Hasta donde llega el propagandismo y las repuestas poco clarificadoras de Joan Laporta y de su equipo, el Espai Barça está ahora bajo un proceso de revisión por anticuado, obsoleto y desafinado. También se les ha entendido claramente, porque lo repiten y lo insinúan, que sus planes de reforma pasan por elegir el camino del medio y jugar en otro estadio mientras duren las obras. Se sugiere, o se adivina, que podría ser el Estadi de Montjuïc, probablemente la única alternativa ahora que se está ampliando el aforo de los partidos de fútbol.
Es una nebulosa, incierta, en la que no se adivina ningún plan cierto ni definido, entre otras cosas porque la modificación del Plan General Metropolitano (MPGM) aprobada por el Ayuntamiento de Barcelona, mayoritario, con el apoyo de todos los grupos excepto de la CUP, supone el final deseado y la luz verde urbanística a un complejo proceso que el FC Barcelona llevaba desarrollando y planeando, sin éxito hasta ahora, desde finales del siglo XX, cuando Josep Lluís Núñez planteó un primer proyecto denominado Barça 2000.
Joan Laporta, sus ‘elefantes’ y el ruido político y vecinal se encargaron de frustrarlo. Luego el plan Foster del propio Joan Laporta, metido con calzador entre Convergència y el gobierno socialista de Jordi Hereu, es decir, con más apoyo político que social y popular, hubo de ser retirado por la junta de Sandro Rosell por especulativo (permisos a cambio de pisos y sobrecarga para un barrio ya del todo saturado) y ruinoso.
El Espai Barça se ha revelado como un proyecto definitivamente lento, pero también como el más seguro y de mayor aceptación, pues incluso las alegaciones de la CUP y de una asociación vecinal han sido desestimadas en los tribunales, de forma que ya nada impide -con la financiación negociada- arrancar las obras.
La junta de Laporta y el propio presidente le buscan defectos, todos, por no tirar adelante una obra que el FC Barcelona necesita urgentemente. En este sentido, la propia alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, ha llamado la atención sobre el quietismo de este gran proyecto. Preguntada al respecto, su respuesta ha sido muy clara: “Realizamos todo el trabajo hasta alcanzar un gran acuerdo institucional para toda una gran reforma urbanística que estaba pendiente desde hacía muchos años, fue un gran acuerdo en el anterior mandato. En el Barça ha habido un cambio y una pandemia y ahora, poco a poco, los proyectos se van recuperando. Por nuestra parte el consenso está hecho y por tanto sigue adelante”, ha dicho sin dejar ninguna fisura respecto de la posición municipal. Y ha aclarado sobre los planes de cerrar el Camp Nou mientras duren las obras que, por su parte, “no me consta que el Barça, oficialmente, haya planteado esta opción de jugar en Montjuïc”.
Semanas atrás, Joan Laporta y su junta se reunieron con la alcaldesa y tras la reunión explicaron lo contrario, que estaba sobre la mesa esa posibilidad. Lo que sí tiene muy claro Colau es que jugar en Montjuïc no le saldrá gratis al Barça, como no le salió tampoco gratis al Espanyol, más bien bastante caro, en su momento. La conclusión es que el Espai Barça supone otra encrucijada para Laporta ya que remover el acuerdo, cambiar la MGPM, supone retrasar varios años más su inicio.
No se sabe por qué motivo, además, Laporta habla de ponerle una ‘piel’ al estadio, un elemento del todo incompatible con la esencia del plan arquitectónico aprobado, además de reducir el aforo y ampliar las zonas VIP, eso sin tener en cuenta que su primer argumento antisocial, porque socios de la Primera Galería, los del ‘sótano’, serían reubicados a localidades dignas y abiertas, sonó a desvarío cuando clamó que eso era una aberración y que se había ocultado a los socios.
La realidad es que además de haber sido explicado con todo detalle, la exposición Espai Barça estuvo un año abierta y además los socios lo aprobaron en referéndum.
¿Adiós también al Espai Barça? Probablemente sí. También ‘es lo que hay’ como le ha recordado la alcaldesa al presidente.
