Cataluña es un polvorín a punto de estallar

El presidente Quim Torra afronta una triple crisis que amenaza su continuidad al frente de la Generalitat. Por un lado, los pavorosos efectos sanitarios y económicos provocados por la pandemia de la Covid-19, que han arrasado el tejido empresarial y han disparado el paro en Cataluña. Del otro, la revuelta que se ha expandido por las zonas rurales y las comarcas de montaña contra la nueva ley de creación de la Agencia del Patrimonio Natural y la Biodiversidad que impulsa el consejero Damià Calvet. Y, en tercer lugar, el estallido de indignación laboral y sindical que ha provocado el anunciado cierre de las tres fábricas que la multinacional nipona Nissan tiene en el área metropolitana de Barcelona.

Esta triple crisis tiene un carácter sistémico. Une, a la vez y por distintas razones, a las patronales Fomento del Trabajo y Pimec y a los principales sindicatos (CC.OO., UGT y CGT). Visibiliza un frente común en el cual coinciden PSC y ERC, dejando arrinconados a los postconvergentes de JxCat. Habla, a la vez, el catalán de las comarcas de la Cataluña interior -marginadas históricamente por el poder ‘barcelonacéntrico’- y el castellano de los barrios obreros de la periferia metropolitana, víctimas de la desigualdad social que impone el capitalismo neoliberal. 

De la Cataluña fracturada por la aventura secesionista y severamente castigada por el coronavirus está surgiendo un potente movimiento de protesta que se extiende por todo el territorio, a medida que vamos avanzando en el desconfinamiento y la gente ya puede moverse por la calle. Pero también, a la vez, una voluntad masiva de regeneración en la manera de hacer política y de gestionar el poder y los recursos públicos

El presidente Quim Torra está en el lugar inadecuado, en el momento más inoportuno. El divorcio entre JxCat y ERC parece ya irreversible, después de la decisión de los republicanos de abstenerse en el Congreso de los Diputados para facilitar la nueva prórroga del estado de alarma que propugna el presidente Pedro Sánchez.

Los alcaldes, agricultores, ganaderos, propietarios de bosques, pequeños empresarios rurales, organizaciones patronales… hacen pinza con los sindicatos y los partidos de izquierdas que defienden los derechos de los trabajadores a la hora de denunciar la clamorosa ineficacia y la errática política que dirige el presidente de la Generalitat, Quim Torra, gobernado a teledistancia por el huésped de Waterloo. La situación es, objetivamente, insostenible y solo hace falta el “clic” que desencadene la necesaria y urgente convocatoria de elecciones en Cataluña para encarar, con un Gobierno fuerte y potente, la etapa de reconstrucción que, juntos, tenemos que activar a continuación. Quim Torra debe comprender que se ha convertido en un estorbo.

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