El “momentum” Lucas Ferro

Las vacunas ya han llegado masivamente y todo recomienza. Cataluña año 0 después de la pandemia. En esta tesitura es, objetivamente, inexplicable e injustificable que los catalanes no tengamos presidente, ni Gobierno ni presupuestos de la Generalitat.

Pensemos como pensemos, votemos como votemos, este vacío hace daño a todo el mundo. La Generalitat fue restablecida hace más de 40 años y, en estas cuatro décadas, las hemos visto de todos los colores. Pero el caos y el desgobierno que sufrimos desde hace cuatro años es insólito e imperdonable.

Esto no hay empresario, ni trabajador, ni autónomo que lo aguante. Solo los que tienen una paga garantizada –cargos políticos, funcionarios, personal de confianza de la administración, trabajadores a sueldo del erario público, jubilados y jóvenes mantenidos- se pueden permitir el lujo de seguir jugando con el proyecto secesionista.

Esta colosal frivolidad, que tuvo su máxima expresión en la dui (en minúsculas) del 27-O del 2017, es la que explica la expatriación masiva de la sede social de miles de empresas catalanas. Ahora, la más emblemática de estas empresas, CaixaBank, se ha convertido en la primera entidad financiera de España, al culminar la absorción de Bankia.

Carles Puigdemont huyó a Waterloo e Isidre Fainé llevó CaixaBank a València. Carles Puigdemont ha merecido el rechazo del Parlamento europeo, que ha votado de manera contundente a favor de levantarle la inmunidad parlamentaria. Y no solo esto: el Parlamento europeo también ha rechazado, por una mayoría aplastante, que, en el marco jurídico de la UE, Cataluña tenga derecho a la autodeterminación y, por consiguiente, a la independencia.

Estos son los “éxitos” belgas de Carles Puigdemont. En clave interna catalana, el partido que él fundó y que lidera, Junts x Catalunya (JxCat), quedó tercero en las elecciones del pasado 14-F, por detrás de PSC y ERC. Sin ninguna opción, por lo tanto, de encabezar el próximo gobierno de la Generalitat.

El movimiento de ERC, buscando y consiguiendo el apoyo de la CUP a la investidura de Pere Aragonès, ha descolocado a JxCat. La respuesta de los seguidores de Carles Puigdemont –acostumbrados a tener siempre la sartén por el mango y a mandar- ha sido una pataleta de niño pequeño.

Los neoconvergentes obtuvieron, sin demasiadas dificultades por parte de ERC, la presidencia del Parlamento para Laura Borràs. Pero, sin el mínimo “fair play”, JxCat ha humillado al candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, negándole por dos veces la investidura y azotándole públicamente por haber tenido la osadía de pactar previamente con la CUP.

La estrategia de JxCat es dilatar el supuesto acuerdo de gobierno con ERC, aprovechando el margen de tiempo que tiene para conseguir el máximo de cuotas de poder, en especial de áreas que considera claves para sus intereses políticos y económicos, como la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (TV3 y Catalunya Ràdio), Economía, Educación y Territorio. Se trata de la enésima maniobra de Carles Puigdemont y su escolta para erosionar y desgastar a ERC, presionando con el “mantra” que las urnas del 14-F predeterminaron, sí o sí, un gobierno independentista.

Pero he aquí que, durante la Semana Santa, se ha producido un inesperado giro de guion. Las declaraciones del diputado Jaume Alonso-Cuevillas, secretario segundo de la Mesa del Parlament, al diario independentista Vilaweb han indignado al “núcleo duro” puigdemontista, hasta el punto de forzar su destitución y su anunciada sustitución por Aurora Madaula.

Sin embargo, el cambio no es automático. La designación de Aurora Madaula como nueva miembro de la Mesa requiere previamente la votación secreta de todos los diputados. Desde el 14-F han pasado muchas cosas en la vida política catalana. Y ERC tiene razones para sentirse muy dolida por la actitud de JxCat.

Ya he denunciado desde esta tribuna que la actual composición de la Mesa del Parlament (dos representantes del PSC, dos de ERC, dos de JxCat y uno de la CUP) es muy sesgada a favor de los partidos independentistas, que están sobrerrepresentados, y no refleja la voluntad democrática de los catalanes expresada en las urnas. La dimisión forzada de Jaume Alonso-Cuevillas es la oportunidad para corregir este grave desequilibrio.

En Comú Podem ya se ha apresurado a formalizar la candidatura del diputado Lucas Ferro para ocupar el cargo vacante dejado en la Mesa por el abogado de Carles Puigdemont. En ninguna parte está escrito que Aurora Madaula tenga derecho innato a ser la nueva secretaria segunda y la designación depende exclusivamente de la voluntad soberana de la Cámara.

Votar por Lucas Ferro es demostrar y recordar que JxCat quedó tercera en las elecciones del 14-F. Votar por Lucas Ferro es la clave para parar la insoportable prepotencia de los neoconvergentes, que creen desde hace 40 años que Cataluña es suya y solo suya. Votar por Lucas Ferro es la manera de reconocer y expresar la pluralidad de la sociedad catalana.

Puede parecer una decisión menor, pero muchas veces son los detalles los que marcan la diferencia y cambian la historia. La sustitución de Jaume Alonso-Cuevillas en la secretaría segunda de la Mesa del Parlament es uno de estos “momentums” que pasan solo una vez en política. ERC y la CUP, por supuesto; pero también el PSC, Ciutadans e, incluso, el PP tienen la oportunidad, votando a Lucas Ferro, de acabar con el supremacismo congénito de Carles Puigdemont y de sus seguidores.

Cataluña, año 0 después de la pandemia. Como decía el poeta de Roda de Ter: «Todo está por hacer y todo es posible».

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