La cara más oscura de la alabada Pompeu Fabra

La UPF tiene el 45% de su plantilla docente con contratos de profesores asociados precarios
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La Universitat Pompeu Fabra (UPF) siempre se asocia con excelencia, y su nombre se encuentra en el podio de las tres mejores universidades españolas, según la Fundación BBVA. Los galardones también se extienden más allá de nuestras fronteras: el Times Higher Education la considera la 17 mejor del mundo entre las universidades de menos de 50 años de historia… Su rector, Jaume Casals, alaba con orgullo el sistema educativo de la UPF y sobre todo su profesorado, y ha aseverado como un mantra, en varias entrevistas, que la receta para el éxito es escoger bien los alumnos y todavía mejor los profesores. Palabras vacías, según el sindicado Comisiones Obreras (CCOO), que ha destapado la verdadera y precaria condición de los profesores universitarios. «La UPF no tiene una plantilla de profesorado estable, si se produce una baja no se sabe cuando se cubrirá», afirma Robert Díez, secretario de la sección sindical de CCOO a la UPF: «Hay compañeros que han pasado por diferentes contratos hasta que al final les han despedido«.

Este es el caso de dos profesores, personal docente de investigación -PDI- de la UPF del área de Derecho y, además, delegados del comité de empresa. «Empezaron como becarios -explican desde CCOO-, en concreto uno de ellos en 2009. Después fueron contratados como profesores lectores, después encadenan un contrato de cinco años como doctores que les obliga a hacer la tesis doctoral, y cuando acaban les hacen un contrato de profesor visitante, de tres años, a pesar de que la ley dice que tiene que ser un profesor extranjero, y como último peldaño, a la calle, con un despido improcedente».

PRECARIEDAD COMO HERRAMIENTA DE CONTROL

Otro de los profesores despedidos, que hemos podido contactar y que quiere que se respete su anonimato, nos explica su caso particular: «Empecé a trabajar en la UPF hace 9 años como profesor asociado, después me dieron una beca, pasé a tener un contrato predoctoral de investigación, pero en realidad siempre he ido dando clases como docente». Este doctor en derecho del Trabajo cobraba un sueldo de 1.300 euros mensuales y fue despedido el pasado septiembre.

Respecto a si estos despidos responden a una política de ahorro motivada por los recortes en las universidades, lo tiene muy claro: «No es una cuestión de dinero, porque por ejemplo en la UPF quieren regularizar los asociados para hacerlos profesores visitantes, y les respetarán el sueldo. El problema es que no quieren sacar las plazas para profesorado fijo porque tener la gente en precario la hace mucho más controlable«.

LA UPF INCUMPLE UNA SENTENCIA

Los dos profesores, representantes electos del personal docente e investigador, demandaron la Universitat Pompeu Fabra ante el juzgado social n. 7 de Barcelona. Una sentencia de septiembre del 2017 les dio la razón y declaró que su contrato tenía que ser indefinido no fijo. «Fue una demanda contractual y una reclamación por las cantidades que se les negaban por una serie de trienios. La sentencia les ha dado la razón, cosa que quiere decir que no los podían despedir unilateralmente», declara Robert Díez, de CCOO.

La UPF ha despedido estos dos profesores de manera unilateral una vez se ha acabado su contrato, «a pesar de que no lo puede hacer«, aseguran desde el sindicato, «legalmente no puede echarlos, sino que tiene que buscar una manera de que estos profesores que llevan tantos años en la universidad queden vinculados con un contrato». A pesar de ser inverosímil que una universidad pueda contradecir una sentencia judicial, desde CCOO no se extrañan de lo que ha pasado: «Esto ya pasó en 2011 cuando despidieron el presidente del comité de empresa, que también era profesor. Este ya es el segundo caso«.

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