¿No habíamos quedado que ganaba Susana Díaz?

El cuarto poder (después del ejecutivo, legislativo y judicial), expresión que en su día se inventó el escritor y político anglo-irlandés, Edmund Burke, para cuantificar la extraordinaria influencia que la prensa ejerce en nuestra sociedad, está de capa caída. Un quinto poder, Internet, le ha relegado intercambiándose la posición. Cuando la mayoría (no todos) de los medios de comunicación dejaron de preguntarse ¿quién? ¿qué? ¿cómo? ¿dónde? ¿cuándo? y ¿por qué? para interrogarse sólo en clave economicista: ¿cuánto? el invento del Acta diurna de Julio César comenzó a perder su razón de ser, a la vez que la gente empezó a descreer y a buscar a la desesperada alternativas en la inmensidad del revoltijo de las redes …

Si los medios tuvieran el poder de antaño, desengañémonos, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, sería ahora la primera secretaria general del PSOE. Pero el mal llamado quinto poder (Internet) ha jugado una mala pasada a la política andaluza. Pensaba ella, ilusa, que con el apoyo de los antiguos jarrones chinos del partido (Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero…) y el de los medios de comunicación más grandes del país bastaría para doblar Pedro Sánchez, y hacerlo casi sin necesidad de bajar del autocar. Todo ello recuerda el cuento de la cigarra y la hormiga: mientras la cigarra Díaz se ha pasado los últimos tiempos cantando, confiada, favorita, mimada, sobrada, la hormiga Sánchez no ha descansado en su afán de recuperar una secretaría general socialista que le había sido tomada de malas maneras. El nuevo líder de los socialistas no ha perdido de vista en ningún momento que un voto es un voto y vale igual el de Felipe González que el del militante socialista más desconocido para el gran público, y la suma de socialistas anónimos ha permitido que Sánchez haya podido hacer justicia, recuperando la secretaría general. La coherencia del ‘no es no’ a la investidura de Mariano Rajoy, debidamente publicitada por las redes, ha catapultado Sánchez a la dirección del partido.

La más o menos sorprendente victoria de Sánchez debería hacer reflexionar a más de un personaje (de Díaz a González), pero y también a más de un medio de comunicación. El diario El País encabeza, seguramente, el ranking de los perdedores. El histórico medio, que nació de izquierdas y ahora mendiga su sustento entre despachos del establishment, apostó el poco crédito que le quedaba a caballo perdedor y ahora, a pesar de la derrota, se mantiene tozudo en sus trece. La debilidad exhibida por el diario de Cebrián en este tema no hace más que demostrar que la ciudadanía no es tonta, que no le gusta que la hagan comulgar con ruedas de molino, que tiene criterio propio. Y yo celebro que así sea, y por muchos años.

En medio de este marasmo, cada vez se entiende más y mejor la frase de inicio del programa televisivo El Intermedio: «Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad«.

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