Junts se ha abstenido en el pleno parlamentario de este martes, como hizo el pasado viernes, por lo que el candidato a la investidura, Pere Aragonès, tendrá que seguir esperando para ser presidente de la Generalitat.
A partir de ahora, la reanudación de las negociaciones entre ERC y Junts queda condicionada por una cuenta atrás que, en caso de que se agote el plazo legal sin que se haya elegido un nuevo presidente, desembocará en la convocatoria automática de unas nuevas elecciones, un escenario que las fuerzas independentistas han dicho que no desean.
Aragonès ha vuelto a sumar sólo 42 votos a favor, 33 de ERC y 9 de la CUP, después de no haber progresado lo suficiente en la superación de las diferencias estratégicas, que según Junts eran insalvables en los tres días que separaban la primera votación de investidura de la segunda.
El aspirante a la presidencia ha insistido en que no es ni mucho menos tan grande lo que los separa de Junts como lo que los une, y ERC ha recordado a la formación del expresidenta catalán Carles Puigdemont que ellos han hecho a Laura Borràs presidenta del Parlamento y que votaron a favor de candidatos de Junts en el pasado, además de alertar que, a su juicio, han iban a desperdiciar una oportunidad histórica.
Pero Junts no ha cedido y, esta vez por voz de la diputada Gemma Geis -que ha relevado a Albert Batet-, ha pedido flexibilidad a Aragonès y, pese al aparente acuerdo sobre la reformulación de la gobernanza del Consell per la República, se ha evidenciado que esta plataforma aún genera desconfianza en ERC. Aragonès ha rechazado «sustituciones» y «tutelas», mientras que Geis ha negado que el Consel las pretenda ejercer y, refiriéndose a Puigdemont, ha reivindicado todos los liderazgos del independentismo.
