Pujol, siete años después…

Dicen que se puede dar por afianzado un negocio cuando, después de siete años, el pintor repinta. Siete años es lo que ha tardado TV3 en ofrecer un documental sobre el caso Pujol desde su confesión. Demasiado tiempo para nada o muy poco. El documental «Pujol: los secretos de Andorra» no aporta nada a lo que ya sabíamos. Además, ofrece una perspectiva blanqueadora de lo que hizo o dejó de hacer el presidente. Da la sensación de que la pieza o está hecha para que no se diga que la televisión pública catalana silencia el caso, o está hecha con miedo a represalias. Dicen que no hay peor periodismo que aquel que se hace con el freno de mano puesto, y el trabajo de TV3 sobre Pujol lo llevaba.

Rehúyo la crítica por la crítica a TV3 alimentada por Ciudadanos. En la tele pública catalana, y en su radio, hay buenos profesionales y espléndidos productos. Tampoco me vale la defensa numantina que hacen los demás. En la tele pública catalana también hay malos profesionales y productos abominables. Si bien es cierto que conserva la simpatía de la mayoría de catalanes que miran la tele, convirtiéndose mes a mes en la televisión más vista de la parrilla, y eso algún mérito debe tener, no es menos cierto que a menudo da la espalda a un público nada despreciable. Los medios públicos deben, por ley, neutralidad. No vale, pues, por citar un ejemplo, la proporción de tres contra uno que usan muchas tertulias; tres pro-independencia contra uno que defiende las tesis contrarias. Más si tomamos como esquema el conocido empate que vive y sufre la sociedad catalana desde hace un tiempo. Y esto vale para las tertulias y también para los documentales, como es el caso que nos ocupa.

El caso Pujol era una oportunidad de oro para TV3 para cerrar muchas bocas. Sólo había que recortar paja, añadir voces críticas y neutralizar la narración. La vida periodística no da demasiadas oportunidades tan claras para reivindicarse. A estas alturas del partido, pocos (sólo muy incondicionales) compran la versión sesgada del relato. Cuando la historia se aleje y el cuadro se vea mejor, Pujol, como TV3, tendrá el mérito de haber sido 23 años líder de audiencia de la política catalana. Esto nadie se lo quitará. Pero, todo ello no resta que la misma historia termine haciendo lo que no hizo el documental de TV3, subrayar los oscuros de un personaje que, como él mismo vaticinó, acabó estropeando su biografía.

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