Por hacerse una foto con Carles Castillo, el exdiputado del PSC y ahora candidato de ERC a la lista por Tarragona, y acompañarla de este comentario: «Satisfecha con que Carles Castillo, una persona honesta y comprometida con los valores republicanos de igualdad, solidaridad y libertad, sume en el proyecto de ERC».
La razón del enfado es que Castillo, hasta el año pasado, había mantenido un parecer profundamente discrepante con el discurso generalizado entre los independentistas. Concretamente, había negado que los dirigentes del procés encarcelados fueran «presos políticos» y que el expresidente catalán Carles Puigdemont y los exconsejeros Toni Comín y Clara Ponsatí, entre otros políticos independentistas investigados por la justicia española y establecidos en el extranjero, fueran «exiliados», como sostienen desde hacer tres años los independentistas. Además, Castillo había participado en algún acto de Sociedad Civil Catalana (SCC), la principal entidad opuesta al independentismo catalán.
Como reacción al tuit con el que Carme Forcadell ha difundido su foto con Castillo, usuarios independentistas han reprochado a la presidenta del Parlamento de Cataluña que «ha perdido la dignidad totalmente», se han mostrado decepcionados ( «cuantos sueños rotos … qué mentira» ), han dicho de ella que «ha enloquecido» y que padece síndrome de Estocolmo. «Eres la única a quien guardaba un poco de respeto y a la que nunca he criticado. Pero hasta aquí llega mi empatía. Busca otra cara sobre la que mear», ha piado como reacción una aspirante de Primàries Catalunya.
El enfado del sector duro del independentismo por la incorporación de Castillo también se reflejó en las pintadas, aparentemente realizadas por grupos ultra, que han aparecido recientemente en la sede de ERC en Mataró: «Castillo rata», «ratas ñolas» y «33», que significa «Cataluña catalana».
