PEDIR PERDÓN A LAS PEÑAS, OTRA TRAMPA DEL INDEPENDENTISMO

Joan Laporta está realizando encuentros con diferentes colectivos de Peñistas a los que sistemáticamente pide perdón por haberlos ignorado y ninguneado en el pasado, admitiendo que como no les servían para nada simplemente dejó de atenderlos y de ocuparse institucionalmente. Incluso un vicepresidente suyo, Albert Perrín, llegó a insinuar y a desear que no servían para nada. Hoy, la Confederación Mundial de Penyes está integrada por 171.000 peñistas afiliados, es autónoma del club y va camino de ser completamente sostenible.

Se trata de una estrategia, o al menos así lo consideran la mayoría de los Penyistas, para evitar perder el apoyo, las firmas y los votos de los 18.000 socios del movimiento. Muchos sostienen que ahora miente descaradamente con el único propósito de por lo menos evitar que este poderoso lobby y su gran reserva de votos y de firmas acabe en el bando contrario, seguramente en el votante de Toni Freixa, del cual no hay duda que representa lo opuesto a lo que durante años ha venido siendo Laporta. La esencia del voto conservador, reflexivo y ponderado de un barcelonismo que exige una evolución y adaptación a los nuevos tiempos, pero con la transparencia e ideas capaces de mejorar los recursos del club, es el que Laporta trata de añadir a su propio target.

El problema es que cuando se reúne con peñistas sale el Laporta auténtico y ha protagonizado más de un enfrentamiento y discrepancias. Lo que más llama la atención es que ahora afirma no ser independentista contrariamente a su histórico posicionamiento y al indisimulado interés de los partidos políticos e instituciones sociales soberanistas como ANC y Omnium, a las que se ha unido la Cambra de Comerç en que gane las elecciones alguien como Joan Laporta.

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