El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, visitó Barcelona la semana pasada. El motivo era una conferencia del Círculo de Economía. Pero fuentes de su equipo admiten que Ximo Puig tenía muchas ganas de viajar a Cataluña para recuperar un diálogo institucional que, a su juicio, es clave para tejer complicidades con la Comunidad Valenciana, defender intereses comunes y cerrar filas ante algunas políticas que llegan de Madrid.
Con Carles Puigdemont ya lo intentó, pero justo cuando la colaboración entre ambos gobiernos comenzaba a dar frutos, el proceso, el referéndum del 1-O y la DUI -con todo lo que comportó- se interpusieron en la estrategia. Posteriormente, el acercamiento a Cataluña habría implicado para Ximo Puig una fuerte crítica interna, sobre todo con un Quim Torra descabellado en sus declaraciones y que plantó a los empresarios valencianos y catalanes que clamaban por el corredor mediterráneo.
Ahora, con Torra fuera de juego, Pere Aragonès como máximo responsable y la relación idílica entre ERC y los socialistas, Ximo Puig pudo volver para retomar la colaboración. Y no ahorró esfuerzos. En sus discursos y entrevistas enjabonó al vicepresidente, al PSC por su catalanismo, al PSOE por su relación con ERC y a todo aquel que le permitió avalar su estrategia.
