta. Por eso se necesitan valores y políticas públicas valientes que velen por el bien común de la mayoría y que no nos engañen con sus intereses particulares.

Nos hace falta hablar más (y actuar en consecuencia) del modelo social y económico (y político) de Cataluña. Yo creo que tenemos que crecer, pero no con el PIB de indicadores actuales, sino con calidad de vida y de medio ambiente, de sostenibilidad, de conocimientos y cultura, con mayor equidad (menos desigualdades) más libertad y solidaridad (valores republicanos). En lugar de batallitas sobre el Prat (y otras históricas).

A mí también me podéis decir que soy un soñador, pero no soy el único y cada día somos más. Y tenemos mucho trabajo importante que hacer.

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