Las declaraciones de la ministra alemana de Justicia, la socialdemócrata Katarina Barley, calificando de «absolutamente correcta» la decisión de la justicia de su país de dejar en libertad Carles Puigdemont después de rechazar el delito de rebelión han causado malestar entre los dirigentes del PP que ayer aprovechaban la convención del partido en Sevilla para salir en tromba contra unas declaraciones que consideran «desafortunadas».
Así las calificó el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, el primero a cargar contra la valoración de Barley, y más cuando la ministra remachó su posición asegurando que para España «no será fácil demostrar el delito de malversación».
Dastis salió al paso de estas declaraciones y precisó que la euroorden se estableció en la Unión Europea para abordar estas cuestiones entre jueces y para separar estas decisiones de las opiniones políticas. «Por lo tanto, entrar a comentar decisiones de los jueces no nos parece lo más apropiado en este momento», añadió.
La vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, quiso restar trascendencia a la decisión de la justicia alemana de no extraditar Puigdemont por rebelión, pero, en cambio, vio oportuno pedir ánimos al PP. «Esto es una batalla; a veces parecerá que ganen, pero ganaremos nosotros, porque la democracia está de nuestra parte», comentó.
El presidente Mariano Rajoy aseguró que no había hablado con su homóloga alemana, la presidenta Angela Merkel, sobre la situación de Puigdemont porque «las decisiones judiciales se cumplen y se acatan tanto por parte de los tribunales españoles como del resto», decía.
El ministro de Justicia, Rafael Catalá, también puso énfasis en la independencia de la justicia, pero no se estuvo de recordar a la ministra alemana que la fiscalía de su país continuará trabajando codo con codo con la española para sostener que «hay pruebas suficientes» para acusar de malversación.
El último reproche de la jornada lo lanzó el eurodiputado Esteban González Pons, que considera que la decisión de no extraditar Puigdemont pone en cuestión la colaboración transfronteriza entre los países europeos.
