Un año después de un Sant Jordi marcado por el confinamiento domiciliario, la festividad recupera este año una cierta normalidad. A pesar de las limitaciones de aforo y las restricciones, y que el coronavirus aún está muy presente en nuestro día a día, las calles de las diferentes localidades catalanas se han llenado de gente con ganas de comprar y regalar libros y rosas.
Cada municipio ha elaborado un plan detallado para hacer del Sant Jordi de este año una fiesta segura y, en consecuencia, evitar que se produzcan contagios. Barcelona, por ejemplo, ha definido once espacios perimetrados.
En cuanto a las previsiones de venta de libros, la presidenta del Gremio de Libreros de Cataluña, Carme Ferrer, ha reconocido que inicialmente esperaban vender un 60% de los libros del año 2019 (se vendieron un total de 1,5 millones), pero que a estas alturas son «muy optimistas» después de ver el número de ventas de los últimos días y el éxito de las primeras horas de la jornada.
En relación a las rosas, el Gremio de Floristas cree que se venderán entre 3.500.000 y 4.000.000 unidades.