Emili Rousaud, finalmente desaparecido en combate tras su triste papel de despedida en las elecciones, no ha salido a desmentir las últimas informaciones que confirman la sospecha de un intento de fraude en el proceso de entrega de firmas a la Junta Electoral.
Al parecer, las comprobaciones realizadas por la Junta Electoral, que intensificó el nivel de comprobación a raíz de que apareció una papeleta de Agustí Bendito entre las suyas, llegaron al extremo de realizar llamadas telefónicas para confirmar la autenticidad de las presentadas por Rousaud. De quince llamadas, se produjeron quince negaciones.
Fue en ese momento cuando el precandidato continuista decidió retirar su candidatura por el riesgo a complicarse la vida aún mucho más y el motivo de que sus papeletas no fueran finalmente recontadas. Hasta 500 papeletas le fueron calificadas de dudosas antes de darse a la fuga.
Lo que sorprende es el empecinamiento de Emili Rousaud en haber atraído para sí todo el foco mediático denunciando que le habían ofrecido firmas luego la existencia de guerra sucia para acabar siendo, llamativamente, el precandidato con más indicios de haber sido protagonista de un escándalo. El presunto porcentaje de firmas inválidas -cerca del 20%- que se le atribuye supera de largo el margen normal de errores técnicos.
Finalmente, ha sido significativo su injustificable argumento de retirarse antes de completarse el recuento de sus firmas después de rechazar una supuesta oferta de unión con Toni Freixa. Fuentes de esta candidatura han confirmado que Rousaud fue invitado, personalmente, a abandonar su aventura electoral y en virtud de su teórico valor y experiencia como exdirectivo reforzar el área económica del también exdirectivo. Rousaud, por el contrario, aspiraba a liderar esa fusión e imponer la mitad de la junta argumentando que disponía de más fuerza social y apoyos en el entorno azulgrana. Freixa le había advertido en varias ocasiones de sus errores de cálculo y de planteamiento que le llevaron a un desenlace poco más o menos que insalvable y ridículo. Lo suficiente como para no volverlo a intentar en años.
